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¿A quiénes no les conviene el voto uninominal?

Evolución

En Guatemala, bajo el actual sistema, los diputados no representan a sus electores, los diputados son fieles sirvientes del dueño del partido.

La semana pasada escribía sobre la importancia de que, si se va a aprobar una reforma a la Ley Electoral en el Congreso, que sea para implementar un sistema de subdistritos con votación uninominal en cada uno de ellos, exponiendo que, de lo contrario, cualquier reforma sería en vano, incluida la última propuesta de simplemente desbloquear los listados.  Esta es una idea que propuse hace muchos años y que ha venido ganando terreno y aceptación, pero que los políticos siempre se las ingenian para descartarla. Aprovecho esta ocasión para explicar porqué y a quiénes no les conviene. 

Guatemala, en realidad, no tiene un sistema de partidos políticos institucionalizados. Guatemala tiene un sistema caudillista donde los partidos políticos sirven únicamente como vehículos para los dueños del partido y sus fines electoreros a modo de amasar poder. Y las reglas que se han venido desarrollando desde la Ley Electoral y de Partidos Políticos inicial, así como las reformas que se han aprobado, únicamente han servido para consolidar la posición de poder del dueño del partido.

Evidencia de ello es que se han incrementado los requisitos para constituir un partido político, aumentando el número de afiliados necesario, por ejemplo. El hacer más difícil la formación de un partido político le da más poder a los ya existentes y a sus dueños, puesto que la mayoría de quienes aspiran a participar en política prácticamente se tienen que integrar a partidos ya sujetos al control de otros, ya que formar uno propio es mucho más difícil. Quizá el ejemplo más descarado son las reformas aprobadas bajo el pretexto de combatir el transfuguismo. Lo que hicieron los partidos políticos fue básicamente obligar a sus miembros a permanecer en los mismos, sin ninguna posibilidad de disenso o de ejercer criterio propio, puesto que, si son expulsados o si “trasfugan” a otro partido, les queda vedada la posibilidad de ejercer cargos directivos y de volver a postularse como candidatos con otro partido. Fue una movida cínica de personajes siniestros dentro del congreso que bajo el pretexto del transfuguismo lograron someter a cualquier diputado que no se plegue a los intereses del dueño del partido, bajo pena de quedar excluido de la participación política. Y lo peor es que la población ingenua les aplaudió en su timo y hasta se los agradeció.

Aun así, el principal mecanismo de control y que garantiza la subordinación de los diputados sigue siendo el nefasto sistema de listas. Dado que los dueños del partido deciden quiénes integran la lista de candidatos, y en qué orden; y dado que sólo los candidatos en las primeras posiciones del listado tienen posibilidades reales de obtener una curul, el diputado electo queda absolutamente sumiso a las órdenes e instrucciones que le dé el dueño del partido, puesto que, de no acatar dichas órdenes, será excluido del listado o colocado en una posición insignificante. Muestra de ello es cuántas veces se ha visto a diputados aprobar leyes que ni si quiera han leído o estudiado. Levantan la mano o dan su aprobación, porque así se les ha ordenado; y no tienen más que decir al respecto. En Guatemala, bajo el actual sistema, los diputados no representan a sus electores, los diputados son fieles sirvientes del dueño del partido. Y eso les da un enorme poder, porque una persona es capaz de movilizar a todo su bloque de diputados en el sentido deseado, lo cual les da un enorme poder de negociación frente a otros partidos, que también hacen lo mismo. El resultado es que un grupo reducido de personas, los jefes de bloque que son los delegados que representan los intereses del dueño del partido, negocian entre sí y acuerdan lo que les venga en gana, toda vez que se pongan de acuerdo entre tantos bloques sea necesario cuyos diputados, bien alineados, sumen un número “mayoritario”. Y es por eso que a los caudillos de nuestra despreciable clase política, quienes dominan nuestra política, es a quienes menos les conviene reformar ese sistema para bien, puesto que les ha servido para concentrar, cada vez más, más poder. Y eso sólo cambiará con un verdadero sistema uninominal y subdistritos como el que he propuesto. Así que la próxima vez que escuche alguna excusa, así suene bien intencionada, para no aprobar la votación uninominal, tenga por seguro que no son más que palabras baratas de políticos inescrupulosos luchando por preservar la enorme concentración de poder que tanto les conviene.

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Alejandro Baldizón

Abogado y Notario, catedrático universitario y analista en las áreas de economía, política y derecho.

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