Crisis internacional, adaptarse o morir
Sueños…
El mundo se acerca al cataclismo. La naturaleza ya no tiene un desarrollo propio, ni natural, sino que dependen del desempeño de la sociedad humana. Ha llegado el momento de adaptarse o desaparecer. El asunto es si vamos a desaparecer todos los seres vivos, o sí vamos a aniquilar únicamente al resto de especies y vamos a sobrevivir los humanos. Y, en este último episodio, sí vamos a sobrevivir todos los humanos o solamente aquellos más fuertes, que respondan al impulso inicial darwiniano de supervivencia del más fuerte.
Por el momento tenemos que conformarnos con el conocimiento de que existe una leve esperanza para todos. No solo para las distintas naciones humanas, sino que también para el resto de especies que aún quedan. Es el momento de la resiliencia. Todas las naciones enfrentan el reto de adaptarse o morir. Todo depende de la capacidad que tengamos, en nuestro caso los países centroamericanos, para sobreponernos a los riesgos espectaculares que están surgiendo aceleradamente y que amenazan las condiciones de vida en el desvencijado planeta Tierra. ¿Seremos capaces de reconstruir los vínculos sociales y con la naturaleza, para reconciliarnos con la vida y ser líderes del cambio estructural que se avecina?, ¿podremos comprender la esencia de los resultados adversos que nos amenazan?, ¿seguiremos en la rutina del fracaso social sin percatarnos de las amenazas?
Ante estas cuestiones, los organismos internacionales afirman que es el momento de adaptarnos a los cambios. Es lo que alertan Sanjaya Panth y Ceyla Pazarbasioglu, analistas del Fondo Monetario Internacional. Este organismo, que es el banco central del mundo, no es indolente, y con claridad proclama “…el FMI continúa su adaptación para afrontar los retos globales”[1]. Y, sí el líder de la economía mundial se pone en alerta, por qué nosotros no.
David Christian en La gran historia de todo, afirma con optimismo: “El cerebro, ya sea el de un humano o el de un chimpancé, se dedica siempre a crear modelos simplificados del mundo en su estado presente, pero también genera esquemas de los cambios que podría experimentar el entorno.” Será que los centroamericanos podemos ponernos a la par del humano o el chimpancé y generar estrategias de cambio que nos permita estar a la altura de las reformas que nos conduzcan como naciones inteligentes hacia un mundo de mayor equilibrio.
Los peligros que emergen de la acción humana y su devastadora influencia sobre el ambiente son evidentes y peligrosos. Los podemos resumir así: estancamiento del comercio internacional, que amenaza con reducir la producción, provocar desempleos inimaginables y confrontaciones sociales; resurgimiento de la inflación, como una monstruosa creación del mal manejo de los sistemas monetarios y cambiarios de los bancos centrales y los ministerios de hacienda. Además, el riesgo de una confrontación militar OTAN-Rusia, por el control de Ucrania, la confrontación militar USA-Japón-China, por el control de los mares del pacífico asiático, incluida la lucha por Taiwán. Sin descontar la incertidumbre sobre el control del Covid-19/25, los riesgos del cambio climático, que obligan a la Tierra a generar transformaciones volcánicas, marítimas, sequías, ondas de calor, etc.
En los 70, los Iracundos predecían “El mundo está cambiando y cambiará más”. Hay cambios económicos, la transformación de la racionalidad capitalista por otra forma de producción no destructiva del ambiente; cambios sociales, la concentración espectacular de la riqueza en manos de pequeñas minorías nacionales e internacionales; el cambio tecnológico, en que la digitalización, la robótica, la informática podrán producir y pensar más rápido que los humanos. Las máquinas al pensar nos verán como nosotros vimos a los bueyes y los caballos cuando inventamos el transporte de ferrocarril y de motor, listos para desaparecerlos y olvidarlos; el cambio climático, la respuesta de la Tierra ante sus infames depredadores.
¿Qué tienen que revisar los gobiernos centroamericanos? Uno, sus políticas fiscales, tienen que concentrarse en gastar dinero en educación y salud para toda la población, para preparar el capital humano que pueda enfrentar los grandes cataclismos con inteligencia y solidaridad. Además, de variar su política monetaria de emisiones de dinero sin respaldo productivo, para no generar recurrentes crisis de inflación y cambiaras, que provoque el desorden económico y social. Dos, mejorar sus proyectos de protección de la naturaleza y la biodiversidad en sus territorios, por lo menos la mitad de los territorios tienen que ser áreas protegidas y veda absoluta a la intervención humana. Tres, mejorar la participación ciudadana en la solución de los problemas regionales, fortalecer la democracia con instituciones eficientes, competitivas, baratas y defensoras de valores de unidad nacional, seguridad social y convivencia.
Los asesores del FMI, afirman que es indispensable un cambio de dirección. Es decir, fortalecer un nuevo paradigma de organización política, conducción de la economía no hacia maximizar ganancias de las empresas sino que generar protección del ambiente y fortalecimiento de la cultura humana. Es decir, un uso menos intensivo de energías contaminantes.
Por supuesto, el objetivo del FMI no cambia. Dar crédito a los bancos centrales y gobiernos, para financiar al sector financiero, exportador/importador, funcionarios públicos y grupos de presión. Dejando en el abandono a las muchedumbres. Ese crédito se convierte en emisión monetaria que financia los déficit fiscales y la corrupción generalizada. Eso no va a cambiar. Como dice Edward Wilson, citando un proverbio chino, el primer paso hacia la felicidad es dar a las cosas su nombre correcto.
Lo que sí preocupa a los dirigentes financieros internacionales es la incertidumbre. Sus recetas han llegado al extremo y no hay más allá. El surgimiento de criptomonedas amenaza la columna vertebral del capitalismo, el sistema financiero y monetario. Surgen en todo el mundo los shoks de financiamiento estéril que provocan inflación, incertidumbre y confrontaciones sociales. Las contracciones monetarias de bancos centrales y la sequía para los gobiernos van a generar una catástrofe y el FMI tiene las manos atadas. ¿Qué hacer?
[1] https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=16928

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