¿Ser pro vida o anti aborto?
Ventana Cultural
Hace poco, en Guatemala, el congreso estaba proponiendo la penalización del aborto. Analicemos este detalle, desmenuzando capa por capa como la cebolla.
Realmente ¿sabemos qué significa la palabra aborto? Es una palabra – como todas las del español – viene del latín. Tiene la raíz ab que significa privación o separación del exterior de un límite, asociado al prefijo indo europeo “apo” que significa alejar, separar, aparte, fuera o lejos. Y de “ortus” que significa nacido. Compuesta por el verbo de origen oriri que significa surgir, nacer, levantarse, aparecer, vinculada con la raíz er, mover, que sale de oros en griego que equivale a montaña. En pocas palabras, el aborto es la “privación del nacimiento”.
Guatemala fue nombrado capital pro vida en este año 2022. Pero ser pro vida no puede penalizar el aborto porque está más que comprobado, que el 25% de todos los embarazos terminan en aborto. Hasta el 2021, el Instituto Guttmacher, una ONG sin fines de lucro menciona que, la tasa de abortos es de 37 por cada mil personas en países que prohíben el aborto totalmente o lo permiten solo en caso de riesgo para la vida de la mujer y de 34 por cada mil personas en países donde es permitido el aborto.
¿Qué es ser pro vida? Una persona o comunidad pro vida, defiende la vida desde su concepción. Impedir a las mujeres y niñas el acceso al aborto no hace que dejen de necesitarlo. Todos los intentos de prohibir, restringir o penalizar el aborto no consiguen reducir el número de estos, lo que hace es obligar a las personas a someterse a abortos clandestinos e inseguros. Se calculan más de 25 millones de abortos inseguros cada año de acuerdo a datos de la OMS.
Pero, hay otros detalles que no se observan. Hablando con amigos míos médicos, me comentan que el aborto clínico es el último recurso que ellos utilizan para salvar la vida tanto de la madre como del bebé en gestación, muchas veces, tienen que decidir por la madre si salvarla a ella, que es en muchos casos, o salvar al bebé.
Como docente, mientras estudiaba, recuerdo bien esta anécdota que voy a contar. Llevé una cátedra llamada desarrollo infantil. Allí estudiamos como se desarrolla el niño desde su concepción en el vientre de su madre. También tuve la oportunidad de ver en vídeo un proceso de aborto, y, en lo personal, puedo decir que es la visión más horrible e impotente que pude tener.
No es lo mismo provocarse un aborto, ya sea porque hay peligro para la vida de la madre o por incesto, o, en su defecto, un hijo no deseado, a que surja un aborto espontáneo o la muerte del bebé en el vientre de la madre, los efectos físicos de un aborto radican en una infertilidad, más específicamente, en lo psicológico – emocional está la ansiedad, la negación, confusión, irritabilidad, baja auto estima, en lo espiritual está la culpa.
Quienes apoyan el movimiento pro aborto, no han visto un aborto, ni saben las consecuencias que esta práctica trae.
La OMS ha señalado que uno de los primeros pasos que deben darse para evitar las lesiones y muertes maternas es que los Estados garanticen que las personas tienen acceso a educación sexual, pueden utilizar métodos anticonceptivos eficaces, pueden someterse a abortos legales y sin riesgos y reciben atención con prontitud en caso de complicaciones. Aunque está más que comprobado que el aborto, por muy legal que sea, nunca es seguro y trae una dosis de riesgos.
Los datos disponibles indican que los índices de aborto son más altos en los países donde el acceso a los métodos anticonceptivos es limitado. Los índices de aborto se reducen cuando las personas, incluidas las adolescentes, tienen información sobre métodos anticonceptivos modernos y pueden acceder a ellos, así como cuando existe educación sexual integral y es posible el acceso al aborto legal y sin riesgos por numerosos motivos. (informe de Amnistía Internacional)
Los países, en lugar de permitir o penalizar el aborto, deben legislar para que la población tenga una educación sexual de calidad. Conocer su cuerpo y que tienen que respetarse, ahorra muchas penas. Por supuesto, también legislar para enseñarle a la población que vale por quien es y no porque es hombre o mujer.
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