Morir en soledad
Punto de Vista
El covid 19 alteró todos los ámbitos de la vida, de lo cual, sin duda, se ha hablado y escrito bastante, pero también alteró la forma de morir y de esto último, se ha hablado y escrito menos. La muerte de familiares, amigos, conocidos, el sufrimiento a la distancia, el “distanciamiento físico” es un proceso muy duro.
Ante la muerte, las familias necesitan sentirse consoladas por otros familiares y amigos, por la ayuda espiritual de un sacerdote, pastor o guía. El duelo inicia con la propia muerte y surgen las preguntas sobre el significado de la vida.
La pandemia ha impactado en la salud mental de miles de familias en Guatemala, en especial, en los casos que han fallecido seres queridos, porque el duelo en el contexto del covid 19 es aún más complejo.
El espacio social para las despedidas ha sido eliminado, dificultando las expresiones de dolor, pérdida y tristeza, lo cual obstaculiza el duelo. Estamos acostumbrados a que la muerte de un ser querido es compartida, acompañada por otras personas, pero la pandemia cambió los rituales y los símbolos.
La muerte se nos transmite ahora de manera breve, tal vez por un teléfono celular, no hay despedidas, el último beso o abrazo no existe, no podemos procesar pensamientos y sentimientos. No es posible estar presente en los últimos momentos de la vida. El velatorio y el duelo en compañía no son viables en estas circunstancias.
Sin duda, invade el miedo, la ansiedad, la tristeza derivada del aislamiento. La muerte, la muerte en soledad.
Al personal de salud le ha tocado hacerse cargo del sufrimiento de los pacientes, del dolor físico, acompañarlos, estar. No se puede ver una sonrisa tras la mascarilla. Se sufre.
Impensable y brutal cuando se trata de bebés y niños hospitalizados por covid 19, que no tienen la seguridad, la voz que calma, el abrazo, la mano de papá o mamá.
La pandemia trastocó el tiempo y es difícil imaginar cómo y cuándo saldremos. Sin vacunas, sin planificación, la única certeza es que el covid 19 continuará impactando en nuestra vida y en nuestra muerte.
La impotencia invade. ¿Dónde están las vacunas?

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