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Vivimos tiempos difíciles

Antropos

Las personas que aún vivimos en el único planeta que nos ha tocado nacer y en el cual, definitivamente moriremos, sufrimos una de las más grandes enfermedades de los últimos cien años. El año de 2020 fue trágico porque entró el virus a nuestras casas sin pedir permiso y arrebatando vidas por doquier. Miles murieron en Italia, España, Rusia, Francia, Alemania, Inglaterra, Brasil, Estados Unidos, Ecuador, Argentina, Chile, Colombia, México, entre muchos más. Hoy, 2021, se acrecientan los muertos en la India y continua Brasil aumentado las tristezas y el dolor.

Pero apareció la vacuna como uno de los esfuerzos más extraordinarios de los científicos y tecnólogos. La vacunación masiva en algunos países ha traído sonrisas y alivio, porque bajaron los niveles de contaminación y de muertes. La vacuna, es irrefutable y por lo tanto el único antídoto real contra este virus que nos azota por todo América Latina. 

Y es aquí donde surgen los problemas, aunado a otros de tipo histórico y social, como es el caso de países que hasta la fecha se mantienen las hondas diferencias entre ricos y pobres, entre justicia e injusticia, entre dignidad e indignidad, entre respeto e irrespeto, entre corrupción y transparencia. O sea, en términos generales los países latinoamericanos, no han logrado tener acceso fácil a la compra de las vacunas, sea porque no gestionaron a tiempo sus compromisos comerciales, sea porque los países ricos las acaparan o bien, porque hay gobiernos tan incompetentes y corrutos, que no logran adquirir en su justo momento, este antídoto contra el virus que nos ataca sin misericordia. 

De ahí que vivimos tiempos difíciles, porque si las sociedades en un porcentaje alto, no son vacunadas, improbablemente vamos a salir adelante. La economía tendrá sus grandes traspiés, particularmente los medianos y pequeños productores, campesinos, y comerciantes medios. Las interacciones familiares se verán cada día más deterioradas y las de carácter social, terminarán por colapsar simplemente porque las personas buscarán cada vez más, protegerse de esta enfermedad altamente contaminante. Los centros educativos desde los niños más pequeños, hasta los universitarios, se verán cada día que pasa, más afectados, por más imaginación y vocación pedagógica e instrumentación de las tecnologías de la información.  

Estos tiempos nos sirven para volver los ojos hacia nuestras propias personas. Escudriñar lo que hemos hecho y lo que dejamos de hacer. O sea, nos abre el camino para autoevaluarnos y reflexionar acerca del destino individual, familiar, social y de la humanidad. Es tiempo sí, de sacar igual que Jesús, a los mercaderes de la iglesia, porque son los que entorpecen una vida digna de cada uno de los seres humanos. Y es tiempo también, de ya no seguir insistiendo en la desacralización de los otros. Es tiempo de construir esperanzas, sueños, ilusiones y afectos. Es tiempo a su vez, de trascender en la práctica, los tiempos difíciles que vivimos, si es que queremos vivir con dignidad. 

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