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Hacia un nuevo planteamiento de la universidad

Antropos

De nuevo se nos presenta como universitarios y ciudadanos, la oportunidad de abrir el debate para repensar el tema de la misión de la universidad y a su vez, el significado de su esencia. Esto significa para la educación superior en Guatemala, abrir espacios académicos que posibiliten el fortalecimiento del papel de la Universidad de San Carlos, en tanto ésta sigue siendo uno de los centros nodales donde se forman los intelectuales que dirigen diferentes instancias de la sociedad. La cuestión estriba en convertir a la universidad tradicional de corte profesionalizante, en una institución que se adelante y proponga alternativas de desarrollo a la sociedad.

Otro elemento para considerar es la producción de nuevos conocimientos sobre la base de la investigación. Y como aspecto central, la universidad debe convertirse en una especie de paradigma moral que inspire las formas de conducción de la vida social. O sea, trabajar en torno al fortalecimiento de la universidad como reserva moral de la sociedad. 

En tal sentido, se debe tomar en cuenta que la misión fundamental de la universidad de San Carlos, lo constituye la creación y la transferencia del conocimiento, considerando como principio de todo su quehacer, que el humanismo debe constituirse en el hilo que una como espina dorsal, el desarrollo de los saberes universitarios. Esta concepción de la misión de la universidad se traduce en primer lugar, en la formación de los estudiantes con un claro perfil que abarca dos grandes direcciones. Por un lado, se debe partir de la consideración del nuevo paradigma social, tipificado por Manuel Castells como la sociedad de la comunicación y de la información. O sea, se deberá formar a los estudiantes en un modelo profesional en continuo movimiento, sin espacio y sin tiempo asegurado, con continuas y aceleradas incorporaciones de nuevos conocimientos y técnicas de trabajo. Alguien que sea capaz de organizarse para aprehender los conocimientos de manera autónoma.

La otra dimensión está referida a la formación integral de la persona, que se orienta en “formación ciudadana”, integrando la ética, los valores. Lo que se traduce en formar profesionales comprometidos con su entorno social, en la que los jóvenes asuman como ciudadanos responsabilidades personales y colectivas frente a las injusticias y al deterioro ambiental, así como una sólida capacidad de aprendizaje en el desarrollo del conocimiento.

Habrá que considerar que la universidad de San Carlos de cara al siglo veintiuno, debe orientarse a satisfacer las demandas para lograr mejores resultados en torno a la eficiencia y la calidad de la educación como un bien público.

En tal sentido, es necesario que la universidad active la misión de crear, criticar, evaluar y sintetizar en la perspectiva de prever el sentido de lo humano, considerándola como aquella institución que tiene la capacidad de reflexionar con responsabilidad ética a partir de la sociedad que la sustenta. Esto significa que un país como el nuestro, no puede existir dignamente, si no tiene una universidad de altos quilates académicos que forme las conciencias lúcidas de los hombres y mujeres, la cual debe nutrirse de su propia cultura y de una visión de mundo, así como de una tecnología adecuada a esa concepción sin perder de vista la universalidad del conocimiento.

Siendo entonces la universidad una unidad de cultura, está llamada a jugar un papel de mayor incidencia en la vida de nuestra nación guatemalteca. Se trata no sólo de repensar su misión y reorganizar a nuestra universidad como un centro de educación superior al servicio de los mejores ideales de la sociedad, sino de establecer nuevos vasos comunicantes con el Estado y los sectores sociales y empresariales, orientado a coadyuvar en la superación del atraso educativo, económico, científico-tecnológico y social. Esto significa que todo proceso de reforma o renovación universitaria tiene como premisa fundamental, una idea de universidad que se debe trazar desde el pensamiento que piensa la realidad y esto fue precisamente la manera de hacer universidad de aquellos hombres y mujeres que marcaron el rumbo de la Universidad de San Carlos en la década del cuarenta y cuatro del siglo veinte. Su Ley Orgánica, la creación de la Facultad de Humanidades como vertedero del humanismo necesario que debe preñar el sentido de las profesiones y la promulgación de la autonomía para regirse sin ataduras con los gobiernos de turno a fin de pensarse y pensar libremente es el resultado de la idea de universidad que tuvieron en aquel momento. Este es nuestro ejemplo nacional, pero igual lo hizo la Universidad de México en 1910, y así también lo hicieron los alemanes en el siglo XIX al pensar una idea de universidad. Contrariamente a este designio que ha sido la pauta académica de profundas transformaciones en las universidades, incluyendo la Universidad de San Carlos, nos desdibujaría si de pronto caemos bajo la impronta del empirismo y de la ocurrencia, malas consejeras para delinear el futuro de nuestra universidad.

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