Pasión por ganar o miedo a perder
Liderazgo
«Un campeón tiene miedo de perder, todos los demás tienen miedo de ganar», concluye la legendaria tenista Billie Jean King.
En las organizaciones sucede algo similar, mientras algunos de sus miembros se enfocan con determinación en trascender a través de logros extraordinarios, otros se limitan a evitar equivocarse o perder. ¿Qué sucede en la suya? ¿Qué lo mueve a usted?
El esfuerzo diario de unos y otros pareciera ser el mismo. Hay dedicación, se establecen las tareas y prevalece el deseo de abordar de la mejor manera posible el cumplimiento de dichas tareas. La diferencia la marcan el nivel de implicación, la visión y la perseverancia una vez logran la meta.
Los que se mueven por la pasión de ganar parten de un propósito elevado y trascendente que inyecta una motivación poderosa. Persiguen sus metas con energía y persistencia: apenas alcanzan una, se fijan otra más elevada. Su sueño es creciente, eso justifica que rindan al máximo.
Los que temen fracasar se nutren de la retroalimentación de sus jefes. Se conforman con no exponerse a sus críticas ni quedar en evidencia por su bajo desempeño. Su actitud es conformista. Alcanzar objetivos es su punto de arribo, luego esperan a que se les fijen otras responsabilidades.
Innovan, se atreven a desafiar procesos para mejorarlos, piensan reflexivamente y dan la milla extra: así son los apasionados por ganar. Su vocación de servicio trasciende el deber, se disponen a aprender por su cuenta con tal de avanzar. Le imponen su propio sello a todo cuanto hacen…
Eluden fallas, siguen reglas e instrucciones, cumplen con lo requerido y nada más que con lo requerido: así son los que se protegen de cometer errores. Se especializan en «delegar» a su jefe las decisiones, de ese modo evaden asumir las propias. «Ya lo saben todo», por eso se estancan.
Reconocen la diferencia entre dar y darse, su intensidad es su carta de presentación. Ni temen equivocarse ni temen perder, por el contrario, han aprendido a caer y a levantarse para seguir. En cada miedo han descubierto su fortaleza: su máxima es «el dolor de hoy es la fuerza que sentirás mañana». El coraje de atreverse dibuja a los que hacen de «darse y ganar» una pasión.
Los temerosos de fallar se acercan caminando a la certeza y se alejan corriendo de la incertidumbre. Su finalidad es acertar, cumplir es su sello. Y en vista de que su «esfuerzo» habitual es «suficiente», la creatividad es impensable. O sea, ¿para qué complicarse dando más?
El sueño que persiguen no se alcanza con tan solo cumplir una meta, no. Antes, los apasionados por ganar habrán cruzado ―sin dudar― los terrenos del miedo, del riesgo y de la incertidumbre. Los otros rodean esos parajes, calculan lo que hace falta para llegar y, al hacerlo, se detienen.
Los atletas, los estudiantes y los miembros de empresas comparten esta misma disyuntiva entre ser motivados por ganar o por no fracasar. A modo de balance, lo que cuenta es el tamaño y la fuerza de la ilusión de cada uno. «Si no construyes tus sueños, alguien te contratará para que le ayudes a construir los suyos», recalcó Tony Gaskins. ¿Y usted? ¿Construye sus propios objetivos?
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