En Guatemala no hubo genocidio
Kidon
Como sabrán, el país atravesó por un enfrentamiento armado interno que por más de treinta y seis años cobró la vida de miles de personas, el secuestro de otras y la destrucción de importante infraestructura en perjuicio de los guatemaltecos.
Todas estas acciones fueron ejecutadas por un puñado de delincuentes terroristas quienes bajo el pretexto de luchar por los desvalidos, se alzaron en armas para tomar el control del Estado con el objeto de imponer un régimen marxista de miseria y esclavitud que les generara grandes beneficios económicos a los rufianes revolucionarios.
Así, cada mañana los medios de comunicación reportaban las noticias sobre los crímenes cometidos por los facinerosos, los que comprendían desde ejecuciones en contra de población civil que se negaba a participar en sus filas, la destrucción de las aldeas, el robo de ganado, el secuestro de líderes comunitarios, hasta el derribo de puentes, torres de energía eléctrica y demás obras de beneficio común.
El Ejército de Guatemala, en cumplimiento del mandato constitucional salió en defensa de la institucionalidad, las personas y sus bienes, enfrentando así a un ejército de desalmados asesinos expertos en masacrar, torturar, secuestrar y cercenar a sus víctimas sin importar su edad o sexo.
Fueron tiempos sumamente complicados, debido al apoyo económico y mediático internacional que recibían los facciosos, mientras nuestros soldados libraban cruentas batallas en la montaña, en condiciones deplorables, pero con un espíritu de cuerpo y amor por el país que los motivaba a seguir adelante a pesar de las circunstancias adversas.
Esa convicción de hacer el bien fue la clave para que nuestros héroes de guerra logran vencer por completo a los delincuentes terroristas que socavaban el Estado de Derecho quienes, ante la derrota humillante en el campo de batalla, no tuvieron otra opción más que iniciar una campaña de victimización, fundamentando sus cobardes lloriqueos en supuestas violaciones a los derechos humanos.
Fue así, como los vencidos en armas empezaron a expandir el estribillo del genocidio, el cual tenía un doble propósito, primero, buscar la persecución penal de quienes los habían derrotado y por el otro, obtener grandes sumas de dinero como consecuencia de los resarcimientos que el Estado debería pagarles. Así, iniciaron una romería internacional con sus aliados que les permitiera difundir falsos crímenes de guerra a nivel mundial, mientras en Guatemala reclutaban a jueces y fiscales que con posterioridad les avalarían cuanta ilegalidad promovieran, siempre y cuando fuera destinada a encarcelar a los militares.
Usando las instituciones públicas como trincheras de guerra, los procesos penales como herramientas de persecución penal y los medios de comunicación como agentes de desinformación, se continuó la guerra por otros medios, pero con el mismo objetivo, es decir, atentar en contra de la institucionalidad, lanzando el primer cañonazo del genocidio, por el cual lograron sentar en el banquillo al general Efraín Ríos Montt.
La farsa incluyó además de una investigación ilegal y maliciosa, la visita ilegítima de diferentes funcionarios de la comunidad internacional, los circos de oenegeros salivando por la indemnización, las supuestas víctimas y testigos que no habían nacido para las fechas imputadas, y la designación a dedo de un tribunal conformado por inquisidores que antes de iniciar el juicio, tendrían la sentencia condenatoria redactada y firmada.
Pero, como lo que mal empieza mal termina, la Corte de Constitucionalidad de la época, en su función garante del control constitucional, resolvió anular por completo la sentencia ilegal e ilegítimamente emitida por el tribual presidido por Jazmín Barrios, en virtud de las graves violaciones al debido proceso, ordenando repetir el juicio, el cual, también culminó con la absolución del general José Mauricio Rodríguez Sánchez.
Ello, viene a fundamentar que en Guatemala no hubo genocidio, ni la existencia de plan alguno encaminado a exterminar al pueblo Ixil, como falsamente algunos malos guatemaltecos pretenden hacer creer. Así que, con toda certeza y solvencia moral podemos decir qué en Guatemala, no hubo genocidio.
“… Paladines gloriosos dejaron, en la historia sus nombres de luz, porque en bien de la patria lucharon, con la pluma, la espada o la cruz…”.

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Exelente comentario de Raul Falla comparto su pensamiento, y es que el confrontamiento en Guatemala tiene color, tiene olor shuco, tiene sabor a venganza y a defender y a denigrar al ser humano es cierto que algunos se les fue la mano pero se supo en su momento, y un pensamiento que a esa gente que busca que se les adule con una imagen que no es la nacional sino la cubana a la argentina, es triste que no sean originales patriotas…sus argumentos son falaces y carentes de dignidad Guatemalteca deberian de ser mas originales..que tristeza y decepcion.