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De los hijos del deber y el honor

Barataria

En medio de tanta convulsión social que surge naturalmente como resultado de una gestión menos que mediocre del actual gobernante, los guatemaltecos hemos vuelto a sufrir los embates de los bloqueos.  Puedo anticipar que yo mismo fui víctima de uno de ellos y esta vez causados por veteranos militares que bloquearon carreteras por un poco más de doce horas.  Algo inusitado para los guatemaltecos que, acostumbrados a los bloqueos de organizaciones populares, siempre supimos que a lo sumo después de medio día se levantan los bloqueos, pero los veteranos militares no son como las organizaciones populares, resultaron peores en bloquear más de doce horas el día miércoles 11 y aún amanecer bloqueando el jueves 12, porque pernoctaron en los lugares de los bloqueos.

Los bloqueos realizados por los veteranos militares han resultado una brasa caliente en manos del gobernante, puesto que existe una exigencia de indemnización por una guerra interna en la cual su papel ha sido duramente cuestionado.  La firma de la paz, trajo consigo la idea básica de una redefinición de las fuerzas de seguridad y su función en una sociedad democrática.  De por sí, a países como Guatemala se le cuestiona mantener un ejercito cuyas funciones vienen a ser muy limitadas, puesto que el narcotráfico y el crimen organizado internacional vulnera las fronteras del país sin que los militares las resguarden dejando esa tarea a un cuerpo policial que tiene suficientes problemas con el crimen interno.  Pero además de ello, resulta ser que los altos mandos del ejercito han sido cuestionados por actos de corrupción en tiempos del gobierno de Jimmy Morales y en los tiempos actuales.

Cuestionarse si vale la pena que Guatemala siga teniendo un ejercito cuyos gastos son altos y que no responda a una sociedad democrática, es válido.  Y es válido porque la utilidad que se le ve al Ejercito no la percibe el ciudadano de a pie.  Y porque las acciones que alguna vez le trajeron honor y gloria al ejército, si alguna vez hubo tal cosa, no se puede asimilar a la actual y cuestionada institución y a los actos de corrupción que se les ha achacado últimamente.

Aunque pareciera legitimas cualquiera puede darse cuenta que el conflicto armado terminó hace más de 20 años y sus reclamaciones parecen haber perdido cualquier legitimidad.  En otras palabras, muy tarde para reclamar lo que en su momento muchos altos mandos militares no lo hicieron porque cedieron a intereses propio en lugar de los que combatieron.

Así es que los hijos del honor cayeron en deshonor porque no cumplieron con el deber, sino que sirvieron a intereses particulares en lugar de la patria.  La exigencia de una indemnización no solo es ilegitima sino que resulta evidente una manipulación de un sector interesado en desesperar a la ciudadanía en general y desviar la atención.  

El ejercito tuvo una institución cuya función era precisamente evitar que muchos veteranos militares estuvieran haciendo exigencias de este tipo, me refiero al Instituto de Previsión Militar; sin embargo la rapiña de muchos que, llegando a altos mandos del ejercito hicieron realmente una piñata de esta institución y del Banco del Ejercito, del cual muchos no se recuerdan.  Al final, en el ejército, al igual que en las otras instituciones del Estado privan los intereses particulares, el avorazamiento en enriquecerse de los recursos públicos y el deshonor.

Es legitimo para la ciudadanía cuestionar todas estas pretendidas indemnizaciones que se han dado, estos resarcimientos que se constituyeron a partir de la firma de la paz y que han sido focos de corrupción que lo único que han dejado es, a los necesitados con la necesidad y a los que los han administrado con los bolsillos llenos.  Las necesidades de la población, de los sectores marginados, de quienes fueron víctimas del conflicto armado y quienes combatieron en una guerra de guerrillas, que lo único que dejó fueron miles de víctimas empobrecidas llorando sus muertos y comandantes guerrilleros y altos mandos militares enriquecidos a costa del sufrimiento humano.  Pero todo esto no se soluciona con resarcimientos, con fondos de indemnización que muchos podrían recibir pero que mañana, todo vuelve a la normalidad, y la pobreza seguirá, puesto que en Guatemala necesitamos redefinir nuestro país y refundar el Estado. 

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Emilio Estrada

El Doctor Emilio Estrada, es abogado egresado de la Universidad de San Carlos de Guatemala, obtuvo su PhD en Sociología en la Universidad de Salamanca, España, es abogado litigante.

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