El plan de la CEPAL, sus virtudes y debilidades
Sueños…
En tiempos de crisis, los pueblos se ven enfrentados a retos y problemas que necesitan soluciones aceleradas.
Los problemas estructurales acumulados durante siglos están llevando a los países del triángulo del norte a un callejón sin salida. La pobreza, el hambre, la delincuencia, el tráfico oficial de drogas, la falta de empleo y la discriminación son fuentes de confrontación y migraciones masivas. Se han convertido en una catástrofe universal intensificados por la pandemia del Covid-19.
Son tan masivas las deserciones y las caminatas hacia el norte, desde Guatemala, El Salvador, Honduras y el sur de México, que se han convertido en una amenaza para la seguridad nacional de los mismos Estados Unidos. La reacción de la potencia del norte ha sido la construcción de muros de represión en la frontera México-USA y el financiamiento de grupos armados represivos a lo largo de la penosa ruta de la población mesoamericana empobrecida.
La afamada CEPAL de los años 60 y 70, que frenó el desarrollo regional con sus equivocadas propuestas de integración de micro-regiones proteccionistas, que convirtieron a esta región en una serie de países atrasados (con las excepciones conocidas), hoy vuelve a la palestra ofreciendo oxígeno a los gobiernos totalitarios de la región y un espacio de respiro a las autoridades de Estados Unidos.
Dice la CEPAL, que es urgente “poner en marcha estrategias, políticas y proyectos concretos que permitan que la migración sea una opción y no una necesidad impuesta por las carencias.” Esta frase suena como música celestial a los oídos del presionado presupuesto de la república yanqui, y a los oídos de los gobiernos del “cuadrángulo” del norte. Las oligarquías de la región sueñan que para frenar la migración podrían llover masas de dólares en forma de inversión extranjera en forma de maquilas, que sean una nueva fuente de extraer plusvalía de una población exhausta.
La promesa de CEPAL y los gobiernos de la región parece ser una nueva mirada al desarrollo. ¿Cuál es la promesa inicial?:realizar los cambios “exige encarar desde una perspectiva integral y en el marco de un nuevo estilo de desarrollo acciones concretas orientadas al crecimiento económico con empleo y al logro de mayores niveles de bienestar.” Las contradicciones económico-sociales acumuladas en la región exigen encarar los problemas planteados con urgencia, o la llegada de nuevas confrontaciones violentas con el sufrimiento de las poblaciones siempre discriminadas. Vamos a estudiar sí en verdad se propone un “nuevo estilo” de desarrollo o sí se nos propone lo mismo de siempre; habrá que analizar sí existen acciones concretas que vayan más allá del crecimiento económico y el empleo de mano de obra barata y sin educación, o sí se puede avanzar hacia la construcción de una nueva república democrática.
La iniciativa cepalina no es nueva, viene madurando desde el 1 de diciembre de 2018, cuando tomó posesión el presidente de México, Manuel López Obrador, con muy buen tino, la CEPAL aprovechó aquel momento para plantear un proyecto de México, El Salvador, Guatemala y Honduras. En medio de un par de tequilas los presidentes de esos países firmaron un acuerdo de entendimiento, con el fin de promover un plan de desarrollo integral, que fuera bien visto por los líderes de Washington.
El objetivo planteado ya señala zonas oscuras. Dice la CEPAL que con el plan de desarrollo integral “se busca contribuir a lograr que la migración en estos países sea segura, ordenada y regular, y, de manera simultánea, atacar sus causas estructurales de modo de aumentar el bienestar de las poblaciones y de que la movilidad humana sea una opción libremente escogida.” Aquí todo queda en ambigüedad. Sí lo que se busca es que la migración sea segura, ordenada y regular, eso no se logra de la noche a la mañana. Hay que realizar una reforma agraria, que la tierra sea distribuida en pequeñas y medianas empresas que realicen sus productos en todo el territorio nacional, para ello se necesita ingresos para la población adecuados en todos los rincones de un país. La migración segura, ordenada y regular es un sueño de las autoridades migratorias de Estados Unidos.
Mientras existan las condiciones de discriminación racial, salarios de hambre, desnutrición, sin educación básica, la migración no puede ser una “opción libremente escogida”, es una medida desesperada por huir de la discriminación y sociedades sin solidaridad social.
La CEPAL presentó, en mayo del 2019, su propuesta de plan centrada en tres componentes: análisis de la situación económica, social y ambiental; identificación de áreas de oportunidad, y formulación de recomendaciones de política. Todo en la mejor tradición ineficaz de realizar diagnósticos de la problemática. Aquí la CEPAL muestra su visión ingenua: señala que solamente hará recomendaciones de política. Se olvida que las políticas son diseñadas desde los centros de poder político-económico, con base en los intereses de oligarquías tradicionalistas conservadoras y reaccionarias. Este es un primer fallo del proyecto. Sí no hay cambios en el poder, si no existe un liderazgo progresista apoyado por las mayorías, entonces las propuestas de políticas no pasarán de buenas intenciones. El único país de estos cuatro que tiene un gobierno, por el momento, popular es el salvadoreño.
Pero no perdamos la esperanza. El proyecto de la CEPAL puede abrir vías para la movilización social orientada a construir repúblicas democráticas, que sean la fuente de futuros avances sociales, ambientales, políticos y económicos en la región. ¿Surgirá un liderazgo que luche y construya repúblicas democráticas al fin?

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