¿Hacia dónde caminar?
Antropos
Nuestro mundo es un enjambre de problemas, oportunidades, satisfacciones y alegrías. Tenemos ante nosotros el proceso de calentamiento global, el deterioro ambiental, la marginalidad de los pueblos más deprimidos, la migración hacia lugares en donde le garantizan empleo a personas que tienen que pagar grandes cantidades a las mafias que organizan los viajes de oportunidades hipotecando su triste vida. El crecimiento urbano desordenado en donde se arrejuntan en pequeños espacios las personas para medio vivir en contraste con grandes casas e inmensos jardines con agua suficiente para regar las flores.
Pero, y además, de los problemas de hacinamiento humano, falta de agua, desertificación de los suelos, envenenamiento de los mares, pesca irracional, aumento del consumo de las drogas y enriquecimiento de quienes las proveen, también se asoman los cuerpos de niños desnutridos y sin acceso a la educación y la salud. A la par de todo esto, masas con ausencia de conciencia social y ambiental, bailan los ritmos de la enajenación. Beben, gritan, aúllan, brincan, tiran desperdicios por doquier, encienden los ruidos como si fueran truenos en medio de tormentas, se arremolinan sin respetar a nadie. Atropellan a quienes se les ponen en su camino desenfrenado.
Ante este mundo “desbocado” que camina directo a su propia destrucción, surge la preocupación humana de encontrar algún rayo de luz que nos ilumine para hacerles ver a las masas enajenadas y a los expoliadores del planeta, una senda más adecuada por donde caminar. Es necesario que esta locura total, pueda ser cambiada por un mundo mejor en donde espantemos la violencia y el desenfreno. O sea, entender que una vida digna, confortable, segura, satisfactoria, es posible para encontrar la felicidad, el respeto y la paz.
Las preguntas que no podemos dejar de hacernos, son: ¿fracasó la educación en la formación de valores? ¿Qué ha pasado en nuestras casas? ¿Es posible que nuestra casa sea realmente un hogar? ¿Nosotros los padres hemos logrado formar hijas e hijos que sean moralmente correctos? ¿Nosotros los padres hemos logrado llenar de afecto a nuestras hijas e hijos? ¿Reflejan nuestras hijas e hijos los valores correctos en su caminar en sociedad? ¿Son corruptos o dignos ciudadanos nuestras hijas e hijos?
Y la escuela que ha hecho: ¿Los maestros se han convertido realmente en un ideal de buen ciudadano para los estudiantes o bien estos reflejan las peores enseñanzas? ¿Enseñan disciplina y gusto por aprender o bien las mañas para pasar los cursos copiando y después convertirse en especímenes de individuos corruptos? ¿Generan los maestros entusiasmo por un crecimiento humano o bien, estimulan el oportunismo y arribismo por adquirir lo que sea, al costo que sea?
Habrá que preguntarnos también ¿si las diferentes corrientes religiosas han logrado generar una ética de compromiso humano?. Si sus prédicas forman valores de respeto a la dignidad de la persona o bien terminan escamoteando la realidad.
De lo que hagamos en casa, la iglesia y la escuela, depende la salud espiritual y moral de una sociedad. Caso contrario seremos un conglomerado humano en donde prevalecerá la confusión, la enajenación, el oportunismo, el arribismo, la traición, la agresión, el irrespeto, búsqueda insaciable del dinero cueste lo que cueste, el deterioro ambiental, el ahondamiento de la marginalidad y los mares de migrantes en medio de miles de dramas humanos, el consumo y negocio de las drogas, estarán acompañándonos a la par de guerras que se inventan para crear riqueza sobre la base de la producción de armas.
Es en nuestro corazón, afecto, inteligencia y voluntad, en donde nos debemos de encontrar para que nuestro mundo sean realmente un mundo de alegrías y satisfacciones plenas. Cada uno como individuo, familia, escuela, iglesia, Estado, somos los responsables de encontrar los pasos por donde caminar humanamente.
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