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¿Por dónde arderá la mecha?

Lugar Hermenéutico

Desde siempre, la historia de la humanidad ha estado marcada por el conflicto, el cual puede asegurarse es inherente a nuestra propia naturaleza, estos pueden clasificarse en diversos niveles y escalas de acuerdo con su particular origen.  Regularmente, sabemos cómo inician, sin embargo, es difícil predecir como y cuando concluyen, así como sus potenciales consecuencias. 

En las recientes semanas hemos visto en nuestro país, una verdadera gama de situaciones, los cuales se prestan para hacer una gran cantidad de estudios de caso, esto desde el punto de vista investigativo, sin embargo, de no tomar las medidas pertinentes para su mitigación, pueden tener alcances impredecibles o bien alimentar situaciones que den origen a un estallido mayor. 

Desde el objeto de estudio, se utilizan múltiples técnicas de investigación interdisciplinarias, para analizar e interpretar desde diversas perspectivas teóricas las causas, significados e influencias culturales que motivan la aparición de tendencias de comportamiento de grupos sociales, especialmente cuando se encuentra en interrelación con otros y dentro de un espacio temporal compartido.

En el caso guatemalteco, han pasado  casi 25  años de la firma de la paz que puso fin a un conflicto armado de más de tres décadas, a diferencia de otros países con similares experiencias, Guatemala no ha sido capaz de superar muchas de las circunstancias que dieron origen a dicho conflicto, lejos de ello la sociedad pareciera estar incubando nuevamente un estallido social merced a las grandes asimetrías que le sitúan como el segundo país con mayor desigualdad en el nivel de ingreso en Latinoamérica.

Si hacemos un breve repaso al día con día en el país, quizá nos pueda sorprender la amplia variedad de situaciones, tanto en el campo como en la ciudad que nos mantienen en una constante desconfianza y tensión entre pares.  No digamos al navegar un momento por las redes sociales, es impresionante la espiral de descalificativos en los que las personas caen ante la falta de argumentos sólidos para defender posiciones personales o sectoriales. 

Si bien Freud pensaba en el conflicto como inherente a las personas y por ende a las sociedades, lo describía también como un aspecto vital y positivo, esto es ver a todo conflicto como un motor de cambio en sí mismo, por lo cual quizá debamos interpretar que estamos desde hace buen rato a las puertas de múltiples cambios.

Sin embargo, sin la adecuada gestión de estas situaciones de tensión, por parte de los liderazgos del país, las soluciones no vendrán mana del cielo.  Es necesario que la sociedad en su conjunto ensaye en la transformación de conflictos la oportunidad de construir un Estado nación más incluyente y respetuosos de la dignidad humana.

Ahora es en el Estor, mañana puede ser cualquier comunidad, al igual que pueden ser los salubristas, los maestros, los expac, en fin, mientras no exista un Plan de Desarrollo Nacional, pero no un ejercicio teórico, un verdadero plan de nación en el cual todos nos veamos reflejados y veamos que nos corresponden obligaciones y responsabilidades en este amado suelo, es difícil pensar que podremos vivir en una armonía entre pares.

Haciendo mío este hermoso párrafo del célebre poeta tico, Isaac Felipe Azofeifa, les deseo un excelente intermedio de semana. Ya todas las estrellas han partido, pero nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer”

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