Por una sociedad incluyente

Tanmi Tnam

El Doctor Olmedo España el día 9 de este mes de junio en el Diario El Siglo presentó su columna titulado “Surge el reto de una mejor sociedad”. Parte reconociendo que los grandes problemas que padece nuestro país se deben a los cimientos e impactos de la colonia como es el caso de la discriminación, el irrespeto, la intolerancia, la injusticia social que, junto al crimen organizado, el contrabando, la migración y el desorden mantiene a la mayoría de guatemaltecos en condiciones de vida poco o nada aceptables. Para volcar esfuerzos por una sociedad incluyente hay que revisar y sustituir algunos conceptos y prácticas que sostienen los cimientos del Estado actual tales como el saqueo, el racismo, la avaricia, el complejo de superioridad, la explotación y la falta de reconocimiento real a los derechos humanos y colectivos. Estas son las expresiones y motivos que llevan a la “deslegitimación del Estado Nacional” porque no ha podido responder a la democracia, a la justicia, a la representación de los pueblos de Guatemala y a la disminución de la miseria y de la pobreza. A los problemas de las comunidades locales se agrega la falta del reconocimiento de la identidad y representación de los pueblos que fueron discutidos ampliamente en el diálogo por la paz en nuestro país. 

Cuando el Doctor España se refiere a “la aceptación consciente del otro, del diferente”, exige posicionar y llevar a la práctica la justicia, la democracia, la equidad y el desarrollo humano que sirvan para orientar y cimentar la construcción de un proyecto político incluyente que para el caso de Guatemala debe ser el Estado que tome en cuenta los pueblos para atender la “trivialización de la sociedad” de manera que el derecho a la diferencia sirva como fundamento y práctica de la democracia intercultural. Un proyecto político incluyente debe ser el resultado de reflexiones, debates y diálogos que lleven a acuerdos conjuntos donde ciudadanos y pueblos sientan el deber de servir y ser solidarios. Un proyecto político de todos para todos da vida a “la virtud de ser incluyentes” que es una condición básica para la creación de políticas públicas que atienda servicios públicos a todos los rincones, tomando en cuenta la regionalización y descentralización que necesita el país.

En Guatemala “todo intento de expresión partidaria” como el caso de los partidos políticos actuales se mantienen con pensamiento de la colonia y los que han dedicado algunas líneas a la diversidad de pueblos, no han llevado a la práctica la designación de puestos de elección popular con el criterio de diversidad de pueblos como principio de la democracia.

En cuanto al “comunitarismo local” en este contexto se reconoce la capacidad de trabajo por el bienestar de todos, en medio de la pobreza y de la miseria, sin embargo, el Estado está ausente y no está cumpliendo con sus obligaciones por el bien común. En muchos casos, son los concejos comunitarios de desarrollo los que han hundido a la población de comunidades locales a asumir el financiamiento de la apertura de carreteras, contribuciones que se aportan para que se autorice un proyecto y algunos hechos de corrupción.

Guatemala necesita de verdaderos líderes con mentalidad abierta, con claridad para facilitar procesos complejos donde confluyen diversidad de intereses, contradicciones y formas de ver la vida, pero con objetivos claros para la construcción del proyecto democrático cuyos indicadores son justicia, inclusión, participación, representación y desarrollo para todos. Estos son los cimientos de la justicia, la paz y el desarrollo.

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