Cuando de los bosques, solo cenizas quedan

Lugar Hermenéutico

Como cada año, recién empezamos a observar, uno de los tantos problemas ambientales que amenazan el patrimonio natural del país, tal es el caso de los incendios forestales.

Si tomamos en cuenta, que, de diciembre a la fecha, se han registrado más de 60 siniestros, todo parece indicar que como sucede cada año, nuevamente veremos suntuosos bosques, convertirse en cenizas.

Solamente en 2020, se tiene registrado, la pérdida de más de 75,000 hectáreas de superficie boscosa, de las cuales, más de 50 mil, se ubican en el interior de las mal llamadas, “áreas protegidas”. 

Si a lo anterior, sumamos, las grandes pérdidas en materia de bosque, provocados por la incorporación de tierras forestales, a usos agropecuarios, o bien, por la quema de grandes extensiones de pastizales, o los malos manejos en vertederos, tal es el caso de lo ocurrido en villa nueva, el pasado domingo, la cantidad es mucho mayor, pues muchas de estas pérdidas no se registran.

Esto, más la alteración de las condiciones climáticas, reflejadas por altas temperaturas, un déficit hídrico, así como por la poca capacidad de respuesta del Estado, nos encontramos ante un serio y recurrente problema, el cual, está convirtiendo en ceniza, buena parte de nuestro capital natural, pues anualmente, miles de hectáreas de bosque quedan reducidos en ceniza.

El bosque, es uno de los grandes proveedores de servicios ambientales, además de proteger y enriquecer la biodiversidad en el planeta, es un elemento fundamental en la lucha contra el fenómeno del cambio climático.

En un país, donde casi el 33% de su territorio, se denominan “áreas protegidas”, la prevención y el fortalecimiento de la capacidad de respuesta, para prevenir los incendios forestales, debe ser una política clara de acción del Estado.

Más allá, de la institución que tenga a su cargo, esta labor de respuesta debe enfocarse el mayor esfuerzo en la prevención de estos, principalmente, con los medios que la tecnología pone hoy al alcance, en lo respectivo a la teledetección, de los puntos de calor en el país, que permita la prevención de estas tragedias a la vida de la flora y de la fauna.

Lo que no se puede, es solo seguirse resignando, a ver el color de las cenizas que quedan, o pedirle a Dios que mande lluvia para que los apague.  La sociedad, autoridades municipales y gobierno central, deben sumar esfuerzos, para evitar, que cada año sea recordado en el histórico, como el periodo en que más bosque, más vida, fue convertido en cenizas por la indiferencia para la prevención y atención oportuna de este grave problema.

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