Construyendo un nuevo mundo (Parte 2)
Debemos Saber La Verdad
Debemos mejorar las relaciones de los humanos para un nuevo mundo.
Reflexionando sobre el proceso histórico, podemos comprender como la especulación religiosa cae en desuso, ese mundo indefinido, por lo que surge la necesidad de tener un método que explique de una forma coherente parte de la realidad, y es así como surge el método científico. El cual consiste en poner a prueba una idea sobre la forma en que funciona algo en el universo, se crea la experimentación y el método de observación, para luego de muchas veces comprobada una acción, arribar a una conclusión. Pensamiento que se ofrece a los demás humanos para que lo puedan utilizar.
Aparecen los “expertos” provistos del método científico para descubrir como funciona parte del universo y que puede significar el hecho de que los humanos vivíamos en este planeta.
En aquel momento empieza la preocupación sobre la condición humana, ya que los científicos, por la complejidad del universo, no les ha sido posible obtener respuestas o explicaciones completas sobre nuestra existencia. Entonces, en parte, nos percatamos que el método científico no ha podido devolver al ser humano la imagen anterior que le había otorgado Dios, y tampoco ha podido establecer el propósito que tiene la humanidad en la tierra. Por lo tanto, esta incertidumbre y falta de significados afectó la cultura occidental.
Sin embargo, aunque el ser humano necesita obtener respuestas a sus preguntas e inquietudes, siguió adelante en el proceso civilizatorio. Y mientras elaboraba otras posibles respuestas, se dispuso a elevar su nivel de vida, a conquistar la tierra y a utilizar los recursos para mejorar su confort. Con lo anterior pretendió crear una seguridad económica –laica- para reemplazar la concepción espiritual que se había perdido. Se trabajó para establecer un nuevo estilo de vida más confortable y gradualmente se olvido cuál era la pregunta original: ¿para qué nacemos, vivimos y morimos?
Esta situación se ha extendido de tal manera que muchos humanos se han vuelto adictos al trabajo y no aflojan su ritmo, para no plantearse, precisamente, la inseguridad que sienten respecto al por qué de la vida.
Lo anterior es la observación de la cultura occidental desde la perspectiva de un milenio y no solamente en el transcurso de esta generación. Por lo que hay que replantear la pregunta original: por qué estamos en la tierra y qué hay más allá.
En resumen se puede concluir que el ser humano vivió un tiempo –la edad media- en el que Dios y la espiritualidad humana estaban bien definidas, luego, por su espíritu ascendente, colapsó la idea del dios medieval y se buscó descubrir la razón de la existencia humana a través vez de la ciencia, pero en ese afán se construyó un objetivo nuevo, y fue establecerse con confort en el mundo y sentirse bien. Para lograr ese objetivo, se inventaron nuevas fuentes de energía, como por ejemplo el gas, la electricidad o fusión nuclear. Además, hoy se administran grandes reservas de artículos de agricultura, de ganadería y se tienen grandes redes de distribución.
Este ímpetu humano fue impulsado por la vocación del progreso, para obtener seguridad individual y objetivos personales, mientras se reelabora la verdad de la vida. Durante los últimos 400 años el ser humano se preocupó por crear un mundo en el que se pueden fabricar todas las comodidades, pero esta preocupación por conquistar la naturaleza provocó la contaminación de los sistemas naturales, por lo que hoy, muchos entornos ecológicos están al borde del colapso. No se puede seguir pensando ni actuando de esa manera. La desmedida industrialización ha ocasiona un daño grave al planeta.
Ahora, al inicio del milenio, es tiempo de averiguar por qué hicimos esas cosas y cómo encontrar soluciones. Algunas respuestas provienen de las ciencias duras, pero otras se deben indagar en campos distintos de la acción humana, tales como los hallazgos de la física, psicología, misticismo y religión. Los anteriores componentes se funden en una nueva síntesis basada en la percepción de revelaciones y coincidencias. En ese sentido, estamos aprendiendo los detalles de lo que las coincidencias significan, cómo operan para poder establecer un concepto nuevo de la vida, la revelación como forma orgánica de pensamiento. Por eso, las revelaciones hay que descubrirlas en el transcurso de la vida tal como vayan ocurriendo.
Los seres humanos estamos aprendiendo a percibir lo que se consideraba un tipo de energía invisible.

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