La vida y la tierra
Tanmi Tnam
Mucho tiempo ha pasado con el desarrollo que propicia pérdida de bosques, uso excesivo de las aguas de los ríos, la explotación sin misericordia de minerales, el desplazamiento y muerte de muchas personas y seres vivos en distintas partes del mundo.
Ya estamos viviendo las consecuencias de las sequías, de las inundaciones, de la contaminación, de la variabilidad impredecible del clima y el aumento de calor en el mundo. Es común observar en muchas partes la desfiguración del rostro de la tierra y la desaparición de especies animales y plantas. La actividad de las Naciones Unidas realizada recientemente en Escocia es más discurso y poca práctica para detener los problemas medioambientales del mundo actual.
Nuestra relación con la tierra y los elementos de la naturaleza, es consecuencia de los conocimientos y formas de trato con todo lo que vemos en el entorno. La historia general y la de las ciencias nos dan cuenta de cómo ha sido el tratamiento a la tierra desde hace varios siglos. Primero se le reconocía vida, luego más de alguna religión y el apoyo de las ciencias poco a poco se le despojó la vida a la tierra. Para algunos, la tierra es simplemente un recurso cuyos componentes se deben aprovechar para generar riqueza sin límites. Según los pueblos originarios a la tierra se le llama Madre Tierra porque ella genera alimentos y vida para todos. Ambas posturas tienen seguidores. Los dueños del poder y del dinero insisten en utilizar los recursos de la tierra para generar más riqueza sin tener en cuenta la vida de los más desposeídos y tampoco reconocen respeto y vida a la naturaleza. En tanto pueblos originarios, varios científicos y otros sectores dan razón de tener en cuenta la vida de la Madre Tierra.
Los pueblos originarios de Guatemala, todavía mantienen conocimientos y prácticas actuales de que la tierra tiene vida, que es sagrada y que debe ser respetada. Las acciones que generan estos conceptos se concretan en el uso equilibrado, el consumo de lo necesario y el agradecimiento permanente porque alimenta a todos. Con pensamiento antiguo pero vigente es posible resolver en parte los grandes problemas que está padeciendo la Madre Tierra y el medio ambiente en general. El asunto es sustituir, complementar o democratizar la visión para orientar los caminos futuros del desarrollo sin fomentar el peligro a la vida del planeta tierra, de las plantas y de las personas.
Hay que recordar que, en muchas subregiones del país, a pesar de que hay familias que cuentan con pedacitos de tierra, se observan árboles, bosques y algunas montañas. Es de admirar que arbolito visto entre el sembrado de milpa debe ser trasladado donde pueda crecer libremente. También hay prácticas de agradecimiento y conservación de nacimientos de agua con el objetivo de que el agua conserve su vida para que dé vida a todos quienes viven en su alrededor. Con estas prácticas de respeto, afecto y reconocimiento de la vida a la Madre Tierra, muchos elementos naturales todavía están disfrutando existencia y que con políticas y acciones de conservación deben seguir aportando a la vida de las personas.
Es recomendable volver la vista por el conocimiento y las prácticas de los pueblos originarios de Guatemala y otras partes del mundo para identificar lo que todavía existe con base al reconocimiento de la vida, la conservación y el uso equilibrado de los elementos de la Madre Tierra. Los pueblos pueden y deben aportar para que personas, animales y plantas vivan en armonía y en plena cooperación para conservar con ternura la vida de todos sobre la Madre Tierra.
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