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Elecciones en Costa Rica

Antropos

La democracia política es el espacio que tiene la ciudadanía para ejercer sus derechos a elegir y ser electo. En Centroamérica, nos parece que el único país, durante más de cincuenta años que ha logrado darle perdurabilidad a este sistema democrático, es Costa Rica. Sin embargo, frente a las próximas elecciones para presidente y diputados, que se celebrará este seis de febrero, se presentan veinticinco partidos, lo cual genera dispersión e indecisión de los electores que suma hasta el día de hoy, el 30%. La población indecisa mayoritaria son mujeres y personas que van de los 18 a 34 años. Significa  para este sector poblacional, que no hay credibilidad en lo que dicen los 25 candidatos presidenciales. Esta situación de numerosas ofertas electorales, complicarán a su vez, la conformación de la nueva Asamblea Legislativa.

La ciudanía cuestiona temas centrales como el de la transparencia, equidad de género, oportunidades de empleo. El desempleo arriba al 14.4% y afecta al 40% de los jóvenes. El problema de la corrupción, que se regodea en países como Guatemala, también está presente en Costa Rica en menor grado. Tal es el caso aun no resuelto de la llamada “cochinilla”, referido a la construcción de carreteras, con los empresarios eso sí, encarcelados y el del “diamante” de una cantidad de alcaldes que por cierto, están en prisión por malos manejos en sus municipalidades, similar a lo que sucede en nuestro país. Es obvio, que todo esto, genera desconfianza, porque también alcanza a algunos partidos políticos.

Los jóvenes por ejemplo desconfían de los candidatos, porque las promesas del pasado, como superar la tasa de desempleo, transparencia en la gestión pública, crisis económica, quiebre de la educación, igualdad de género, no han sido cumplidas, a excepción del programa de vacunación contra el COVID-19, que ha sido todo un éxito.

Otro de los problemas, consiste que algunos candidatos hacen propuestas generales, sin definir cómo alcanzar las metas en la mayoría de los casos. A esto se agregan diagnósticos, y críticas al accionar de los gobiernos anteriores. Esto es lo que conforma el cuerpo de los planes de gobierno. De acuerdo al Programa del Estado de la Nación, los únicos candidatos que definen respuestas de cómo reducir el índice de pobreza y a generar empleo, son José María Villalta del Frente Amplio y Eli Feinzaig, del Partido Liberal Progresista. No lo dicen Figueres del Partido Liberación Nacional, Lineth Saborío de la Unidad Social Cristiana, Fabricio Alvarado de Nueva República, ni Rodrigo Chaves. Habrá que señalar que si abordan temas como vivienda, costo de la vida, infraestructura, educación, ambiente, exploración petrolera, reducción del Estado.

Dado que los números están al día de hoy, de acuerdo a la encuesta que elabora el observatorio de la Universidad de Costa Rica, en un 17% para Figueres, 12.87 para Saborío, 10.2 para Alvarado, 7.5% Villalta, Chaves el 8.1% y Eli 6%, significa que todos buscan a los 30% de indecisos, pero tienen el problema que los partidos no tienen respaldo garantizado. Deben estos días andar con pies de plomo para no cometer errores. Medir las palabras y sus hechos. Deben ser cautos cuidadosos. Y además están los otros veinte candidatos también en búsqueda de votos, que seguramente en una segunda vuelta, habrá muchas negociaciones y alianzas políticas, cuestión que seguramente ya están trabajando.

Interesante resulta ser no sólo para la democracia de Costa Rica, sino para otros países, el ejercicio que hizo el Estado de la Nación de los diferentes planes de gobierno de los seis candidatos punteros. Por ejemplo del Frente Amplio, presenta 227 páginas, 88% son propuestas políticas y 8% contexto, diagnóstico. De la misma manera la Unidad Social Cristiana, 79 pag, 87 propuestas y el 13, igual diagnóstico y contexto. El Partido Liberación Nacional, 170 pag, 76% propuesta y 24 % diagnóstico y contexto; Rodrigo Chávez, 24 pag, 78% propuestas, 22% diagnóstico y contexto; Partido Nueva República, 189 pag, 49% propuesta y 51$ diagnóstico y contexto; Partido Liberal Progresista, 206 pág, 88% propuestas y 12% diagnóstico y contexto.

Lo anterior nos arroja una primera aproximación, que los dos partidos con planes de gobierno más concretos y coherentes, es el Frente Amplio y el Partido Liberal Progresista. Será la ciudadanía, quien tome la última palabra este 6 de Febrero, que seguramente dará como resultado a dos ganadores que irán a segunda vuelta el próximo 3 de abril del presente año. Mientras tanto quedarán electos los diputados que se pelearán los votos de los 25 partidos existentes.

De ahí que, por la tradición democrática, no es extraño en el actual proceso electoral costarricense, que surjan diferentes corrientes del pensamiento político. Y cada uno de ellos, ha ido dibujando los distintos perfiles. Ahora bien, lo que es importante destacar, es que no sólo se ha dado una contienda sobre la base del respeto a las ideas, sino que los candidatos han procurado vencer al peor enemigo de la política electoral, que es el escepticismo, la indiferencia y la desconfianza de la ciudadanía respecto a la política y los políticos.

Esta realidad política, más el hecho que en Costa Rica existe una ciudadanía alfabetizada, con acceso a los medios de comunicación y con una clara conciencia de sus derechos civiles y políticos, exigió que tanto los partidos políticos, como sus candidatos tuvieran que debatir sus ideas y propuestas, para convencer a un electorado cada vez más exigente de respuestas concretas y viables.

En todo el proceso electoral, ha estado presente el abordaje de la crisis económica, la inseguridad ciudadana, la reducción del Estado, la exploración petrolera, el tráfico de drogas, el desempleo, la baja en la calidad educativa, el problema de la pandemia y las secuelas que este hecho ha dejado, principalmente en el turismo, que ha sido una fuente importante de los ingresos del país. Además de los problemas de ingobernabilidad y pocos acuerdos a nivel de política nacional.

En términos generales, este proceso electoral es una prueba de fuego para la democracia costarricense. Especialmente, para la democracia social, política y económica.  Los que apreciamos la manera civilizada de cómo esta nación se ha ido construyendo durante años, confiamos que los problemas que atraviesan, esencialmente la desconfianza acerca de los políticos y la política, se supere para el bien de la gobernabilidad y la seguridad ciudadana de este país centroamericano.

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