El Debido Proceso
Políticamente Incorrecta
Todos los días repetimos la cantaleta de la corrupción, y se vale. Esta se combate con la más objetiva aplicación de la Ley, en un ordenamiento jurídico sólido que se logra con igualdad ante la Ley y la más objetiva aplicación de justicia. Todo eso se logra con el más estricto respeto al debido proceso.
El debido proceso es esencial para vivir en un estado de legalidad, tiene varios elementos pero hoy me enfocaré en tres: 1. La presunción de inocencia. 2. La responsabilidad es individual. 3. Todos, hasta los terroristas y los asesinos en serie, tienen derecho a una defensa.
La presunción de inocencia es un elemento en común en todos los sistemas legales que imperan en el mundo civilizado, sea en el derecho romano que en el derecho anglosajón. En Guatemala funciona el derecho romano.
Este elemento consiste en que se presume, se asume, se parte de la premisa de que el imputado es inocente, no de que sea culpable. Es obligación del Ministerio Público probar sin lugar a dudas, que el imputado es culpable. Es labor de la defensa probar que efectivamente, es inocente. No son los medios, ni las redes, ni las amigas, ni los colegas, ni los amigos del grupo de WhatsApp quienes determinan si un imputado es culpable o inocente.
Hasta hace poco vimos en Guatemala cómo un ente viralizaba una imputación como si fuese cosa juzgada, procediendo a linchamientos mediáticos del imputado, sin que éste hubiese sido vencido en juicio. Como si el hígado o el corazon gobernasen sobre el cerebro. La muchedumbre presa de sus emociones deja de pensar y nada más reacciona. Si Guatemala fuese como en la Edad Media, los imputados no llegarían a juicio. Serían ajusticiados por la muchedumbre presa de sus emociones.
La responsabilidad es individual. Los padres no tienen la culpa de lo que sus hijos adultos hagan, o viceversa. Un cónyuge no es culpable de lo que su cónyuge haga. Un socio no es culpable de lo que haga su socio. Lo mismo aplica a los amigos y a todo. No se puede culpar a una persona de lo que otra haga. Cada quien es responsible de sus actos, a menos que actúe bajo presión o fuerza ejercida por otro sobre su persona. O sea, si le ponen la pistola para que cometa una falta.
Y finalmente, todos, incluyendo los psicópatas y los terroristas, tienen derecho a una defensa. Este principio implica que todo jurista está en la libertad de representar al imputado, tanto como la parte acusadora tiene derecho a representación legal.
Claro está, aplica a todos los países menos a los Estados Unidos que por ejemplo, ajusticia extranjeros en vez de capturarlos y enjuiciarlos. O que extrañamente tienen personas que se “suicidan” antes de destapar una asquerosa olla de grillos, tipo Epstein. Países civilizados enjuician, demuestran culpabilidad y luego condenan.
En la opinión pública, muchos pecamos de posiciones extremas ante situaciones iguales, dependiendo de quien sea el personaje. Es decir, si la acusadora tiene cara angelical y sale vestida austeramente, o es pariente o amiga de alguien estimado, automáticamente es inocente y lo que dice es la ley. Me recuerda el juicio contra Clarence Thomas o la acusación contra el Magistrado Brett Kavanaugh, ambos inocentes, pero cuyas reputaciones fueron cuasi trasquiladas por los medios y la muchedumbre.
Se trate de un juicio de femicidio, de un juicio del mentado “genocidio”, se trate de corrupción, o de lo que sea, es indispensable aprender a respetar el debido proceso. Eso nos diferencia de naciones salvajes que resuelven todo a plomazo, por más que a veces nos dieran ganas de resolverlo con un tiro entre los ojos. Somos rapidos a juzgar en la opinión pública pero no nos gusta cuando el imputado es linchado por nuestra contraparte ideológica. Y todo esto debe aplicarse a nuestros heróicos venetarnos militares tanto como a cualquier hijo de vecino sindicado de cualquier crimen.
El debido proceso en todos los casos debe seguir su curso y es así que se determina si el imputado es culpable o no. Prestarse a linchamientos es caer en el mismo agujero negro estilo jueves de cicig, que casi destruye el debido proceso. Recuerden, hoy aplica a alguien que le resulta antipático, pero mañana el imputado podría ser alguien cercano a usted.

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