A propósito del día internacional de la salud
Lugar Hermenéutico
En el año 1948, la Asamblea Mundial de la Salud, proclamó el 7 de abril como Día Mundial de la Salud. Esta fecha fue escogida en conmemoración de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En 2020, el Día Mundial de la Salud nos sorprendió en pleno confinamiento, decretado en la mayoría de los países, debido a la grave pandemia de COVID-19. Este 2021, ya con tiempo para reflexionar, la Organización Mundial de la Salud pone el acento en las desigualdades que existen y que condenan a las poblaciones más pobres a esta enfermedad.
El lema del Día Mundial de la Salud 2021 es: «Construir un mundo más justo y saludable». Está claro que la pandemia de coronavirus ha afectado más directamente a las poblaciones más pobres y que tenían servicios sanitarios más deficientes, como es el caso de nuestro país.
El abandono, deterioro y crisis de la red de servicios de la salud pública en Guatemala es evidente, la falta de infraestructura, medicamentos, recursos humanos y la pésima administración de las autoridades a cargo de esta cartera, en este, como en los gobiernos predecesores, son consecuencias, de un Estado que no ha priorizado la salud de su gente, como un elemento básico del Desarrollo Humano.
Si queremos avanzar como sociedad hacia el progreso social, debemos emular lo que otros países han hecho, al reformar por completo sus sistemas de salud y educación, pues de poco sirve inyectar recursos en los actuales esquemas, por demás fallidos.
El problema de la salud en Guatemala, no se trata únicamente de asignación de más recursos, pasa por diseñar un sistema que se base en modelos de salud preventiva y otros métodos alternativos alejados de los intereses de las grandes farmacéuticas transnacionales y de sus representantes locales.
Un Estado que de verdad se precie de tomar en serio el tema de Salud, debe esbozar un modelo renovado, en el cual tenga igual importancia la salud física, como la salud mental y social de su población, entendiendo por esta última, como el entorno socioeconómico y familiar del individuo. Según la Organización Mundial de la Salud, los determinantes sociales de la salud son aquellas circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, estas circunstancias son el resultado de la distribución del ingreso en la sociedad.
Necesitamos un sistema que integre, ordene y regule todas las funciones sanitarias, pero con la capacidad de descentralizar y desconcentrar los servicios. Con igual nivel de importancia debe pensarse en un sistema de salud con características socioculturales, reconociendo el alto valor de la interculturalidad de nuestro país y ponderando la sabiduría ancestral, la medicina nativa y la transmisión de estos conocimientos.
En este, como en otros temas, vamos bastante tarde, sin embargo, hay que entrarle, pues más vale tarde que nunca.

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