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Tolerancia y democracia

Punto de Vista

Julio María Sanguinetti, (ex presidente de Uruguay en dos períodos 1985-1990 y 1995-2000) en su libro “La agonía de una democracia”, proceso de la caída de las instituciones en el Uruguay (1963-1973), expresa: “la república feliz y justiciera de Batlle y Ordoñez, acosada, comienza a retroceder. Está ganando la intransigencia y sólo con el tiempo el Uruguay entenderá que, antes de perder la democracia, perdió la tolerancia”.

La tolerancia es un valor de la democracia. Según la RAE, es el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. La tolerancia permite vivir de manera pacífica, se puede convivir, es socialmente útil. No es renunciar a nuestras ideas, es el respeto mutuo, lograr el diálogo y también el desacuerdo. Es un intercambio y no necesariamente entre iguales, es considerar al otro, la presencia de lo diverso. 

La tolerancia es una actitud mental, una actitud mental positiva, que, sin caer en majadería, abre el camino a la esperanza frente una realidad que es siniestra y negativa la mayoría de las veces. 

¿Somos tolerantes? ¿Cuánto trabajamos y mejoramos esa actitud mental en nuestro diario vivir y convivir? Contestando de manera sincera, tal vez nos veamos reflejados en la sociedad que tanto criticamos. Tal vez, no somos lo suficientemente tolerantes para construir una sociedad democrática que se aleje del autoritarismo, porque el punto central para llegar a una construcción autoritaria habita en la idea de «enemigo». Basta recordar la nefasta doctrina de seguridad nacional que aún parece dar coletazos, cual serpiente que aún decapitada, sigue buscando donde morder e inyectar el veneno.

Teniendo en cuenta lo anterior, parece ser que aún no somos capaces de reflexionar sobre los aspectos que intervienen en la construcción del otro. Seguimos navegando en la dicotomía amigo-enemigo, lo cual implica que uno debe ser eliminado. Así, los prejuicios asumidos por costumbre, las ideas, pensamientos y actitudes negativas se repiten una y otra vez sin cuestionar, dando paso a la discriminación, al odio, a la violencia. Dan paso al enemigo y al autoritarismo. 

La tolerancia es un elemento fundamental para la convivencia en armonía, pero el camino no es fácil. La tolerancia es un esfuerzo individual y colectivo. Cuestionemos y reflexionemos que tan tolerantes somos y de ahí veamos que tanta democracia disfrutamos. Seamos sinceros, porque si está ganando la intransigencia, es señal que lo próximo es la pérdida de la democracia o de los pocos avances que habíamos logrado. La última semana que presenciamos y vivimos, no dejó margen de duda. 

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Grisel Capó

Candidata al doctorado de Liderazgo Organizacional de la Universidad San Pablo de Guatemala. Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de la República Oriental del Uruguay. Magister en Relaciones Internacionales por la Universidad Rafael Landívar. Pos- Grado en Estrategia Nacional del Centro de Altos Estudios Nacionales de Uruguay y egresada del Centro de Estudios Hemisféricos de la Defensa, Estados Unidos. Diplomado en Antropología de las ciudades por la Universidad Rafael Landívar y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social de México, entre otros cursos.

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