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Putin compite con el COVID-19, en su potencial destructivo

Desde La Ventana De Mi Alma

Los acontecimientos que experimentamos la humanidad en estos últimos días nos mantienen a la expectativa, cuando gradualmente recuperamos la normalidad, después de que la espantosa pandemia parecía estar disminuyendo, aparece una nueva amenaza a la supervivencia. Y ya no es la mortalidad ocasionada por la pandemia; es la muerte iniciada por los seres humanos.

El lenguaje de guerra impregna gran parte de los discursos en todos los medios. Y es de reflexionar que las lecciones aprendidas en nuestra guerra contra el Covid deben volver a ponerse en práctica contra quienes hoy amenazan a la supervivencia humana a través de la guerra. Los países que mejor lograron frenar la propagación del virus no fueron necesariamente aquellos que cuentan con más recursos, sino aquellos que no dudaron en implementar medidas agresivas para contener el virus y controlar su propagación lo antes posible. Los países asiáticos, basándose en su experiencia previa con el SARS y otras enfermedades infecciosas, reaccionaron rápidamente e implementaron procedimientos de rastreo de contactos, mientras que los países occidentales fracasaron en gran medida con este procedimiento básico de salud pública. Como demostró brillantemente el gobierno de Nueva Zelanda, adoptar medidas tempranas y agresivas es mucho más exitoso cuando los líderes muestran empatía e inspiran confianza.

Hay una sorprendente diferencia entre los horrores de la muerte por un virus o por el edicto de un vicioso líder político. Los científicos creen que el coronavirus es el producto de un cruce del mundo animal al mundo humano. La guerra, en palabras de Steven Magee, es el producto de una mutación del mundo humano al mundo de los animales y de las bestias.

Nadie, en el ejercicio más salvaje de la imaginación, hubiera podido prever lo que nos vimos obligados a soportar durante estos últimos años de pandemia. No había forma de preparar al universo para un evento tan improbable, algo que parecía estar más allá del ámbito de lo posible. Así que el mundo descartó la idea y pagó un alto precio por su optimismo injustificado.

Finalmente, sería bueno guiarnos por las palabras de Amina Mohammed, vicesecretaria general de las Naciones Unidas:

“La verdad es simple: ninguna persona está a salvo hasta que todos, absolutamente todos, en todas partes, estén a salvo; y ningún país está a salvo hasta que todos los países estén seguros. Sólo trabajando juntos podemos asegurar que nadie quede atrás. Sólo trabajando juntos podemos recuperarnos mejor y construir un mundo donde todos prosperen en paz, dignidad e igualdad en un planeta sano.”

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Angie Lu

Lcda. en Ciencias de la Educación. Universidad Estatal.Guayaquil. Lcda. en Filosofía y Letras. Universidad Central del Ecuador. Columnista Periódico "EL SOL" Cartagena- COLOMBIA. Columnista Diario. La TRIBUNA. México. Articulista: Revista TOP MAGAZINE. Orlando-Florida Articulista Diario EXTRA. San José. Costa Rica. Articulista periódico Canarias Opina. Telde, Islas Canarias. ESPAÑA. Escribo por vocación para comunicar y por necesidad vital, creo que la palabra escrita es inmortal y es el acto libertario mas poderoso que existe y más aún podemos crear sinergia colectiva a través de la lectura. Escribo para divulgar mis emociones recogiendo metáforas simples o complejas, que me permitan meditar para existir y coexistir buscando la armonía con mis congéneres, y para celebrar con la palabra la belleza de la vida y el universo.

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