Estados Unidos: guerra civil o democracia

Sueños…

La venganza en contra de los que tomaron el capitolio podría más bien abrir nuevas heridas y acelerar el conflicto de división nacional.

Alucinante, una muchedumbre de inconformes con el triunfo demócrata, toman por asalto el Capitolio de los Estados Unidos, sitio emblemático que es el nido de la democracia de Estados Unidos, y ejemplo para el mundo, en donde se albergan los poderes del congreso y la cámara de representantes, órganos que simbolizan al pueblo de la nación norteña. En la reyerta mueren cinco personas y dejan la imagen del líder democrático del mundo muy estropeada.

Existen infinidad de interpretaciones del evento. Nosotros queremos repasar las más extremas. Por un lado, los visionarios apocalípticos que consideran que es el inicio del fin del paradigma democrático en el mundo, y la entronización de guerras y confrontaciones civiles generalizadas dentro de los Estados burgueses agonizantes. Y, la otra cara de la moneda, los optimistas empedernidos que consideran que es el inicio de una nueva etapa de construcción de acuerdos civiles por la democracia, en donde se generarán proyectos para el desarrollo humano solidario, equitativo y pacífico orientado a la protección de la naturaleza y el resto de especies de animales y plantas.

Un primer problema que se ha resuelto con esa ominosa confrontación ha sido allanar el paso de los demócratas hacia el poder. El rechazo de los medios, las redes sociales, los personajes públicos y el foro internacional, aislaron definitivamente a Trump. El presidente actual ha dado su brazo a torcer y promete un cambio de poder ordenado y pacífico. Si el desaguisado se hubiera guardado para el día de la juramentación, los resultados y los lamentos hubieran sido mayores.

Pero, la caja de Pandora está abierta. Ya sabemos que Biden será juramentado y que Trump le entregará la banda presidencial. Pero allí empiezan los problemas. Será capaz el presidente electo de evitar la confrontación civil que está planteada, las brechas entre grupos ideológicos y raciales adversos necesitan un nuevo enfoque, sí el presidente no se apresura a cerrar las brechas entre grupos minoritarios, el enfrentamiento podría derivar en la ruptura del país. Por el bien de una estabilidad debilitada en el mundo, todos esperamos que la nueva dirección del gobierno gringo tenga un proyecto de unidad nacional. La venganza en contra de los que tomaron el capitolio podría más bien abrir nuevas heridas y acelerar el conflicto de división nacional.

No hay que olvidar que las banderas que prevalen en la actual confrontación son las de la confederación frente a las de la unión. Los muertos resucitan y encarnan nuevamente visiones que parecían abolidas con el fin de la guerra civil hace 165 años. La historia siempre se repite. Una vez como tragedia y otra como comedia. Algunos afirman que Estados Unidos perdió el rumbo al ganar la guerra fría y destruir la URSS y el sueño socialista. Los partidos comunistas y el marxismo parecían condenados al basurero de la historia. Pero, al igual que el capitalismo se niegan a cumplir los deseos de los ideólogos. Ya que, al desaparecer la URSS, Estados Unidos perdió la razón de ser del Estado militar en que se convertido. Hasta inicio de la primera guerra mundial, los gringos eran una nación de millones de emprendedores competitivos, que apostaban su vida por los derechos democráticos y el espíritu individual. Lo que generó una nación progresista y dinámica. Pero desde su involucramiento en las tendencias militares para garantizar su hegemonía cambiaron de principios. De sustentarse en la democracia pasaron a fortalecer sus instancias militares, ya los héroes no son estadistas, escritores, empresarios ni artistas. Desde la segunda guerra mundial todo se reduce a rendir pleitesía al estatuto militar. Ya no se necesitan razones, ni pensamientos, ni discusiones para conducir el mundo, solamente falta aplicar la tecnología a la producción, venta y utilización de las armas en todo el planeta.

Pero, sí no hay un paradigma que de unidad a la nación, los Estados entran en procesos de descomposición. Eso le está pasando al imperio gringo.

“Max” Keiser y Stacy Herbert, una especie de analistas abstractos irreverentes, manifiestan que un grave error de las administraciones demócratas fue buscar el abaratamiento mundial de la mano de obra para las corporaciones estadounidenses. El abrir la puerta de la OMC y la definición de nación más favorecida para China, fue el inicio del desastre gringo, y el desbaratamiento de sus empresas. El traslado masivo de empresas gringas y europeas hacia el continente chino generaron desempleo y quiebras internas en los países desarrollados. Nadie entiende por qué los dirigentes gringos imaginaron que la dirigencia empresarial y política cantonesa no iba a copiar y mejorar los avances científicos y tecnológicos occidentales. Estados Unidos aprendió a vivir del crédito chino. La deuda del gobierno gringo se hizo escandalosamente grande. Todo el aparato político y de funcionarios de Estados Unidos dependen de los excedentes chinos. Y, China invierte las ganancias en intereses en el aparato industrial y militar de la potencia oriental.

Estados Unidos, y sus aliados, abandonaron su liderazgo basado en la industria y el cambio tecnológico, que son altamente productivos; y se pasaron al sector financiero-bancario y militar que son pura apariencia. El resultado la emergencia de competidores inesperados, en primera línea China y Rusia, en segundo lugar Turquía, Arabia Saudí, Irán, India. Parece que las cartas están echadas, la cultura occidental pierde el liderazgo mundial y nos puede hundir en un retorno a la edad media.

No todo está perdido. La pandemia del coronavirus aceleró las contradicciones políticas y económicas internas, generando el caótico proceso electoral norteamericano. Biden tiene en sus manos la posibilidad de realizar las reformas profundas en el sistema económico competitivo para debilitar las industrias petrolera y armamentista y retornar a la industria y el cambio tecnológico favorable a la población civil. Promoviendo la integración social de todos los grupos ideológicos, étnicos, políticos y culturales, generando un clima internacional de paz y negociaciones de conflictos y provocando un paradigma de protección radical de la naturaleza y sus especies.

El futuro está abierto, es hoy. Veremos sí el humano es capaz de reconstruir sus relaciones sociales y con la naturaleza en paz y armonía o continuamos la caída hasta lo más profundo del infierno.

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Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.