El Costo de la Vida
Pluma Invitada
Abogado y exconstituyente, Carlos Molina Mencos fue Ministro de Economía entre 1970 y 1974, durante el gobierno de Carlos Arana Osorio. En 1970 el precio medio del barril de petróleo era US $1.21 y en 1974 había aumentado a US $11 por barril. Esto es, en los cuatro años de ese gobierno los precios habían subido 9 veces (909.1%). El mayor aumento aconteció entre 1973 y 1974 cuando aumentó 307%. En comparación, entre finales de 2020 y la semana anterior (15 meses) el petróleo ha aumentado 133%. Carlos aceptó compartir, sus experiencias en una crisis aún más aguda que la que hoy atravesamos (aunque esta vez, también aumentó el precio de los metales y los granos). El texto proviene de Mi verdad un libro aún no publicado del que Molina Mencos es autor.
En 1972 Guatemala empezó a sentir los efectos de la devaluación del dólar, la finalización del patrón oro y los primeros intentos de alza en los productos del petróleo, más la inflación en los Estados Unidos, a través de un alza en las tasas de interés de la banca internacional y el encarecimiento de los productos importados que ejercían presión hacia arriba en el costo de vida nacional.
Debido a que estas presiones se originaban fuera de nuestro territorio, lo único que podíamos hacer es tratar de minimizarlas estimulando la producción nacional. Mantener nuestra sólida política monetaria y tratar de explicar a la población lo que estaba ocurriendo en el mundo.
Por otro lado, estaba la oposición política al régimen que obviamente se aprovechaba del malestar causado por un alza en los precios y lo más fácil era culpar al gobierno.
La única ventaja era que la prensa ya no hablaba del Ministerio de Agricultura o de cuando había problema de granos ni del Salud sino del Ministerio de Economía en cuanto a los precios de las medicinas. El blanco lo estaba concentrando el Ministerio de Economía y yo no tenía más opción que enfrentar esa situación.
En ese momento consideré que el Ministerio solo tenía dos opciones, o responsabilizarse de aquello que no era incumbencia directa de él y decirle al público; señores no es competencia mía, es de tal o cual otro despacho, o bien aceptar los ataques para tratar de defenderlos lo que se pudiera. Optamos por la segunda sobre la base de que el gobierno es uno, y si se podían centrar todos los ataques en una sola persona podíamos lograr que el gobierno navegara mucho más fácil en el resto de sus ministerios y dependencias, y sí el ataque llegara a ser extremo con el simple hecho de remover o quitar al ministro podría suavizarse la tensión de nuevo, en vista de ello empezamos a trabajar en nuestra nueva función, pararrayos de Gobierno.
En un sistema republicano como el nuestro la soberanía del estado radica en el pueblo, quien la delega en sus representantes. Los funcionarios públicos son esos representantes y por lo tanto debe de mantener informados a sus representados de lo que están haciendo y decirles toda la verdad de lo que está ocurriendo. Por consiguiente, consideré mi obligación explicar lo que estaba sucediendo, lo grave de la crisis que se venía y lo que estábamos haciendo para tratar de suavizar sus efectos. Con ese fin, consideré conveniente solicitar una audiencia al pleno del Congreso de la República para informar sobre la crisis que se estaba gestando.
En la siguiente reunión de gabinete planteé la conveniencia de ir al Congreso. Se analizó mi sugerencia y el Dr. Trinidad Uclés, quien tenía un excelente análisis político opinó que la campaña contra el alza en el costo de vida que estábamos empezando a vivir era una campaña inducida por la oposición por lo que él consideraba que lo mejor era ignorarla y dejar que decayera el ataque por falta de discusión.
Mi opinión, en ese momento es que la crisis que se visualizaba era de tal magnitud que no sería posible ignorarla por lo que consideraba necesario contrarrestar los ataques y enfrentar en forma directa la publicidad que se estaba haciendo, y explicar al pueblo la verdad de lo que estaba sucediendo con lo difícil que era pedir que aceptaran un encarecimiento.
El lunes siguiente me reuní con el presidente Arana quien me dijo que después de sopesar el problema consideraba que era más conveniente la posición que yo había planteado en el sentido de enfrentar el problema directamente. Aquí debo confesar que siempre he tenido la duda de si el Dr. Uclés no estaba en lo cierto.
Por consiguiente, esa misma tarde me dirigí a los canales de televisión y di un informe completo de cuál era la situación económica del país, como se estaba enfrentando el problema del costo de vida y cuáles eran las medidas que considerábamos convenientes para contratarlo.
Hicimos ver, primero que las presiones inflacionarias existentes en Guatemala aún no eran alarmantes, segundo que el alza de granos básicos no obedecía tanto a presiones inflacionarias en sí como a una sequía.
