Cultura

El Cid Campeador

Cultura

Hace unos años, salió la película basada en el poema épico de el Mío Cid. Habla de un mítico e histórico héroe del reino de Vivar, conocido como Rodrigo Ruy Díaz de Vivar. El Cid Campeador. Nombre que significa “hombre de valor” u “hombre fuerte”.

Si vemos, a groso modo, las historias épicas o de personajes de leyenda, son basados en la imaginación colectiva. Muchas veces, las leyendas se gestan por las experiencias de unos pocos. Pero, realmente, son contadas las veces que un personaje hecho leyenda tenga su propio relato y más como en un solo poema largo que cuenta las hazañas de dicho héroe.

La leyenda del Cid Campeador que, en sí, don Rodrigo nunca ostentó dicho título, sino que siempre se puso “príncipe Rodrigo el Campeador”, narra sus luchas. La batalla famosa entre los moros y cristianos, el mantener la península Ibérica unida en totalidad. Pero, una cosa es lo que cuenta el poema y otra muy distinta es como lo relata la película que se hizo en el corte de caricatura.

¿Qué se cuenta en la película? Esta relata que don Rodrigo, desde niño, no conocía a su padre, y, cuando le conoció, le enseñó a sobrevivir en el bosque, a cocinar, el arte de la espada y la guerra, dentro de esto, que destacan algunas cosas detalladas de su biografía, cuentan que, cuando el rey Fernando falleció y tomó su lugar Alfonso VI, lo desterró por traición.

Pero, la biografía dice, y cito textualmente: “gozaba de la confianza de Alfonso VI, quien lo nombró juez en sendos pleitos asturianos en 1075. Es más, por esas mismas fechas (en 1074, seguramente), el rey lo casó con una pariente suya, su prima tercera doña Jimena Díaz, una noble dama leonesa que, según las investigaciones más recientes, era además sobrina segunda del propio Rodrigo por parte de padre. Un matrimonio de semejante alcurnia era una de las aspiraciones de todo noble que no fuese de primera fila, lo cual revela que el Campeador estaba cada vez mejor situado en la corte.

Así lo muestra también que don Alfonso lo pusiese al frente de la embajada enviada a Sevilla en 1079para recaudar las parias que le adeudaba el rey Almutamid, mientras que García Ordóñez (uno de los garantes de las capitulaciones matrimoniales de Rodrigo y Jimena) acudía a Granada con una misión similar. Mientras Rodrigo desempeñaba su delegación, el rey Abdalá de Granada, secundado por los embajadores castellanos, atacó al rey de Sevilla. Como éste se hallaba bajo la protección de Alfonso VI, precisamente por el pago de las parias que había ido a recaudar el Campeador, éste tuvo que salir en defensa de Almutamid y derrotó a los invasores junto a la localidad de Cabra (en la actual provincia de Córdoba), capturando a García Ordóñez y a otros magnates castellanos.

Sucedieron muchas cosas, una de ellas es que en los altos círculos cortesanos no les agradó mucho que Rodrigo venciera a uno de los suyos y empezaron a murmurar en contra ante el rey, pero a este le interesaba más, por cuestiones políticas, quedar bien con el rey de Sevilla frente al rey de Badajoz. Pero, en 1080, mientras el monarca castellano dirigía una campaña destinada a restaurar el gobierno de su protegido, una incontrolada partida andalusí procedente del norte toledano se adentró por tierras sorianas. Rodrigo hizo frente a los saqueadores y los persiguió con su mesnada hasta más allá de la frontera, lo que, en principio, era sólo una operación rutinaria.

Sin embargo, en tales circunstancias, el ataque castellano iba a servir de excusa para la facción contraria a Alqadir y a Alfonso VI. Además, los restantes reyes de taifas se preguntarían de qué servía pagar las parias, si eso no les garantizaba la protección. Al margen, pues, de que interviniesen en el asunto García Ordóñez (que era conde de Nájera) u otros cortesanos opuestos a Rodrigo, el rey debía tomar una decisión ejemplar al respecto, conforme a los usos de la época. Así que desterró al Campeador.

Buena parte de la historia del Cid está plagada de aventuras, combates, hazaña tras hazaña por amor a su país, a su gente, a su ideal, lealtad a su rey. En la película que se basa en el libro, en buena parte, – tomando en cuenta que las películas tienen una parte del libro y otra la imaginación del director para atraer la atención del espectador – se observa a una dama quien le entrega la espada para que siga en su batalla.

¿Qué valores se pueden observar en esta historia? En ella se observa la creencia en un objetivo a largo plazo, algo noble, un ideal por el que luchar. La vida nos pone pruebas que podemos alcanzar, sortear obstáculos sin sufrir en ello. Formar y dirigir grupos de gente, ejércitos, entrenarlos y entrenarse. Ser hombre de honor, no acobardarse ante la adversidad, aprender de cada experiencia. Vivir la vida como toda una aventura.

Lea más de la autora:

Claudia Alexandra Figueroa Oberlin

El arte siempre lo llevé de la mano con la literatura, me dediqué al teatro, a la danza por más de quince años, y a las artes marciales, ahora soy miembro de diferentes asociaciones y academias de poesía: Asociación Actuales Voces de la Poesía Latinoamericana, donde participo con crítica literaria, Academia Nacional e Internacional de Poesía de la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, América Madre, Unidos por las Artes, Movimiento Literario de Centroamérica, y locutora de la radio el barco del romance con el programa Una Ventana al Mundo, donde hablo de los viajes, la historia y la cultura, recito poemas y leo cuentos o fragmentos de otros autores y propios.