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Sororidad con las mujeres afganas

Poptun

Los derechos humanos son inherentes a todos los seres humanos, sin discriminación alguna, con independencia de nacionalidad, sexo, raza, religión, idioma, o cualquiera otra condición. Los derechos humanos varían desde los más fundamentales, tales como la vida y la libertad, sin embargo, hay otros que brindan significado a nuestra existencia, entre ellos, la salud, la educación y la alimentación. 

Los derechos humanos son universales, irrenunciables e inalienables, es decir que, permiten que todo ser humano, sin excepción alguna tenga acceso a ellos, lo que garantiza que sean irrenunciables e intransferibles. 

Pero no obstante a estas características de los derechos humanos, por el transcurso del tiempo, han existido grupos sociales que han tenido obstáculos para ejercitar sus derechos humanos. Dentro de estos grupos se encuentran los niños y niñas, las mujeres, las poblaciones indígenas, discapacitados, enfermos crónicos, LGTBI, migrantes, ancianos, las personas de escasos recursos, entre otros. Todos estos grupos históricamente han profundizado su experiencia de exclusión por la negación sistemática de sus derechos humanos que han desencadenado en situaciones de desigualdad y discriminación.

Actualmente se puede mencionar como ejemplo, la situación tan vulnerable que están atravesando las mujeres afganas. Afganistán, es uno de los peores países en donde pueden vivir las mujeres. En ese país, las mujeres son rechazadas y sus derechos humanos le son negados. Las mujeres, entre otras cosas, no pueden estudiar, trabajar ni socializar. Las mujeres deben cubrir su cuerpo de pies a cabeza y para desplazarse de un lugar a otro, únicamente pueden hacerlo acompañadas por un hombre y aunado a todas estas circunstancias, las niñas son obligadas a casarse a partir de los 10 años de edad.

La Organización de las Naciones Unidas, las grandes potencias y un sinnúmero de pobladores a nivel mundial, han externado su preocupación sobre los derechos humanos de la población afgana, pero especialmente la situación de los derechos humanos de las mujeres, luego que los talibanes retomaran el poder en ese país, derivado de la retirada de las tropas estadounidenses de ese país, como consecuencia del Acuerdo firmado entre EE.UU. y los talibanes, el 29 de febrero de 2020, durante el gobierno de Donald Trump, a través del cual EE.UU se comprometió a retirar a su ejército en un período de 14 meses.

Sorprende que a pesar que la violencia contra la mujer, es un crimen, y que se vive en un mundo más avanzado, no se haya alcanzado la reivindicación total de los derechos humanos de las mujeres ni la ansiada igualdad de derechos entre ambos géneros. En contra de la mujer, aún persisten graves violaciones a sus derechos humanos en diversos países.

Lo que les sucede a las mujeres en Afganistán acredita que falta mucho para que las mujeres se liberen de la sujeción de los hombres, y que a través del tiempo se han perpetuado las sociedades patriarcales donde lo masculino tiene supremacía en la sociedad, por el simple hecho de serlo y donde a la mujer se le observa como un simple objeto, es relegada a un segundo plano y por ende continúa siendo discriminada. 

La pasividad ante eventos de violencia contras las mujeres y a las distintas violaciones de los derechos humanos de las mujeres que existen alrededor del mundo, son indicativos que son urgentes y necesarios más movimientos feministas que permitan la defensa de los derechos humanos de las mujeres, para que estos sean universales y avancen en todo el mundo. Hoy en día las propias mujeres aceptan de forma natural la exclusión de otras mujeres, critican los movimientos feministas, catalogándolos de extremistas, anarquistas y que vulneran los derechos del hombre, lo que no contribuye para alcanzar la igualdad real de derechos.  

La igualdad de derechos entre hombres y mujeres no se logrará si las mujeres no luchan conjuntamente y no demuestran una actitud empática hacia otras mujeres.  La periodista y feminista española, Noemí López Trujillo, externa que actualmente, ante las violaciones de los derechos humanos de las mujeres afganas, ya no se debe hablar de la necesidad de promover el empoderamiento de la mujer, sino que, de la necesidad que exista una emancipación de la mujer, al indicar que “Mientras nos hablen de empoderamiento y no de emancipación, nada cambiará de forma sustancial”. 

Y es que, sin lugar a dudas, la emancipación de la mujer es imprescindible para que cese toda hostilidad en contra de las mujeres en todo el mundo y que este conglomerado social tenga otras opciones de desarrollo personal fuera de los roles que la sociedad le ha asignado. Sin embargo, la emancipación de la mujer nunca podrá hacerse realidad, si entre las mujeres no hay demostraciones de sororidad. La sororidad entre el género femenino, significa desechar toda idea de competencia y desconfianza entre mujeres y demostrar como hermanas, la unión, respeto y amor, con el propósito que solidariamente se alcancen los fines comunes.

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Mireya Batún Betancourt

Abogada, Notaria y Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, postgrado en Criminología, especialista en ejecución penal con estudios en Doctorados de Ciencias Penales y Derecho Constitucional Internacional.

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