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La economía circular como clave para la sostenibilidad

Lugar Hermenéutico

Tradicionalmente se ha relacionado el bienestar de los países con el crecimiento lineal de su economía, pero hasta ahora conocemos pocos estudios sobre la correlación existente entre dicho crecimiento y como este influye inversamente en la calidad de su patrimonio natural. En las diversas variables que se toman en cuenta para medir el crecimiento económico no se estima el agotamiento de los ecosistemas por lo tanto la conservación o regeneración de estos en un determinado de tiempo, cuando lo son renovables.

En Guatemala, existen alrededor de 3 mil 200 normativas vigentes relacionadas al medio ambiente, más de 250 tratados internacionales suscritos y un capítulo exclusivo a los recursos naturales y ambiente en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.  Sin embargo, pese a los esfuerzos de las autoridades pertinentes, los indicadores ambientales de país nos revelan que el nivel de incumplimiento essumamente alto.  A su vez existen vacíos legales, como la falta de regulación del agua, del uso de suelo, emisiones vehiculares, por mencionar algunos.

Estos instrumentos regulatorios han sido diseñados bajo la premisa de “quién contamina paga”, sin embargo, a lo largo del tiempo está más que comprobado, que, en sociedades como la nuestra, dicha premisa por diferentes motivos no siempre se cumple y a veces, aunque se paguen las faltas a la legislación, los daños a los ecosistemas son irreversibles.

Por tal razón debe recurrirse a otras formas de pensamiento, que complemente la regulación de los órganos rectores, tal es el caso de las iniciativas voluntarias de cumplimiento ambiental, las cuales han sido usadas desde la década de los años ’90, y que se han visto fortalecido con diversas corrientes, incluso con la aplicación de la norma ISO 26,00.00 referida a la responsabilidad social aplicables a cualquier organización en general, sean estas de carácter público o privado.

Estas iniciativas han  pasado a ocupar un lugar importante en la creación de nuevos instrumentos y herramientas que permiten y facilitan el logro de objetivos de sostenibilidad ambiental por parte de las organizaciones, balanceando y potenciando diferentes aspectos relacionados directa o indirectamente con la producción, el aumento de la eficiencia, la eficacia y el cuidado al medio ambiente, estás pueden ser implementadas por los sectores económico productivos, en conjunto con los gobiernos o con otros entes representativos de la sociedad tal es el caso de las universidades.

Es importante que, desde las autoridades competentes, se sigan fomentando las iniciativas de acuerdos voluntarios con sectores económicos, que se han aplicado en algunos sectores y que han ha coadyuvado a mejorar la aplicación de los instrumentos regulatorios.

En este sentido deben potenciarse todos los elementos que permitan la aplicación de una económia circular, como concepto que se incluye en el marco del Desarrollo Sostenible y cuyo objeto es “la producción de bienes y servicios al tiempo que reduce el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y fuentes de energía.”

Es necesario estimular su aplicación en los sectores productivos del país, en especial los pequeños y medianos que puedan tener ventajas competitivas para alcanzar y mejorar su posición en el entorno económico, para propiciar una mejora en la calidad de vida de la población, sin comprometer el patrimonio natural actual y futuro del país.

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