¿Porque no es bueno amar demasiado?
Desde la Ventana de Mi Alma
Son muchos los hombres y mujeres que se quejan de que sus parejas no les dan su espacio, quieren vacaciones solos, quieren tener tiempo para sí mismos. Y es que a pesar de que tanto hombres como mujeres vivimos deseosos de amar y sentirnos amados, de que vivimos con hambre de amor, de conectar y tener comunión con otro ser humano, nos olvidamos que el amor dura si es complementado con una igual cantidad de restricción y de contención.
Estamos tan ansiosos de entregarnos a la persona amada que a menudo nos damos sin tener en cuenta las necesidades y deseos de los destinatarios de nuestro amor, y es precisamente cuando nos volvemos invasivos en la vida de la persona a quien amamos demasiado, a tal punto de provocar que ésta huya de nosotros.
El amor florece cuando la pasión se mitiga con algo de inhibición, cuando la intimidad es templada con un mínimo de reserva. Pero el amor se quema cuando se traicionan todos los límites, porque no debemos olvidar que como seres individuales y autónomos que somos, cuidamos celosamente nuestro espacio.
Y si bien es cierto es maravilloso amar en todo su contexto y dimensión, y amar es cuidar, pero a la vez es respetar la individualidad de la persona amada, pero debemos tener cuidado de no caer en la toxicidad que nos puede llevar a hacer cosas contrarias, cosas que pueden violar los límites de nuestro amor y lo destruyan. En este contexto, el amor entre pareja puede morir por sobredosis de amor.
Así, una relación amorosa se puede comparar con un circuito eléctrico. En un circuito, la atracción entre las cargas positiva y negativa crea una corriente de energía que las une; la corriente encuentra algo de resistencia a medida que pasa por el circuito y entonces disminuye su intensidad. Esta atracción eléctrica tiende naturalmente a buscar la ruta más corta y llevar la mayor cantidad posible de corriente a unirse con las cargas atraídas. Pero si dicha tendencia es indulgente, si la “resistencia” cede, el circuito entra en «corto», la corriente se intensifica y, en última instancia, causa la destrucción del circuito y la ruptura de la misma conexión que buscaba crear.
De tal modo que para que una relación perdure debemos alimentar nuestra pasión, que es la miel de la relación, pero también debemos saber cuándo retirarnos. Al igual que en todas las relaciones de amor verdadero, hay que aprender a amar de la manera en la que nuestra pareja necesita y desea ser amada.
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