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En un aniversario más de nuestra casa común, La Tierra

Lugar Hermenéutico

Desde 1970 la comunidad internacional adopto el 22 de abril para celebrar el Día de la Tierra”, buscando con ello, fomentar en gobiernos y personas, la conciencia a los problemas de contaminación, la conservación de la biodiversidad y otras preocupaciones ambientales propios de la época.

Pasados más de 50 años de esta fecha, lo cual, es apenas un microsegundo en la línea de tiempo en la historia del planeta, el nivel de degradación de los ecosistemas nos ha llevado a niveles críticos en casi todas las regiones del globo, que ha cobrado ya la extinción de múltiples especies.

Vale recordar especias como el pájaro carpintero con pico de marfil, la foca monje del caribe, el sapo dorado de Costa Rica, el solitario George, una de las especies de las tortugas gigantes de las Galápagos, y más recientemente el rinoceronte blanco en Africa, esto, tan solo por mencionar algunos ejemplos.

En nuestro país, de igual manera fuimos mudos testigos de la desaparición de una especie endémica del lago de Atitlán, como lo fue el Podilymbus gigas, mejor conocido como el Pato Poc, declarado oficialmente extingo en agosto de 1987, lo anterior producto de diversos factores, pero especialmente de la irresponsabilidad de autoridades y vecinos.

En la actualidad, Guatemala aún se encuentra en la lista de los países más megadiversos del planeta, ello por ser considerado como uno de los puntos más ricos en diversidad de especies en la tierra, sin embargo, sea por necesidad, desconocimiento o irresponsabilidad estamos matando los bosques, contaminando los cuerpos de agua y acabando con nuestros sistemas naturales.

De acuerdo con diversas organizaciones, en 25 años perdimos más del 20% de la masa boscosa en el país y con ello una infinidad de seres vivos que dependen y viven de ellos.  En este sentido, no podemos indicar solamente algunos responsables, puesto que toda la sociedad por acción o desatención hemos coadyuvado a la degeneración de nuestros ecosistemas.

Con la crisis sanitaria global, desatada por el COVID 19, pudo sentirse un pequeño respiro en los ecosistemas, lo cual indudablemente coadyuvo involuntariamente para su regeneración, sin embargo, luego de observar las imágenes de playas y ríos abarrotados de gente y desechos, podemos inferir que el periodo de gracia termino.

En términos ecosistémicos, en sus diferentes niveles, todo se relaciona con todo, aunque no del todo, ello significa que nada escapa de la interacción interdependiente de los diversos sistemas que le conforman, por ende, la salud de dichos ecosistemas está intrínsecamente ligado a nuestra propia salud, razón básica y elemental para cuidar y proteger el patrimonio natural.

Este próximo viernes 22 de abril, un día que debiera celebrarse en cada rincón del planeta, comprometámonos en el cuidado y preservación de las formas de vida existentes en la tierra, lo cual pasa por interiorizar cualesquiera de sus manifestaciones, pues, una planta, un diminuto insecto y hasta esa piedra, ese pequeño mineral tiene su propio ciclo de vida, el cual se constituye como elemento básico para el equilibrio y la preservación de las diversas especies que coexistimos en esta casa común, a la cual llamamos Tierra.

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