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La Liberación

Una de las amistades que más valoro es la que he sostenido con Carlos Molina Mencos desde 1984, cuando lo conocí. Hay muchas razones para tal dilección. Además de enriquecedores intercambios de datos, ideas y conceptos, ha sido muy generoso con los documentos del archivo personal suyo, amplio y digitalizado.

De él recibí copia de la carta que Leonel Sisniega Otero enviara a Jorge Palmieri García en respuesta a un artículo que este escribiera sobre el movimiento armado que depuso al régimen de Jacobo Árbenz Guzmán en 1954. Sisniega Otero, quien fue uno de los tres o cuatro más importantes líderes del Movimiento de Liberación Nacional, relata con vibrante realismo lo sucedido entonces.

Carlos me contó que, en 2003, después de leer la carta aclaratoria de Leonel en un diario, lo llamó para felicitarlo y Leonel, en respuesta, le envió copia de su artículo. Sobre el tema Carlos agrega: “La CIA ayudó con dinero y «vendió» dos aviones a precio de quemazón y hasta allí llegó su intervención”.

El texto de la carta, al que me he tomado la libertad de sustituir las mayúsculas que el autor utiliza para enfatizar, por negrillas (estilo adoptado por Pi) y al que también agrego un par de palabras que facilitan su comprensión (han pasado casi 20 años) es el siguiente:

“Mi amigo don Jorge Palmieri inició una serie de artículos bajo su muy particular manera de ver la historia y a los actores de la historia.”

En primer lugar, yo no fui ningún mercenario, y tampoco los hubo en el (no «el llamado»), sino El Ejército de Liberación. Parece mentira que a estas alturas (Palmieri) haya caído en el lugar común que durante 49 años han esgrimido los derrotados para justificar su huida.

«Fueron mercenarios». No, no fuimos mercenarios: Víscovich, Chessman, Thompson, Buchhalter, Skenazzi, Orell, Olavarrueth, Niederheitman, Bianchi, Sontay, Cox, Nícolle, Carbonell, Javalois, Furnieux, Fisher, Mínuez, Putzeys, Extensa, Fléfil, Sheran, Spika, Spatz, Lieckens, Schow, y, Mayer, son apellidos que, al no ser castizos, pudieron confundir a algunas buenas gentes, pero le aclaro a mi amigo, Jorge, que todos eran tan guatemaltecos como el apellido Palmieri.

No incluyo en esta corrección la lista completa de los valientes guatemaltecos que sin pasa-montañas y sin «pega y corre», hicieron armas no en contra de la Revolución sino en contra del comunismo, porque me llevaría buen espacio. Pero a requerimiento, con gusto la pondré a la vista no solo de mi amigo Jorge, sino de toda Guatemala, pues justo sería reconocer a quienes con su sacrificio sacaron a la Patria de las garras del imperio rojo y abrieron las puertas a la democracia. Que no se haya aprovechado a plenitud ese bien, no es culpa de la Liberación, sino de quienes cumpliendo con el refrán de «Lo que no nos cuesta, hagámoslo fiesta”, ocuparon posteriormente las posiciones de «arriba».

La CIA lo he dicho muchas veces y lo sostengo: sólo nos dio con qué, nosotros dijimos, cómo, cuándo, por dónde, con quién, por qué y para qué. Además de que la lucha de siete años, sin ninguna ayuda, la pusimos los guatemaltecos, con las correspondientes secuelas de, cárcel, tortura, persecuciones, asesinatos y expulsiones. La lucha la hicimos nosotros, planeada y ejecutada, no hubo mercenarios, ni planificación, ni dirección extranjera, y, cuando la CIA trató de emularnos, le salió mal. Ahí está Bahía Cochinos, con su precursora, Radio Swan, fracasó; ahí están los Contras con su precursora, Radio Venceremos, fracasó; ¿Qué paso?, ¿No que eran tan buenos?.

Algunos ex-CIA han inventado sus propias historias, para «quedar bien», algo así como la mosca en el cacho del buey, que presumía: «estamos arando».

A mucho orgullo, (para mi), no le llegaron ni muy de lejos a Radio Liberación, y los planes de «combate»; fracasaron porque los hicieron ellos, mientras que nuestra lucha fue planeada y ejecutada por nuestro Estado Mayor.

El equipo CIA que se “mezcló» en lo nuestro durante cuarenta y nueve años ha presumido con «sombrero ajeno» y ha dado alas a los correlones para tratar de justificar su derrota.

