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Covid-19: ¿cuáles fueron las equivocaciones?

Sueños…

El mundo se tambalea, el Covid-19 apareció como un trueno en el cielo y se propagó rápidamente por el mundo. Todos hablan de él, todas las potencias humanas: económicas, religiosas e intelectuales se aglutinan para combatirlo. Al final su impacto sobre la salud fue exageradamente mediático. Su verdadero impacto será económico, político y social. Los gobiernos, la principal potencia de la sociedad, reaccionaron en forma aparentemente errática, y en el caso del tercer mundo la llamada fue a paralizar a la población y sus actividades productivas.

Aunque los contagios alcanzan los 90 millones de personas y las muertes tan lamentables 2 millones, en términos relativos no es un impacto elevado. Ya se menciona que la tragedia será la crisis económica que se profundizará y la confrontación social que tendrá consecuencias arrolladoras.

El banco central del mundo, el FMI, publica en su revista F&D[i], que los millones de jóvenes que sobrevivirán a la pandemia, se enfrentarán a un mundo aterrador. No encontrarán puestos de trabajo fácilmente y luego, los ingresos de la población en su conjunto se verán fuertemente disminuidos durante décadas, lo que promoverá el aumento de las organizaciones del delito, una despiadada lucha de las burocracias del Estado por mantener sus rentas, las familias estarán menos satisfechas y se verá disminuir la expectativa de vida.

Como era de esperarse, los humanos tenemos escasa memoria, aunque las pandemias se repiten periódicamente, siempre que pasan cometemos el error de pensar que será la última. En lugar de analizarla y organizar el mundo para proteger el ambiente y prepararnos en forma solidaria, preferimos olvidar la heridas del pasado. Lo que nos lleva a cometer los mismos errores una y mil veces. Thierry Meyssan[ii], un crítico destacado del sistema actual, señala algunos errores cometidos por los gobiernos ante la pandemia.

Al no contar con teoría organizada los gobiernos occidentales se dejaron llevar por el pánico. Al no contar con planes estratégicos se tendió a confinar a la población sana destruyendo estructuras esenciales de la economía; se ha privilegiado la protección del sistema financiero y bancario antes que a la población; no se invierte en industria y tecnología, se emite dinero sin respaldo; el déficit fiscal en todo el mundo aumenta, y la ilusión monetaria abarca el mundo entero. Y el principal riesgo, el cambio climático ha sido olvidado, solo estamos esperando la caída al abismo.

Los gobiernos en pánico han generado una situación de incertidumbre y temor en todos los sectores. Los únicos que no ven la tormenta son las burocracias estatales y los millonarios que manejan los sectores financieros, exportadores e importadores que acumularon riquezas antes y durante la crisis.

El mundo, el ser humano, ha entrado en guerra consigo mismo. Al olvidar las causas del cambio climático está dejando que el problema crezca y se vuelva inmanejable. No se da cuenta que tiene que hacer una reforma drástica al sistema capitalista y encontrar otras formas de producción y consumo. Es indispensable el control de la población y la generación de amplias áreas de naturaleza protegida. Lo único que puede salvar al planeta es que todos los países del mundo se pongan de acuerdo en dividir cada territorio en dos partes, una para humanos y otra para que las otras especies vivan en forma silvestre.

Las hipótesis apocalípticas del virus mencionan dos posibles tendencias del mismo. La primera, sí el virus es un arma inventada por el humano, parece descabellado, pero así somos, entonces el virus está diseñado para exterminar la mayor cantidad de humanos y estará mutando durante cierto tiempo, ojalá sin acabar con el homo demens o sapiens.

La segunda versión es benigna. El virus es un ser viviente, necesita otro ser vivo para existir su cómoda vida de parásito. “‎Es por eso que todas las epidemias ‎causadas por virus comienzan con altas cifras de mortalidad, que disminuyen paulatinamente ‎a medida que el virus se adapta al hombre”. De tal suerte que a mediados del 21 empezaría el final de la pandemia. Sea cual sea la versión real, las consecuencias de la crisis están por empezar.

Ante el desconocimiento de qué hacer los gobiernos cometieron varios errores. Uno, negar la pandemia y paralizarse en los primeros momentos, esperando las respuestas del exterior, OMS, gobiernos líderes o clamando al cielo. Dos, el confinamiento sin generar alternativas de sobrevivencia; al desarmar los sistemas productivos y comerciales reales, cerrando fronteras, con toques de queda, cierres de empresas y confinamiento masivo, se dejó a la población paralizada. Provocando incertidumbre y rigidez para reiniciar los procesos económicos.

La caída de la Unión Soviética, que con su presión sobre derechos de la población a la salud y educación generalizadas provocaba que los países capitalistas invirtieran en hospitales, escuelas y colegios públicos. Al caer la URSS, el capitalismo se debilitó. Pensó que ya no existía la amenaza de no dar servicios sociales, ya que nadie se levantaría para amenazar el sistema. Y, en la mayoría de países se pasó a privatizar los servicios sociales. El virus ha mostrado el error de pensar de forma tan egoísta. Al no tener un sistema hospitalario sólido la pandemia se apoderó del mundo en forma completa.

Hay que volver a los principios: protección de la naturaleza, democracia política, servicios sociales esenciales: educación primaria y secundaria de calidad, con salud generalizada y economía de subsistencia.


[i] https://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/2020/12/future-of-youth-in-the-era-of-covid-19.htm?utm_medium=email&utm_source=govdelivery

[ii] https://www.voltairenet.org/article212109.html

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Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

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