El estado laico contra el nuevo populismo
Barataria
Alrededor del mundo las naciones han adoptado diferentes posiciones en la relación que el Estado debe tener con los diferentes credos, religiones y cultos. De esta forma se han formado a través de la historia los Estados confesionales, que son aquellos que adoptan una religión oficial que es reconocida como la religión del Estado y los estados laicos o no confesionales que son aquellos en los que no se ha reconocido ninguna religión como oficial. En la mayoría de casos tanto los Estados laicos, es decir aquellos que han establecido la separación de las religiones y no adoptan religión oficial; como los Estados Confesionales, que son los que adoptan una religión oficial mantienen el principio de libertad religiosa es decir que permiten la coexistencia de otros credos, iglesias o religiones.
Guatemala, es un Estado Laico, y como muchos otros países a través del mundo tuvo sus tendencias a mantener ya sea oficialmente o de hecho una preferencia religiosa. De hecho, muchos países hasta mediados del siglo pasado todavía mantuvieron una religión oficial, tendencia que ha ido cambiando especialmente en las naciones occidentales. Sin embargo, resulta verdaderamente preocupante las constantes invocaciones a Dios que hacen los funcionarios de gobierno y las constantes referencias a sacadas de contexto de versículos bíblicos para apoyar en una u otra forma sus posiciones que en muchos casos son posiciones políticas que nada tienen que ver con la piedad cristiana o de cualquier otra religión.
Este fenómeno no es nada nuevo, a guisa de ejemplo diremos que en Bolivia la anterior presidenta Jeanine Áñez, “convocó” a una jornada de ayuno y oración familiar para pedir por el cese de la pandemia; asimismo aquí en Guatemala el expresidente Jimmy Morales mantuvo una manifestación externa de aspectos cristianos y se denominó asimismo “el Presidente más orado de la historia” y el expresidente del Congreso Alan Rodríguez iniciaba cada sesión de jefes de bloque con una oración; y, para no ir muy lejos, la señora Rosario Murillo Vicepresidenta de Nicaragua, promueve esta forma singular de utilizar aspectos cristianos con expresiones como “¡Viva Nicaragua Cristiana, Socialista y Solidaria…!”, “Seguimos de frente con el Frente, dándole gracias a Dios que nos da el privilegio de tener conciencia, de estar llenos de fe, de estar llenos de optimismo, de estar llenos de esperanza; de no cargar el veneno del odio”.
Resulta verdaderamente preocupante este nuevo populismo en los países latinoamericanos que cada vez más hacen expresiones religiosas en cada acto público, se utilizan los preceptos bíblicos para “jalar agua a su molino”, expresiones tales como “unidad”, “fe”, “esperanza”, “confianza en Dios”, “luz al mundo”, “confianza en un futuro mejor”, “nada es imposible” son constantemente utilizadas para apoyar discursos vacíos sin mayor contenido ni propuesta política. Es fácil para un gobernante o funcionario decir en un discurso que las cosas van a mejorar “primero Dios” y que “si tenemos fe nada es imposible para Dios”; estas expresiones son buenas, dentro de una comunidad cristiana, porque se comprende que es una comunidad de fe en dónde se busca a Dios y que hay ministros que predican y enseñan la Palabra De Dios, en donde también se exige una ética religiosa fundada en la interpretación bíblica. Sin embargo los funcionarios no pueden estas “vendiendo humo y esperanza”, han sido electos y nombrados para desarrollar una función pública que exige honestidad, honradez, capacidad, idoneidad y excelencia, Esta función pública debe basarse en planes para desarrollarla y esta sujeta a resultados, no a esperanzas o invocaciones a Dios, ya que para eso están las iglesias, los credos, la religiones y los ministros de culto.
Estas invocaciones que parecen buenas para muchos, en realidad son un peligroso nuevo populismo que se está promoviendo para encubrir detrás de es palabrería hueca y sin sentido los actos corruptos de cualquier gobierno. Este nuevo populismo termina con frases como “Dios bendiga a Guatemala” cuando muchos de los guatemaltecos se han muerto en la pandemia del Covid-19 por la corrupción en la compra de vacunas que aún no llegan a la población, en el desastre de los hospitales nacionales porque el dinero “nunca alcanza”. Y, en realidad, a los guatemaltecos no nos interesa la religión o credo que profesan el gobernante y todos los funcionarios públicos, sino que exigimos honestidad, porque de nada nos sirve que se golpeen el pecho profesando una religión cuya ética tampoco practican, porque a las claras se ve que este gobierno y sus funcionarios lo que menos tienen es vergüenza y son demasiado caraduras para invocar a Dios y luego continuar con el saqueo.
El nuevo populismo de un maridaje entre el Estado y la Religión, busca en realidad tocar la conciencia de la población, utilizando muchos de los argumentos religiosos para hacer creer al pueblo que tienen temor a Dios, cuando en realidad es lo que menos temen porque de otra manera fueran honestos. Pero decirle a la población que confíe en Dios para salir de la pobreza es lo más desvergonzado que puedo escuchar, porque el funcionario está para desarrollar los fines del Estado y ejercer su función publica para beneficio de la población, porque para ello ocupan un lugar en la administración pública.
Esta mezcla de posiciones religiosas y política es insana desde todo sentido, incluso desde el punto de vista bíblico, porque el mismo Jesús estableció la separación entre Estado e Iglesia al indicar que “hay que dar a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios”, porque promoverla hará a los funcionarios proclives a invocar a Dios o escudarse en él para justificar sus propios fracasos, su ineptitud o la corrupción. Si algún funcionario es muy religioso, lo único que le pedimos es que, en la función pública sea ético y honesto y cumpla con su deber como funcionario, pero que no mezcle sus creencias religiosas con la función pública, porque es en lo privado el podrá es en donde puede practicar su credo sin restricción, para ser mejor persona.
Resultaría desastroso para un país como Guatemala, que este nuevo populismo sea el caballito de batalla del gobernante y los funcionarios públicos, para apañar actos de corrupción so pretexto de que Dios es el que les está guiando en todo.
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