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Por quién doblan las campanas

Sueños…

Como un rayo en medio del desierto se ha expandido el levantamiento de ciertos barrios cubanos. Centenares de personas han salido a las calles a protestar en contra de la ineficiencia y el rezago competitivo de un sistema de capitalismo de Estado que ahoga la productividad de una nación. La expansión de la pandemia, el cierre de actividades cotidianas y los selfies de los emigrados en Estados Unidos generan un sentimiento de frustración y angustia en varios sectores de la sociedad cubana.

Aunque el levantamiento no abarca a una mayoría de la población, que por el contrario parece permanecer fiel a un sueño irrealizable, la construcción de una sociedad perfecta, socialista, de donde emerja el hombre nuevo, sí es una señal de alerta a las autoridades del régimen castrista para indicarles que el proyecto de capitalismo de Estado, denominado en Cuba, “socialismo” se agotó. Es la hora de una reforma profunda. Es la hora de lanzar una sociedad basada en el liberalismo democrático. Es decir, una sociedad basada en un modelo de desarrollo que incluya, obligatoriamente, una visión de protección de la naturaleza, es decir, que por lo menos la mitad del territorio nacional permanezca virgen, sin ninguna intervención del ser humano; que incluya un sistema de seguridad social, en donde todos los habitantes tengan acceso a servicios de salud de igual calidad para todos, ingresos para todos, educación en los modernos conocimientos de alta tecnología para todos; que incluya un sistema político con democracia pluralista (elecciones periódicas y libres, participación de partidos con diferentes ideologías, libertad de pensamiento y opinión); que incluya un sistema económico competitivo, libre y preservando que la mayoría de empresas sean pequeñas y medianas, combatiendo el monopolio.

Aunque algunos, bajo el pretexto de proteger sus privilegios, ataquen a la ciencia, y la tilden de determinismo. No podemos obviar que las sociedades han venido progresando, al pasar por etapas, controversiales y sinuosas, que van desde la época primitiva, pasando por la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo. Algunos grandes pensadores soñaron con poder construir la sociedad soñada. Fourier con sus falansterios, Moro con su utopía, Marx con su comunismo. Lo cierto es que la sociedad alcanzó su último peldaño hará 300 años. Se alcanzó un sistema productivo basado en la división del trabajo, el intercambio masivo de bienes y servicios, la generación de plusvalía y la acumulación exorbitante de capital. Aquella extraordinaria revolución económica fue acompañada del enorme impacto de la ciencia en la producción de alimentos, medicinas, vacunas que han provocado el inmenso crecimiento de la salud de los humanos. Lo que genera un enorme impacto en la destrucción de la naturaleza y las especies ajenas al humano y la destrucción de las condiciones de vida.

Uno de los grandes riesgos de la modernidad, especialmente cuando enfrentan un cambio de shock como la pandemia actual, es perder la fe y la esperanza en un futuro mejor. En ese sentido tenemos que afirmar que no existe un solo capitalismo. Existen varios capitalismos. El mejor, o si lo prefieren, el menos malo es el capitalismo democrático, o liberal. Es decir, aquel sistema en donde se produce para el intercambio y la acumulación de riquezas, pero existe la posibilidad de la discusión democrática pluralista, la educación y la salud generalizadas y la preocupación por el medio ambiente. Luego, existe el capitalismo feudal, es decir, se produce para el mercado, especialmente el mercado internacional, por medio de la opresión, el trabajo servil o esclavo de pueblos indígenas y salarios miserables o pago en especie, es el caso de la mayoría de los países de América del sur. Además, el capitalismo de Estado, encarnado por la existencia de un solo partido en el poder que es el dueño de los medios de producción, y que bajo consignas de nacionalismo y populismo obliga a la población a producir en nombre de un mañana luminoso, casos de Cuba, Vietnam, China. Por supuesto existe el capitalismo financiero, encarnado en la mayoría de los países del mundo, liderado por unas potencias como Israel, Rusia, Alemania, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Japón, China.

Ya se pronosticó con visión de futuro. Un sistema económico no desaparece nunca antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que puedan generarse dentro de ella. Y nunca aparece un mundo nuevo sin que hayan madurado las condiciones materiales y espirituales que le den impulso. El feudalismo entró en crisis, cuando las condiciones de la industrialización permitieron el paso a un sistema productivo empresarial concentrado en grandes fábricas y ciudades, con un avance impresionante de las telecomunicaciones y el transporte. Pero los señores feudales no entregaron el poder sin luchar, ni los capitalistas se arriesgaron en la lucha, en la mayoría de los países europeos desarrollados conviven el capitalismo democrático con resabios feudales (Inglaterra con su eterna reina Isabel, España que vive en la época de la inquisición y sus eternos borbones, etc.).

El viejo topo decía, “…por eso la humanidad se plantea siempre únicamente los problemas que puede resolver, pues un examen más detenido muestra siempre que el propio problema no surge sino cuando las condiciones materiales para resolverlo ya existen o, por lo menos, están en vías de formación.” Se puede considerar que el socialismo se puso en condiciones de existir en Estados Unidos, Reino Unido, Francia & Alemania, y por razones históricas de resistencia de grupos fascistas pues no prosperó ni siquiera la idea social de implantarlo en esos lugares. Fue el indescriptible Lenin, el creador de las ciencias sociales, el que se echó al hombro la tarea de implantarlo. En el arranque del experimento Lenin fue baleado y envenenado por sus propios compañeros que aspiraban a tener todo el poder, eso uno lo intuye en varios textos modernos, especialmente El hombre que amaba los perros, de Leonardo Padura.

Sea como sea, Lenin con una visión intelectual especial y una valentía a toda prueba se planteó como posibilidad utópica en la URSS, seguido por Cuba y otros, la historia, le terminó dando la razón a Engels. Sí los países más desarrollados no se plantean crear un nuevo mundo, hacerlo en otras latitudes terminará en comedia o tragedia.

En Colombia, Cuba, Perú, Nicaragua, Estados Unidos: ¿por quién doblan las campanas?, doblan por mí…

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Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

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