OpiniónColumnas

Pueblos originarios ante el bicentenario de la independencia (17)

Tanmi Tnam

La invasión española trajo e impuso conocimiento, cultura, idioma, ley, organización, religión y desconoció la cultura y presencia de los pueblos originarios. La invasión fue posible con base a procedimientos como el despojo, la violencia y la muerte. La época colonial consolidó el saqueo, la esclavitud, el hambre, la injusticia y el sometimiento de los pueblos originarios.

La independencia de la élite criolla el 15 de septiembre de 1821, carece de significado y tampoco tuvo consecuencias positivas para los pueblos originarios, más bien, fue la continuidad de las prácticas económicas, políticas, legales, culturales y religiosas que implementó la invasión y la época colonial solo que bajo la dirección y ejecución de quienes se consideraron herederos de los invasores. La organización y funcionamiento del Estado Monocultural responde a argumentos y estructura que datan de la invasión, la colonia y de la época republicana hasta nuestros días. La invasión y los hechos subsiguientes heredaron un modelo económico que se sostiene sobre la explotación, el despojo, el irrespeto a la vida y la sobreexplotación de los recursos naturales.

En el tiempo transcurrido de la época republicana no ha habido avance significativo en el reconocimiento real y concreto de los derechos colectivos de los pueblos originarios que cada vez más viven en condiciones de extrema pobreza, desnutrición, analfabetismo en el idioma Español y marginados de la estructura del poder político. Los pueblos originarios son los desconocidos intencionalmente en su propio territorio por parte del Estado de Guatemala. Cuando mayas, xinkas y garífunas demandan respuestas a sus derechos personales y colectivos son señalados de cometer actos de desorden, obstáculos al desarrollo, limitantes a los negocios privados, por lo que sus líderes sufren persecución y cárcel o desaparición y muerte.

Las revoluciones que ha vivido el país se han olvidado intencionalmente de los pueblos originarios y por lo mismo no hubo efecto alguno que beneficiara de manera directa a la población indígena y a sus elementos culturales. Las revoluciones han beneficiado solamente a determinados sectores.

En la actualidad, politiqueros, tecnócratas, burócratas y aprovechados conducen el Estado solamente para sus intereses, con visión y prácticas de discriminación y racismo. La legislación establecida mantiene permanentemente la injusticia y no identifica a la población que pertenece a pueblos originarios, salvo alguna excepción. Ahora, la educación escolar de todos los niveles forma para la sumisión y explotación sin misericordia y no aplica el marco conceptual para la realidad plural.

Durante este año de conmemoración del bicentenario de la independencia, los pueblos originarios deben insistir en la presentación de sus demandas políticas, económicas, culturales y sociales que sirvan para el proceso liberador que les permita el reconocimiento de sus derechos individuales y colectivos. Estos pueblos también tienen la oportunidad de celebrar día de luto y sufrimiento. Los pueblos de Guatemala, las instituciones de relevancia, la academia y el liderazgo honrado y responsable deben elaborar la propuesta para reestructurar los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo que facilite el reconocimiento pleno de los pueblos originarios y su representación en la estructura del Estado. Esta refundación del Estado de Guatemala debe responder a la equidad étnica, la interculturalidad, la democracia, la inclusión, la justicia, la paz y el desarrollo para todos.

Area de Opinión
Libre expresión de pensamiento.

Lea más del autor: