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Doscientos años de Independencia

Poptun

Mañana se conmemora el Bicentenario de la Independencia de Guatemala ante el reino de España. Doscientos años han pasado desde que se consumó la declaración de independencia el 15 de septiembre de 1821. 

Una declaración de independencia se dice que debe contener una lista de objetivos, intenciones y motivaciones. Los objetivos de la independencia de Centroamérica no fueron para emancipar a la población, sino que, para afirmar el poder económico de los criollos, obtener dominio del sistema, percibir más ganancias y que éstas no tuvieran como destino España.

A pesar de esa cruda realidad, la fecha posee cuantiosa importancia histórica. Además, es un acontecimiento que nos permite reflexionar si en estos doscientos años desde la firma del Acta de Independencia, se han cumplido con los ideales de libertad, si vamos por buen camino, si la independencia de España ha sido útil para los guatemaltecos, además cuestionarnos qué cambios son propicios realizar para avanzar y cuáles son los desafíos más importantes que tenemos a futuro.

En el transcurso de estos doscientos años de libertad, se han producido una serie de eventos, conflictos y crisis dentro del territorio nacional que nos definen lo que somos actualmente.  No obstante, historiadores afirman que desde que se refrendó el Acta de Independencia a la presente fecha, los ideales de libertad no se han cumplido, luego que han sucedido pocas transformaciones sociales, políticas y económicas, y al momento se perpetúan diversos problemas de la época de la Colonia. Una de las problemáticas heredadas es la desigualdad social.

Debemos tener claro que la desigualdad social se produce cuando una persona recibe un trato diferente como consecuencia de su posición social, situación económica, su origen étnico, religión, entre otros aspectos. 

En la época de la Colonia, la desigualdad fue una constante.   España para no perder el control de las tierras conquistadas, promovió una gran jerarquización social: En la cúspide se encontraban los españoles que eran los que desempeñaban los cargos de mayor responsabilidad, poseían tierras y tenían todos los privilegios por ser los conquistadores.  Luego seguían los criollos que eran los hijos de los españoles nacidos en estas tierras, que no obstante poseer tierras, recibían un trato diferente por haber nacido en América.  Inmediatamente seguían los mestizos, posteriormente los indígenas y por último, los afrodescendientes. 

La Colonia fue una época de mucha injusticia social. Los indígenas fueron obligados a realizar trabajos forzados en tierras de los españoles, se les exigía a entregar parte de sus productos y a tributar. Las personas de raza negra, traídos desde África fueron sometidos a la esclavitud. Esta organización social y política que miraba con ojos distintos a las personas derivado de su origen étnico y clase social o económica, dio lugar a la formación de una población separada en clases y dividida en intereses, que permanece hasta este momento.

Guatemala en la actualidad, es uno de los países que sufre uno de los niveles de desigualdad más altos del mundo. La Agencia de la ONU para los Refugiados -ANHCR ACNUR- refiere que una de las consecuencias de la desigualdad, es la pobreza la que provoca problemas de desnutrición o hambre. En Guatemala, los datos sobre estos temas son desgarradores. Según el Banco Mundial, nuestro país es la quinta economía más pobre de Latinoamérica y el Caribe (LAC) y posee la cuarta tasa más alta de desnutrición crónica en el mundo y la más alta en LAC. Refiere que la desnutrición crónica infantil y el retraso en el crecimiento afecta al 47% de todos los niños menores de cinco años.

Ante estos datos es lógico pensar que no vamos por buen camino y que es necesario realizar replanteamientos para cambiar las reglas.  Como desafíos, es sustancial un cambio de paradigmas.  Modificar nuestras acciones individuales, entre ellas, rechazar la desigualdad e indiferencia.  Contrariamente es significativo encender la conciencia nacional para no ser apáticos a lo que ocurre a nuestro alrededor. La denuncia ciudadana, la protesta social, son indispensables para cultivar la hermandad. Es necesario luchar para que exista coherencia con los ideales de independencia, hermandad y libertad, que no sólo es el goce de la libertad individual, de expresión, de locomoción, sino que es buscar que todos vivan plenamente y desarrollen su máximo potencial en un ambiente de justicia social y equidad. 

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Mireya Batún Betancourt

Abogada, Notaria y Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, postgrado en Criminología, especialista en ejecución penal con estudios en Doctorados de Ciencias Penales y Derecho Constitucional Internacional.

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