A la raíz de la migración, sí, pero con las soluciones correctas
Evolución
El miércoles de esta semana la Vicepresidente de Estados Unidos, Kamala Harris, anunció que el presidente de su país le ha encargado que lidere las labores diplomáticas con los gobiernos de México, El Salvador, Honduras y Guatemala, señalando que para atender la situación que actualmente se está viviendo en sus fronteras debido al reciente incremento de la migración irregular, se deben atender las causas del problema desde sus raíces. Al efecto, también se habían programado reuniones entre funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional y Departamento de Estado de Estados Unidos y de los gobiernos del triángulo norte de Centroamérica. Se entiende que los esfuerzos que pretende el gobierno de los Estados Unidos de parte de los gobiernos centroamericanos y mexicano van en la línea de ser más efectivos en detener las caravanas de migrantes y mejorar las condiciones económicas y de seguridad, a modo de crear más oportunidades de empleo para las poblaciones de estos países, de manera que se reduzca la migración hacia el norte, dadas las circunstancia apremiantes que viven muchos en nuestra región, para lo cual el gobierno de Estados Unidos también ha ofrecido un programa de ayuda económica sustancial.
Desde la perspectiva de la actual administración demócrata en Estados Unidos, ellos deben balancear dos temas en términos de la opinión pública. Por un lado, deben mantener la percepción de ser más amigables a la migración, a diferencia de la administración anterior, para mantener contentas a sus bases, y particularmente a la población hispana que representa un caudal electoral importante, para lo cual han presentado iniciativas de ley para regularizar el estatus e incluso acelerar el proceso de ciudadanía para muchos migrantes, particularmente menores, sobre todo considerando los réditos políticos que ello puede tener para su partido. También tienen que dar la impresión de dar un mejor manejo y trato a las personas que se encuentran en los centros de detención dadas las recientes oleadas migratorias. Por otro lado, entienden que una política migratoria demasiado flexible o de fronteras abiertas terminaría alienando a otra parte de la población que ve el tema con más preocupación, lo cual podría implicar que pierdan la ligera ventaja electoral que obtuvieron en el reciente ciclo y que podría traducirse en la pérdida del control de alguna o ambas cámaras del legislativo en dos años. En ese contexto es que hoy presionan a los gobiernos de la región, bajo el supuesto que se deben atender las causas del problema desde la raíz, lo que esencialmente significa mejorar las condiciones económicas en nuestros países, para que la gente no busque en el país del norte las oportunidades que hoy no existen en sus propios países.
En realidad, mejorar las posibilidades de crecimiento y desarrollo en nuestros países debería ser un objetivo primordial, y no el resultado de presiones del gobierno de Estados Unidos porque eso es lo que les conviene. Independientemente de ello, la forma en que tanto el gobierno estadounidense y los gobiernos de la región pretenden eliminar las causas de la pobreza en nuestros países obedecen a las mismas fórmulas fracasadas, estatistas, intervencionistas de la economía y expansivas del gasto público, en este caso para los tributarios estadounidenses también, que poco o nada tienen que ver con las verdaderas soluciones al problema de falta de oportunidades de crecimiento, de desarrollo económico y de creación de empleo. En Guatemala, particularmente, más bien pareciera que nos hemos dado a la tarea de ahuyentar a las pocas inversiones que se han arriesgado a venir al país. Hace dos semanas, por ejemplo, exponía cómo la Corte de Constitucionalidad, en lugar de hacer una interpretación integral de la constitución y tratados, y de velar por el interés general de la nación, se ensañó en privilegiar a un reducido grupo de activistas ideológicos, destruyendo inversiones multimillonarias lo cual significará grandes pérdidas económicas y de oportunidades para el país. El gobierno tampoco ha ayudado, habiendo continuado con la terrible práctica de presupuestos deficitarios y particularmente con un incremento más que irresponsable de la deuda pública cuyos efectos inflacionarios apenas se empiezan a ver. Tanto que se podría hacer para mejorar las condiciones económicas de raíz, como por ejemplo reducir impuestos a los rendimientos del capital productivo, flexibilizar el mercado laboral y permitir la contratación a tiempo parcial, liberalizar más el comercio, reducir el gasto público, la burocracia, la influencia de los sindicatos que han destruido la educación pública y reenfocar los procesos educativos para dar aptitudes y capacidades productivas a nuestros jóvenes, a la par de otros temas fundamentales como dar certeza jurídica a las inversiones, a la propiedad privada, así como dar estabilidad. Con las mismas recetas de siempre de simplemente tirarle más dinero al problema y demandar que dichos fondos no caigan en las garras de la corrupción intrínseca al estado, en realidad no se va a resolver nada y muchos de nuestros compatriotas seguirán huyendo de nuestros países en busca de mejores oportunidades.

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