La Guillotina
Editado Para La Historia
Torre Eiffel, can can, pan, queso y vino, perfumes exquisitos, desfiles de modas… todas esas cosas bonitas y agradables nos vienen a la mente cuando pensamos en “la France”, como dicen los franceses. Pero también hay una palabra horrible asociada al nombre de ese país: guillotina. De pequeño alguien me decía que el mejor medicamento para el dolor de cabeza era la guillotina. Todos sabemos qué es la guillotina, pero la misma está rodeada de toda una serie de falsas ideas.
Se dice que fue creada por Joseph Ignace Guillotin, médico de profesión, y que era un hombre muy cruel. Falso. El Señor Guillotin propuso utilizar la guillotina para hacer más rápida e indolora la muerte de los condenados por el corte de la médula espinal. Durante la monarquía en Francia a los nobles se les ajusticiaba cortándoles la cabeza con una espada muy afilada. En dependencia del grado de culpabilidad y del estatus social del ajusticiado podía pasar por el corte de cabeza por un hacha, ahorcado, desmembrado, quemado vivo, etc. El objetivo de Guillotin fue hacer más rápida e indolora la muerte y, como era la época de la Revolución Francesa en la que, se supone, todos somos iguales de nacimiento y ante la ley, que todos fueran iguales ante la muerte.
La otra idea falsa sobre la guillotina es que fue creación del propio doctor Joseph Ignace Guillotin. Falso. Guillotin fue quien propuso este procedimiento de ajusticiamiento ante la nueva Asamblea Nacional, de la que era miembro, pero realmente fue el académico de ciencias médicas, Antoine Louis, y el mecánico alemán Jean-Tobie Schmidt los que, inspirándose en equipos más antiguos, perfeccionaron las máquinas anteriores. Como conejillos de indias para su puesta en funcionamiento se utilizaron carneros y cadáveres.
La tercera falsa idea es que el propio Luis XVI intervino en el diseño de esta. Se dice que fue idea del rey hacer que la cuchilla fuera en bies y no semirredonda, como era en un principio, para cumplir mejor con su cometido. Falso. Si bien es cierto que Luis XVI era amante de la cerrajería, la relojería y la mecánica, aparentemente nunca estuvo en contacto con el Doctor Guillotin y menos aún hablaron del instrumento que nos ocupa para facilitar el viaje al más allá.
La cuarta es la creencia de que el propio Doctor Guillotin murió guillotinado. Falso. Si bien el doctor estuvo preso por pertenecer a logias masónicas, murió tranquilamente en su cama, a la muy avanzada edad de 76 años para entonces y ya pasada la época de Terror. Lo que sí es cierto en toda esta historia es que, durante el Terror, uno de los periodos más sangrientos que siguió a la Revolución Francesa, más de 17,000 personas pasaron bajo sus afiladas cuchillas. Bastaba con una denuncia anónima para que una persona fuera llevada a la guillotina. Es cierto que sus víctimas más famosas fueron los reyes Luis XVI y María Antonieta.
También es cierto que con las invasiones napoleónicas por el resto de Europa se impuso este invento en algunos de los reinos conquistados. Así fue en las regiones de lengua francesa de Suiza, en Suecia, Grecia, Bélgica, en algunas partes del territorio alemán, en particular en el reino de Baviera. También es cierto que la decapitación era un espectáculo público y que atraía a grandes cantidades de personas, de todos los estratos sociales. Se dice que servía de escarmiento para que otros no cometieran dicho delito. Incluso en el programa de distracciones de la Exposición Internacional de París de 1900 aparecía el espectáculo de la muerte por guillotina de un condenado a muerte.
En Francia la guillotina se utilizó de forma pública hasta el año 1939, cuando ya para nadie era un espectáculo ver derramar sangre y la caída de una cabeza en un cesto de mimbre. Sin embargo, la guillotina siguió siendo utilizada hasta el año 1977 dentro de las cárceles francesas, al abrigo de las miradas del público, y fue en el año 1981 que Francia, al igual que el resto de las naciones democráticas de Europa, abolió la pena capital.

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