Extenso… Pero tiene que leerlo
Mirilla Indiscreta
La intervención de Guatemala fue una decisión estratégica de la corriente dominante en la implementación cíclica de las relaciones internacionales de los Estados Unidos, cuya única razón de ser, obedece a una dinámica natural en los imperios, que pretende acentuar y perpetuar su dominio, en la dimensión geográfica de su influencia territorial, siempre buscando, como aspiración máxima, un control o influencia global.
Y no obstante que durante la Segunda Guerra Mundial la sucesora de la Rusia zarista ya convertida en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y los Estados Unidos de América fueron aliados triunfadores, frente al eje alemán hitleriano, el tiempo y las condiciones geopolíticas los hicieron feroces competidores por el dominio mundial.
En aquella conflagración mundial, se integraron como fuerzas antagónicas a los aliados de occidente, de manera determinante, el imperio Japonés y los italianos, otrora gestores del monumental Imperio Romano, en esta etapa, bajo el liderazgo carismático de Benito Mussolini quién como Presidente del Consejo de Ministros de 1922 al 43 y ya como incontestable Dictador y Duce (guía) de la República Social Italiana hasta 1945, y quién aún antes que Hitler, se perfilaba como el incuestionable caudillo italiano, y que en el ocaso de su régimen, en plena fuga, después del colapso alemán, fue capturado y fusilado al lado de su amante Clara Petacci y posteriormente ambos colgados en la plaza pública de una aldea, y sus cadáveres, con la cabeza hacia abajo, fueron escarnecidos por la plebe, que exaltada, les disparaba y ultrajaba a discreción.
Esto sucedía dos días antes del suicidio de Adolfo Hitler y su recién desposada pareja Eva Braun el 27 de abril de 1945.
Retornar a estos hechos, nos confirma el destino común de casi todos los tiranos y malos gobernantes… que lamentablemente en la lujuria y disfrute del poder, se embrutecen y repiten la historia.
Después del final de la Segunda Guerra mundial, las dos más importantes potencias del mundo de aquella época, se consolidaron como consecuencia del triunfo de los aliados, por ser abanderados de los dos principales sistemas políticos que plantea la historia: Capitalismo y Socialismo, este último transformado en causa política planetaria a partir de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista de 1848 suscrito por Carlos Marx y Federico y Engels y que convoca a los obreros del mundo a unirse en lucha proletaria, para acelerar la destrucción del sistema capitalista proponiendo para su realización, una radical y revolucionaria transformación del sistema.
Este cambio estructural se inicia, con la organización del Partido Comunista, instrumento político para integrar los intereses de los sectores populares, impulsando una confrontativa y militante lucha de las clases.
Dicho proceso revolucionario al triunfar, instalaría, teóricamente de manera transitoria, -aunque en la realidad se ha terminado, por instaurar regímenes totalitarios, de manera permanente- la Dictadura del Proletariado, que tendría como propósito la destrucción del Estado Burgués con la instalación utópica, nunca alcanzada, de la Sociedad Comunista sin Clases y sin Estado, regidos por procesos de Autogestión Social, que reemplazarían la vocación represiva del Estado.
Con dos visiones diametralmente opuestas, animados por la victoria, como aliados, posterior a la Segunda Guerra Mundial, la confrontación de la Unión Soviética y los Estados Unidos, fue inevitable, desarrollándose la llamada Guerra Fría, que culminó con la caída del Muro de Berlín en 1989 y Desintegración de la Unión Soviética que se dio por vencida en la confrontación geo-política frente al dominio UNIPOLAR de los Estados Unidos.
Ya con mucha soberbia, y como Imperio Único Dominante, los Estados Unidos, ignoró las nuevas formas de lucha de una dirigencia ideológicamente formada, experta en adaptarse o crear las CONDICIONES a largo plazo, para alcanzar el poder.
La naturaleza internacionalista de aquella primera convocatoria política del Manifiesto del Partido Comunista en 1848 de Obreros del Mundo Uníos, estaba diseñada para una lucha a largo plazo, que no reconocía Soberanías Nacionales, Democracias, ni Repúblicas.
Los sistemas Jurídicos de los Estados, fueron creados, de acuerdo a las convicciones de los soviéticos y sus pensadores clásicos y contemporáneos, como una Supra Estructura Jurídica para garantizar el control socioeconómico de las Clases Dominantes, Sistemas Jurídicos, percibidos como instrumento al servicio de la explotación económica de los sectores sociales que no cuentan ni controlan los medios de producción ni los sistemas políticos que los sustentan.