Habla, mi amigo Jorge, despectivamente de Carlos Castillo Armas, y se refiere a él diciendo «Comprobarán la lisonjera cursilería con la que entonces llenó de alabanzas a la Revolución de Octubre, misma que derrocó diez años más tarde». Carlos Castillo Armas si se sentía octubrista, pero no se sentía comunista. Yo mismo hice armas el 20 de octubre, en el ataque a la Policía Nacional. Formé filas en la Guardia Cívica, formé filas en el Frente Popular Libertador, pero repudié al comunismo, que por medio de infinidad de extranjeros expulsados de sus países, por nocivos, llegó a Guatemala con ellos, que argumentaban «Darle contenido a la Revolución de Octubre» ayudados por rojillos nacionales.

El hermano de mi amigo el distinguido periodista, don José Alfredo Palmieri(Q.E.P.D.), escribió: «Muchas veces he leído episodios de los crímenes comunistas en Europa, y, sin ser tan dramáticos, los supuse exagerados; sin embargo, puedo asegurar que la tragedia de Guatemala, ha sido mucho peor, aunque menos verosímil.

Los métodos criminales más crueles fueron superados en Guatemala: hasta su mismo relato es repugnante y su recuerdo debe ser permanente aviso para los guatemaltecos y todos los hombres por cualquier parte del mundo, allá donde puedan -asimilar estas lecciones, como muestra de lo que fue el comunismo en nuestra patria… y lo que pudo y puede ser aún, para cualquier nación que permita la penetración roja».

A su vez el Prestigiado Periodista Don Clemente Marroquín Rojas (Q.E.P.D.) dijo: «Arbenz… deportó, persiguió a millares de guatemaltecos, encarceló sin tener el valor de decir que encarcelaba, sino como un bandido que secuestra a los inocentes para robarles, torturó cruelmente, mató a sangre fría y sin utilidad política a millares de hombres»….Por eso y mucho más, Castillo Armas al igual que muchísimos que luego integramos con él, el Ejército de Liberación, quería los cambios necesarios a favor del pueblo, pero repudiaba como la gran mayaría de guatemaltecos, a los hombres, al sistema y los métodos, incluyendo el asesinato del verdadero autor del 20 de Octubre, el Coronel Francisco Javier Arana, ejecutado por los que traicionando a la Revolución, la ponían al servicio del Comunismo Internacional. La Liberación no fue en contra de la Revolución de octubre. Fue contra el comunismo.

El seguro Social floreció con Castillo Armas, la Carretera al Atlántico y el Puerto Santo Tomás, se continuaron con Castillo Armas, se dotó a los campesinos con tierra en propiedad y no en usufructo, se aceleró la electrificación del país, siguió vigente el Código del Trabajo, se implementó el programa Socio-Educativo Rural, se mantuvo la libertad de expresión, se sostuvo el voto de los analfabetos y en fin, la Liberación limpió el rojo que pretendía teñir nuestra bandera, no con sangre de mártires, sino con el rojo ignominioso de la sujeción a quereres extranacionales.

La floritura, y el lenguaje pomposo en general, que se utiliza en actos como el que mi amigo comenta, no debieran llamarle la atención, puesto que él ha sido Embajador, y no tendría que desconocer ese lenguaje en cuanto a la forma ya que el fondo, lo hemos analizado sin tapujos.

Fin del texto de Leonel Sisniega Otero.

Comentando lo anterior Carlos Molina Mencos agrega lo siguiente:

“En la actualidad se procesa a los militares que defendieron el sistema constitucional del país y se olvida de las destrucciones de infraestructura, de las masacres a poblaciones, de las extorsiones, de los secuestros y de los asesinatos cometidos por la guerrilla.”

“Se olvida el sufrimiento de las familias y amigos de tantos secuestrados o asesinados como Luis Canella, Eduardo Cáceres Lehnhoff, Adolfo Molina Orantes, Julio Lowenthal Arceyuz, María Olga Novella Alvarado, Mario López Villatoro, David Guerra Guzmán, Roberto Antonio Fischer, Gonzalo Yurrita Cuesta, el Coronel Enrique Molina y su nieto, Humberto Del Busto, Inocencio Del Busto, Isidoro Zarco, Fernando Ibargüen, Marta de Rey Rosa, Roberto Gabriel, Alberto Habie, Raúl Castillo Love, Olga Alvarado de Novella, Emilio Gabriel, Rodolfo Roevolt, Manuel Villacorta Vielman, el Conde Karl Von Spreti, Armando Gabriel, Frank Bruderer, Juan José Falla, Gordon Mein, Mario Rivas Montes, Juan José Hermosilla solo para citar algunos de los muchos que pueden llenar varias páginas.”

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Lea más del autor:

José Fernando García Molina

Guatemalteco, 67 años, casado, dos hijos, ingeniero, economista. Tiene una licenciatura en ingeniería eléctrica de la Universidad de San Carlos, una licenciatura en ingeniería industrial de la Universidad Rafael Landívar –URL–, una maestría en economía en la Universidad Francisco Marroquín –UFM–-, estudios de especialización en ingeniería pentaconta en la ITTLS de España.

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