No puede ponerse peor
Sueños…
El Banco Interamericano de Desarrollo, un nombre bastante ambicioso e inoperante, publicó recientemente su informe económico sobre Centroamérica y otros[i]. Al estudiar el documento la conclusión podría ser parecida a las palabras de Grace Kelly a Diana de Gales, “no te preocupes, cariño, solo se pondrá peor”.
En forma demagógica varios sectores de la región esperan realizar grandes eventos de las jerarquías militares, políticas, académicas y profesionales celebrando a todo platillo los 200 años de “independencia”, sin embargo, al regresar a la realidad nos damos cuenta de que no hay nada que celebrar. A lo sumo un país tiene resultados que pueden ser mostrados como exitosos.
Repasemos rápidamente algunos datos del mencionado documento del BID. En niveles de pobreza estos países están entre los peores del mundo, el trabajo en Guatemala, El Salvador, México, Honduras, Nicaragua tiene características del feudalismo. Empresarios latifundistas explotan la mano de obra barata y mantienen a la población al borde de la subsistencia. Los peores Guatemala y Honduras, la pobreza ronda entre el 51 y 54% de la población, que vive por debajo de $5 diarios por persona; seguidos por México y El Salvador que rondan entre el 31 y 34%; los mejores República Dominicana, Panamá y Costa Rica con 18, 16 y 15%, respectivamente.
Los países de esta región se acostumbraron a recibir ingresos gratis del exterior, generando pocos incentivos a la producción y el emprendimiento. Los aliados de los gobiernos ineficientes son cerca de un 20% de la población que recibe remesas del exterior. Agregando a ello que los gobiernos tienen décadas de recibir ayuda para el “desarrollo”. Recursos que motivan poblaciones sin incentivos ni a estudiar ni a trabajar, y gobiernos que malgastan la ayuda externa. ¿Cuál será el límite? La pandemia actual empieza a presionar por cambios.
Según el informe del BID, la pandemia está provocando enormes problemas sociales. Al estancamiento de la economía por cierres de pandemia se le suma la disminución de las remesas del extranjero. El pronóstico del BID es que aumentará la pobreza y sus secuelas de violencia familiar, delincuencia, auge del mercado de drogas y migraciones. Según el informe Costa Rica incrementará la pobreza en el corto plazo en 241 mil personas, Panamá 301, El Salvador 478, Honduras 536, Guatemala 581 y Dominicana 677.
Los países latinoamericanos, con sus raras y maravillosas excepciones de Costa Rica, Chile y Uruguay, siempre han padecido espantosas desigualdades. La pandemia actual está provocando la profundización de esas desigualdades y dando lugar a la desesperación de la población. Generando espectaculares confrontaciones sociales en Bolivia, Colombia, Ecuador, Chile, que tienden a generalizarse por todo el continente. Para el caso centroamericano, hasta Panamá y Costa Rica se ven amenazadas por el desempleo, el hambre y la desesperación de las muchedumbres.
En Costa Rica, el país más desarrollado de la región, la confrontación social no está lejana. El 20% de la población tiene ingresos de cerca de dos millones o más de colones; mientras que el 80% tiene ingresos menores a un millón. Lo que provoca la extinción de la clase media, la principal fuente de estabilidad del sistema capitalista. La clase media se convierte en principal base social del sistema gracias a su acceso a rentas. Propiedad de la tierra mejor distribuida, acceso a cargos del Estado, preparación profesional universitaria, posibilidad de acenso social y acceso a puestos políticos del gobierno.
Según el informe del BID, Uruguay 7º lugar y Costa Rica 10º, son los únicos países con estabilidad política en la región. En la clasificación de 163 países, interpretamos nosotros, que estar ubicado en los primeros 25 es positivo. Del 26 al 66 con riesgo de entrar en conflicto; del 61 al 90 segundo nivel de riesgo; del 91 al 125 alto nivel de riesgo; y de 126 en adelante en bancarrota. Con tendencia a enfrentamientos violentos y desestabilizadores estaría México, República Dominicana y Panamá; El Salvador, con una leve esperanza de reforma; y luego, Honduras, Nicaragua y Guatemala en alto riesgo de conflicto y destrucción de riquezas naturales y humanas que no tienen ningún resultado positivo.
Como una película de terror los datos se acumulan. En cuanto acceso al poder y derechos de las minorías étnicas para mejorar su situación, la región es, como no, muy negativa. Guatemala cuenta con un 45% de la población indígena y solamente un 5% de representación de minoría en los órganos del poder; los mejores, aunque lejanos a la equidad son Belice y Panamá. Con 22% de la población y representación del 13% Belice y Panamá con 15% y 9%
La representación femenina también es discriminatoria. Costa Rica, Nicaragua y México tiene entre el 46 y 48% de representación femenina en el congreso. Belice, Guatemala y Honduras son los peores con 17, 19 y 21% respectivamente.
La pandemia, entre sus virtudes, ha destapado estas desigualdades, que son el caldo de cultivo para la confrontación. Es indispensable reconstruir estas naciones fallidas y convertirlas en Estados modernos. Se necesitan profundas reformas constitucionales para iniciar el camino de países equitativos, defensores del ambiente, sus especies y solidarios. Las constituciones tienen que establecer la no reelección presidencial, la reelección de un solo período para diputados, la elección de magistrados por un máximo de 8 años en el poder; el gasto en educación de calidad en primaria y secundaria del 10% del PIB, la construcción de un solo sistema de salud nacional para todos.
Mientras que no se hagan estos cambios, seguiremos siendo países semi-colonias, al amparo de los países donantes y las remesas de emigrantes, es decir, países quasipedigüeños. Ojalá, que las hojas no nos rompan cuando caigan.
[i] BID (2020). Desigualdad y descontento social: Informe económico sobre Centroamérica, Haití, México, Panamá y República Dominicana.

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