Los nuevos ricos en Guatemala, los nuevos ricos de la gran… corrupción
Barataria
La corrupción es un cáncer que poco a poco va debilitando a la sociedad y la aleja de la democracia. Inicia con pequeños actos, pero que va permeando a las instituciones hasta que llegan a niveles insospechados. En Guatemala, el dinero que debía servir para equipamiento de hospitales, obra pública de calidad, vías de comunicación necesarias, escuelas y mejor educación, mejorar la seguridad pública y otras tantas necesidades sociales, las que podríamos mencionar en una interminable lista de deficiencias institucionales y estructurales del país; ha servido para crear una nueva clase social, en el país. Una clase social de aquellos que en tan solo unos cuantos años pasan de ser simples ciudadanos con grandes carencias a potentados ricos, que se codean al más alto nivel.
Estos nuevos ricos han ido escalando posiciones en la administración pública, han tenido desde cargos irrelevantes hasta cargos que han obtenido comprando casillas en los partidos políticos para llegar a una diputación, financiando partidos políticos para ser nombrados en los cargos en donde van a enriquecerse. Su lema favorito es “del mismo cuero salen las correas”, porque sin dinero ellos al principio tuvieron que alargar las manos y uñas para obtener mal habido los fondos públicos, estos dineros que luego utilizaran para financiar a los partidos políticos y luego redundará en unas grandes cantidades de dinero de “retorno” que tendrá su “inversión”, al sobrevalorar las obra pública u otorgarse contratos a favor de empresas creadas para saquear vilmente las arcas nacionales.
Muchos son los casos de funcionarios que han llegado al poder literalmente con una mano adelante y otra atrás, con una serie de deudas y que unos pocos años en el ejercicio de la función pública les ha sacado de la pobreza y resulta que ya tienen muchos bienes que ya no necesitan emplearse, porque ahora resultan con dineros para viajes, para montar negocios, entre otros, para así continuar con esta cadena de corrupción que parece interminable que corroe mentes y voluntades.
Como un efecto que nadie comprende, aquellos que a duras penas mantenían un pobre negocio que no les daba más que para ir sobreviviendo, están unos pocos años en el poder y salen con mucho tino para los negocios, resultan ser grandes empresarios que han montado toda clase de negocios y son bien fructíferos, mismos que antes de la función pública no sabían nada de nada de esto. Raro, si muy raro, pero sin necesidad de financiamientos bancarios montan grandes cadenas de negocios, franquicias y otros invirtiendo no miles, sino millones de quetzales. Siempre nos preguntaremos, ¿Qué habilidad para los negocios les da la función pública que luego de ser funcionario público sale como gran empresario?
Algunos de estos funcionarios entraron al poder sin titulo universitario, muchos únicamente bachilleres, o bien con pensum cerrado en alguna carrera universitaria e incapaces de graduarse. Unos pocos años en la función pública y salen graduados de las diversas universidades del país, sus títulos no se sabe como los obtuvieron, pero son títulos expedidos en universidad.
Tal parece que la función pública, el llegar a un cargo público, o a uno de elección popular, mejora a estas personas en la misma proporción en que empeora el país. En tanto el país empeora, la corrupción sigue campante, estos funcionarios salen millonarios y se constituyen en toda aquella clase de ricos que surgen de la noche a la mañana y en cuyas cuentas bancarias y bolsillos se encuentran el dinero de todos los guatemaltecos. Así, si vemos cuanto es el salario de un alcalde, concejal, diputado, ministro y gobernante, así como los diferentes funcionarios de las demás instituciones, sumando todos los salarios durante el periodo de tiempo que ocupen el cargo no podrían comprarse lo que tienen. Pero resulta que con la corrupción como madre, aparecen con suficientes fondos para darse la vida que siempre soñaron.
Estos nuevos ricos son el producto de la corrupción, ellos son los que continúan manejando los hilos del poder, porque no salen del todo de las instituciones, dejan siempre sus secuaces, dejan sus contactos y en muchos casos se han adueñado tanto de las instituciones, que continúan saqueándolas, para que con este dinero continúen comprando voluntades a manos llenas, financiando partidos políticos, comprando los poderes del Estado y continuando con la producción de otros nuevos ricos, que al igual que estos otros son los verdaderos hijos de la gran corrupción.
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