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En un nuevo año: confesión de mi credo ciudadano

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En el comienzo de un nuevo año séame permitido confesarles a mis amigos mi credo ciudadano. Es un credo sobre la clase de ciudadano que quiero ser o, quizá más precisamente, la clase de ciudadano a la cual quiero pertenecer.

Credo 1. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que el ser humano es valioso no solo por ser un medio para servir a su prójimo sino también por ser un fin en él mismo. Creo, entonces, que no solo tiene un valor relativo sino también un valor absoluto.

Credo 2. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que cada ser humano tiene derechos propios de su humanidad, y que por ello son derechos que nadie le otorga. Esos derechos son un patrimonio original de él, o su primera riqueza.

Credo 3. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que, en la sociedad, su primer deber es reconocer los derechos del prójimo; que su primera obligación es respetarlos; y que su primera virtud es defenderlos.

Credo 4. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree tener derecho a procurar su propio bien, y hasta procurarlo con ambición o con pasión; pero cree que el límite de ese derecho debe ser el igual derecho del prójimo a procurar su propio bien.

Credo 5. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que ejercer derechos no confiere autoridad para actuar con violencia criminal, y violar los derechos del prójimo y destruir sus bienes, y erigir banderas triunfales sobre las ruinas de esos derechos y esos bienes.

Credo 6. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que es legítima la autoridad gubernamental, no solo porque ha sido electa por el pueblo, sino porque garantiza el ejercicio de los derechos; y cree, entonces, que una autoridad gubernamental que no garantiza ese ejercicio es una peligrosa ficción, de la cual hay que cuidarse más que de un terremoto, un huracán, una erupción volcánica o un ominoso ataque viral.

Credo 7. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que la sociedad debe ser primordialmente sociedad de seres humanos libres, tan libres como lo permita la igual libertad de todos; y que cree que, dotado de libertad, cada uno debe disponer de su vida y de sus bienes para procurar el bien propio; y que cree que la mejor sociedad es la sociedad de los seres humanos más libres, y la peor sociedad es la sociedad de los seres humanos menos libres.

Credo 8. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que la prosperidad de la sociedad es obra de seres humanos que actúan con la máxima libertad para procurar su propio bien, sometidos a la condición de respetar el derecho del prójimo. No cree, entonces, que la prosperidad es obra de los gobernantes y que más gobierno es más prosperidad.

Credo 9. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que es posible una mejor sociedad; una sociedad que sea magna obra de la justicia, luminoso reino del derecho y propicia residencia de la prosperidad; pero cree que el ideal de esa mejor sociedad no debe ser impuesto con la pasión del dogmatismo, o el poder del arma y la criminal voluntad de destrucción, o con la furia del resentimiento y el clamor de la envidia, sino propuesto a todos para que voluntariamente lo elijan o lo rechacen.

Credo 10. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que no cree lícito vivir de la riqueza de la cual la autoridad gubernamental despoja al legítimo propietario, sino cree lícito vivir de la riqueza que él mismo crea con su laborioso trabajo o con su arriesgado capital. No cree, entonces, que sea lícito vivir de un legalizado pillaje oficial de la riqueza del prójimo.

Credo 11. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que debe someterse a la ley, y si la ley no es una justa ley, cree que debe acudir al procedimiento que la ley misma preceptúa para reformarla o derogarla; y no se adjudica, entonces, la autoridad de dictaminar sobre la ley que debe ser acatada y la ley que no debe serlo.

Credo 12. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que la vida privada del prójimo es sagrada; que hasta cree que debe abstenerse de juzgarla, y solo le interesa que ese prójimo no viole sus derechos, y está dispuesto a auxiliarlo si él lo pide. Y dedicado a su vida privada, trata de regirse por aquellos principios del viejo sabio jurista Domicio Ulpiano: vivir honestamente, u honeste vivere; no dañar a nadie, o alterum non laedere; y dar a cada uno lo suyo, o suum cuique tribuere.

Creo 13. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que la autoridad gubernamental no debe pretender ser parte de la vida privada individual o familiar; y que gobernar no es administrar esa vida privada, ni imponerle al ciudadano los valores que deben regir su vida, ni preceptuarle una moral, ni hurgar en su economía y decidir sobre el costo y el beneficio de su trabajo o de su capital.

Credo 14. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que debe interesarse en los asuntos públicos de su patria, y adoptar una actitud crítica con respecto a quienes ejercen funciones públicas, ya para elogiarlos por su aptitud y su probidad, ya para censurarlos por su ineptitud y su improbidad; y que cree que debe actuar para exigir el idóneo ejercicio del poder público, y así contribuir a impedir que su sociedad camine hacia la ruina, que será también su propia ruina.

Credo 15. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que los seres humanos son iguales porque todos tienen el atributo común de la humanidad; pero cree que, a partir de ese atributo, es imposible que puedan ser iguales, y están destinados a la desigualdad, y esta desigualdad enriquece infinitamente a la sociedad, y la igualdad la empobrece con igual infinitud.

Credo 16. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que puede haber verdad absoluta; pero si la hubiera no pretendería poseerla; y si pretendiera poseerla, no intentaría imponerla, aunque se esforzaría por exponerla con intención persuasiva, ansioso de compartir aquello que considera ser un valioso tesoro.

Post scriptum. Quiero pertenecer a la clase de ciudadano que cree que, si no puede contribuir al bien del prójimo, por lo menos no debe causarle un mal, ni obstruir su búsqueda de su propio bien.

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