Con esa visión la tradición Constitucional, fundada en otros principios, sobre la que se asienta el Estado De Derecho, La República y la Democracia contemporánea, contrarios a los valores sustentados por la ortodoxia marxista, los vieron plasmados en la Constitución y sus enmiendas, de los Estados Unidos de América promulgada en 1776.
A partir de la Guerra Fría inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial combinada con la mayor crisis de identidad de la Unión Soviética por la caída del Muro de Berlín y su casi inmediato colapso como potencia, los Estados Unidos se transformaron, sin importar el plazo, en el icónico símbolo del capitalismo a destruir, transformándose en el objetivo de conciencia y acción, de una dirigencia curtida en la lucha, acostumbrada a sumar generaciones sin medir el tiempo.
Siendo las Constituciones Nacionales de corte occidental, el ordenamiento sublime de las sociedades organizadas, para proteger la República, la Democracia y la tutela jurídica que privilegia los derechos individuales como parte del bien común, de forma tal que se opone al planteamiento determinista de la contradicción marxista, se convierten ese tipo de constituciones, en un objetivo estratégico para transformarlas estructuralmente.
Nuestra Constitución Política es un claro ejemplo de esa vocación llamada Antropocéntrica, porque hace de la persona humana el principio y fin de toda su normativa.
Mucho antes del llamado Neo-Constitucionalismo del que se comenzó a escuchar a finales de los años noventa, que en algunos cónclaves jurídicos lo hicieron tema de discusión, con el objeto de cuestionar el concepto originario de la teoría constitucional y el constitucionalismo, con un aparente y novedoso maquillaje doctrinario e intelectual, otro engendro jurídico tomaba cuerpo a mediados de los años sesenta.
El tratadista alemán Günther Jakobs, denominaba DERECHO PENAL DEL ENEMIGO, a su propuesta inquisidora, que hacía retroceder las prácticas del Derecho Procesal Penal y ciencias penales afines a la edad media, eliminando todas las garantías procesales del imputado, haciéndolo culpable, sin haberse desarrollado ningún proceso a partir de la sindicación.
Instrumento perfecto, para distorsionar con el tiempo la persecución política con el ropaje legal que hizo de algunos jueces, sicarios políticos, y, de los magistrados de cortes privativas, verdugos constitucionales, JUDICIALIZANDO LA POLITICA Y POLITIZANDO LA JUSTICIA como fenómeno extendido en diferentes partes del mundo, del cual Guatemala se transformó en primer y único ejemplo universal.
Principio de inocencia, Debido Proceso, plazos, términos y todas las garantías procesales que no permiten que nadie sea condenado sin haber sido citado, escuchado y vencido en juicio, transformados en postulados inservibles en manos de jueces prevaricadores y corruptos, por las prerrogativas que les reporta la entrega incondicional a los interventores extranjeros.
Guatemala, primer y único país en el mundo, donde se perfeccionó el DERECHO PENAL DEL ENEMIGO, Y EL NEOCONSTITUCIONALISMO, como eficaz experimento, para posteriormente ser aplicado en el verdadero objetivo: los Estados Unidos, que hoy se debaten entre la guerra civil y el dominio de quienes gestaron desde adentro, como una manada de Caballos de Troya, por convicción y por consigna, la destrucción del Imperio.
En Guatemala, esta semana fue escenario de una lucha intensa por el retorno a la institucionalidad por la vía pacífica.
Creo que, por el peso de lo racional, sobre lo arbitrario, abusivo e ilegal, como una excepción, al margen de sus íntimos intereses y deseos, de los interventores y sus cómplices, se mantendrá el resultado para la integración de la Corte de Constitucionalidad.
Presión, para que sustituyan el poder legal por un poder abusivo como el que se ha ejercido caerá sobre ellos, los electos, directamente, como ha sido hasta la fecha en el seno de semejante tumor maligno del Estado.
Tienen, nuevamente los electos, la obligación moral, de devolverle el Estado de Derecho y Régimen de Legalidad al Estado de Guatemala para reanimar la República.
Si piensan que actuaran como los nuevos soberanos y dictadores del país, defraudarán la última esperanza de que termine este remedo de República sin derramamiento de sangre.
No son los nuevos verdugos de la Constitución… deben asumir con humildad, su función de servir a la República, defendiendo la Constitución y haciendo efectiva su misión jurisprudencial, sin atropellar los límites que les fija la constitución y las leyes, que nunca los concibió como los usurpadores despreciables de un poder totalitario.
Así se fortalecerá nuestra identidad nacional, para robustecer nuestra identidad regional, como única opción para lograr el bien común, el desarrollo y la paz.

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