Josefita, presente continuo…
Preludios Opinionistas
Alguien en este mundo protervo tuvo que haber calumniado, injuriado, y a saber qué más, pero afortunadamente en este ir y venir sibilino, no prosperó. Resulta evidente, y hasta sensato quizás, pero prefiero dejar de pensar y seguir como si el tiempo fuese continuo, así se disfruta de cada instante del tiempo. A diario me sumerjo en lo cotidiano; lo de costumbre, como fluido de un raudal de lluvia. Es decir, nadie impedirá realizar los sueños previstos para saberlos administrar.
A diario hacemos una solicitud de ingreso para el siguiente curso de rutina diaria. Es decir, la vida a diario nos hace un examen y nos envía a hacernos una catarsis, al final del camino ese es el medidor de la convivencia de cada quien.
Por supuesto, el tiempo es fluido, interminable, y furtivo, no se detiene y tiene su propia existencia de idea de ir y venir. Con ese vaivén cotidiano la mamá de Josefita murió cuando tenía 16 años, y Josefita con dos meses de nacida. Su mamá falleció de cáncer, y como había quedado muy pequeñita necesitaba de cuidados esmerados, pero su papá no tenía ningún plan alternativo, que podía hacer con una recién nacida. Empero, así avanzó el tiempo y Josefita fue creciendo, teniendo mas edad, iba comprendiendo las cosas de este protervo mundo.
Cuando Josefita tenía 15 años tuvo la curiosidad de preguntarle a su papá de sus abuelos.
-¿Papá, porque nunca me llevás donde mis abuelos? -Preguntó Josefita.-
-Ve hija, un día iremos -respondió.-
Cierto día que llegó muy agotado del trabajo el papá de Josefita, le exteriorizó: el tiempo es enigmático, ahora afortunadamente vivimos un «tiempo de guerra y arañamos la paz, muchos pisotean la pobrecita bandera de la democracia, aprovechándose que no puede defenderme del mal uso que algunos le dan para sus intereses personalísimos», y desventuradamente las raíces del hombre la guerra los separa. La misma vida cotidiana es una guerra, hay que trabajar por el pan, para sobrevivir, esa es una lucha cotidiana, así va de pasada el tiempo, y viene otro que es el mismo tiempo, esa es una ley natural de la vida y la muerte, de esa manera cada día que transcurre nos vamos haciendo mas adulto(a). Inclusive, estamos muertos, pero no enterrados, porque nos sumergirnos en nuestro propio jugo.
-Papá, que bonito lo que me dices, me gusta mucho, es muy real -respondió Josefita.-
Pasaron los años el papá de Josefita falleció, ella en ese tiempo tenia 28 años, se había graduado de maestra, aprendido a tejer, el oficio de costurera y sabía algo de música. Su papá le había dejado esa noble herencia para enfrentar la vida, y una casita humilde, que son su trabajo y ahorro había ido construyendo. Josefita nunca se casó ni tuvo novio , pero adoptó dos preciosas niñas. Se dedicaba a su trabajo, en el pueblo gozaba de mucha reputación y respeto.
Cuando sus hijas crecieron y tuvieron entendimiento, les explicaba como había sido su padre, y que la mejor herencia que le pudo haber dejado, era haber aprendido varios oficios y haberme graduado de maestra, también todos los consejos que me daba es otra gran herencia.
El tiempo continuaba su curso. Un día Josefita, cuando sus hijas eran mayores de edad y ya tenían el oficio de costurera y graduadas de maestras, les dijo ya regreso, no tardo. Esa tarde el sol se observaba refulgente, y detrás venia un crepúsculo tranquilo, y allá se ve una noche azabache donde se disipan las angustias. Josefita se fue para nunca mas volver, en ese instante del tiempo tenia 79 años. Nadie supo donde se había ido. Pero la población únicamente pasaron años y no salían de su asombro de esta noche dama. Todavía sigue en el misterio en donde estará gozando de la buena obra que hizo en toda su vida.
Sus hijas, fueron personas de mucho bien, apoyaban al necesitado, se casaron y tuvieron sus hijos, nunca se separaron, siempre vivieron juntas en armonía con sus esposos. Eso son los buenos ejemplos que, el ser humano debería ofrecer a sus congéneres. Pero, desafortunadamente en muchos núcleos familiares no es así. El mundo desde hace rato anda alborotado. En fin, la vida continúa, entonces, el ser humano tiene que continuar, pase lo que pase. Esa es la vida.
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