Designación de Consuelo Porras, o fracaso de los conspiradores

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En un sorpresivo y grato acto de atino y dignidad, el Señor Presidente despreció a los conspiradores que se opusieron a que la actual Jefe del Ministerio Público y Fiscal General de la República, Consuelo Porras, optara, como lo admite la ley, a fungir durante un nuevo período de esa jefatura y esa fiscalía.

El Señor Presidente despreció a quienes, ya permitida esa opción legal, se opusieron a que fuera seleccionada para ser uno de los seis candidatos entre quienes sería designado el nuevo jefe de aquel ministerio y aquel fiscalía general. Y ya seleccionada, despreció a quienes se opusieron a que fuera designada. Los despreció, y la designó. Y es nuevamente Jefe del Ministerio Público y Fiscal General de la República.

Los conspiradores, aquellos que se oponían a la renovada designación de Consuelo Porras; aquellos que pretendían que el Ministerio Público y la Fiscalía General de la República persiguiera a quienes derrotaron a la guerrilla, que intentaba instituir un régimen socialista en nuestro país; y aquellos que pretendían la impunidad de los violentos agentes criminales que persisten en la demencia socialista de los extinguidos guerrilleros, fracasaron.

Fracasó el Presidente de los Estados Unidos de América, Joseph Robinette Biden. Fracasó la Vicepresidente Kamala Harris. Fracasó el Secretario de Estado, Antony Blinken. Fracasó el embajador en Guatemala, William Popp. Y fracasaron los senadores y diputados demócratas, o fracasó el Partido Demócrata y, más precisamente, fracasó su ominosa hueste socialista que ejerce funciones legislativas y ejecutivas.

Fracasó la Comisión de la Unión Europea. Fracasó el parlamento de esa misma comisión. Fracasaron los políticos de Canadá, Alemania, Italia, España, Francia, Suecia, Suiza, Estados Unidos de América y Reino Unido, miembros de un grupo que se denomina “donante”, es decir, donante de recursos para Guatemala, que yo denomino “colonizante”. Fracasaron el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, El Fondo Monetario Internacional, el Sistema de las Naciones Unidas, la Delegación de la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos, también miembros del grupo “colonizante”.

Fracasó la Corte Interamericana de Derechos Humanos, protectora de jueces que emplean la administración de justicia para lograr propósitos políticos o ideológicos; y defensora de fiscales que emplean el poder de persecución penal pública, propio del Ministerio Público, para lograr también propósitos políticos e ideológicos. Y esa corte fue cooperante de la extinta organización criminal denominada “Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala”. Y es ahora protectora de ex jueces y ex fiscales que, sujetos de persecución penal, han huido del país y son ahora prófugos de la administración oficial de justicia.

Fracasaron aquellos miembros de la comisión que debía seleccionar a los candidatos a Jefe del Ministerio Público y Fiscal General de la Repúblico, cuya misión era evitar que Consuelo Porras fuera candidato; y no lograron evitarlo porque la Corte de Constitucionalidad intervino, y humillados tuvieron que seleccionarla para que fuera uno de los seis candidatos.

Fracasaron aquellos grupos sindicales, aquellas organizaciones rurales o semirurales, urbanas o semiurbanas, campesinas o forestales, terrestres o celestiales, que se oponían a que Consuelo Porras ejerciera el derecho, que la ley le confiere, a que fuera candidato a ejercer nuevamente la Jefatura del Ministerio Pública y la Fiscalía General. También fracasaron las facciones ideológicas que compartían esa misma oposición, ansiosas de proseguir su actividad criminal y disfrutar de impunidad.

Post scriptum. Opino que fue un notable fracaso de los conspiradores. Y lo celebro con regocijo; pero no precisamente porque fue designada Consuelo Porras, sino porque la designación de ella demostró que era factible derrotar las ominosas fuerzas nacionales, internacionales y extranjeras que pretenden dirigir la persecución penal para atacar a sus enemigos políticos o ideológicos, y garantizar la impunidad de los desgraciados actos criminales que financian o que ejecutan.

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