Hicimos ver que no era con una ley de control de precios como se podía solucionar el problema de alza de costo de vida, sino más bien con producción y liberalizando el mercado.
Usé como ejemplo en esa oportunidad el hecho que, si por ley se pudiese arreglar todo, lo que convendría sería emitir 3 leyes en el país. La ley de la riqueza en el sentido de que todos los guatemaltecos deben tener bienes materiales, la ley de la inmortalidad que prohíbe a cualquier persona morirse en el territorio del país, y la ley de la felicidad que obliga a todos a ser felices. Igual de utópica es la ley de control de precios, primero porque un precio no es factible controlarlo, siempre hay formas de burlar una ley de control de precios y segundo porque la experiencia y la práctica en otros países nos ha demostrado que fijando controles de precios lo único que se consigue es un alza y una escasez mayor de los productos que están siendo controlados.
Al día siguiente y siguiendo la política que siempre he mantenido de informar y de dialogar con todos los sectores que pueda, me dirigí al Congreso de la República solicitando una audiencia al Licenciado Mario Sandoval Alarcón presidente de dicho organismo, fui recibido por el pleno del Congreso en la tarde del día siguiente.
Esa sesión con el pleno del Congreso fue televisada el 24 de enero de 1973. Algunos medios se confundieron y la publicaron como una interpelación al Ministro de Economía cuando se trataba de una visita para notificar al organismo legislativo al que le solicité una audiencia para informar, dialogar y tratar de aclarar las dudas con la totalidad de los representantes del pueblo de Guatemala.
En esa oportunidad se estableció un debate público bastante amplio, que duró aproximadamente 5 horas y fue llevado principalmente entre el Lic. René de León Schlotter y el Dr. Carlos Gehlert Matta y mi persona, creo que los puntos fueron bastante bien discutidos y el tema totalmente agotado.
Al final de la visita el Congreso de la República consideró que mi actitud de dirigirme a ese alto organismo en forma voluntaria y con el único fin de informar acerca de mi actuación era encomiable por lo que acordó emitir un voto de felicitación. Era la primera vez en más de 20 años que se otorgaba ese honor.
Al día siguiente la prensa era totalmente favorable a la posición del Ministerio, aunque más que a la posición del Ministerio fue a la actuación mía en el congreso. Recuerdo editoriales “como se lució Molina Mencos “o Molina Mencos se robó el Show Político en el Congreso”,
No había sido esa mi intención. Esta había sido simplemente informar a la opinión pública de cuál era la situación, no llevarme un show político, sin embargo, en la junta de Gabinete de ese mismo día en la tarde se analizó el caso del costo de vida y el problema de publicidad y nos dimos cuenta de que por lo menos la visita al congreso había logrado bajar la presión de la campaña publicitaria al menos por el momento.
Sin embargo, viendo retrospectivamente el problema creo que la apreciación del Dr. Uclés era la correcta, se logró disminuir una campaña de prensa durante 2 o 3 meses de ese año a pesar de las presiones que seguían existiendo para con esa campaña, pero el costo de vida se convirtió en uno de los factores fundamentales de la campaña presidencial de 1974 centrándose en el Ministerio de Economía prácticamente la totalidad de los ataques al gobierno de la República, o sea que desde ese momento dejé de ser ministro más del gabinete encargado de manejar los asuntos del desarrollo económico del país para convertirme en el receptor de la casi totalidad de críticas que se nos hacía.
En esa época también consideramos que era conveniente informar al público, a través de una constante comunicación con la prensa mediante el contacto directo.
En el despacho siempre se recibió al reportero que tocó la puerta, nunca evadí una conversación con ningún miembro de prensa, pero en este momento no sólo los recibimos cuando nos llamaban sino que empezamos a buscarlos, se inició un programa por medio del cual, dos veces por semana se invitaba a almorzar a algún grupo de periodistas de un diario o radio periódico o un noticiero de TV. al hablar de grupo me refiero todos de una misma organización, me reunía como dije dos veces por semana con un grupo específicamente invitado a efecto de obtener dos finalidades una de dar a conocer un poco los puntos de vista del Ministerio y dos conocer a los elementos de prensa y aprender de ellos, oír sus consejos y la opinión que este grupo de personas tan bien informadas tiene para resolver los problemas de la vida nacional.
Y a los directores de los medios los invitaba a mi casa para hablar sobre los temas del interés de ellos.
Fue así como tuve la oportunidad de tratar prácticamente la totalidad de los directores de los diarios y a los principales reporteros, comentaristas y editorialistas de Guatemala. Este programa de comunicación se mantuvo por un año y medio hasta que salimos del despacho ministerial.
Continuará…

Le puede interesar:
Pingback: El Costo de la Vida (2da. parte y final) - ElSiglo