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Crisis universitaria y aumento del malestar popular

Sueños…

La guerra actual es imperialista

El mundo avanza hacia una nueva ronda de confrontaciones, pobreza y crisis social. En Guatemala se viven momentos de incertidumbre. Aumento de precio de los alimentos, la gasolina y materias primas generan un clima de incertidumbre y necesidades insatisfechas. Lo cual provoca que por cualquier motivo surjan choques entre distintos grupos sociales.

A los tradicionales problemas estructurales del país (pobreza, desempleo, desigualdad social, racismo, machismo, etc.) se le agregan nuevos problemas. Que podemos resumir en el tema de la reactivación económica que a permitido el resurgimiento del terrible monstruo de la inflación. Que se ha intensificado con la guerra europea. La invasión de Rusia a Ucrania, países que no tenían gran relevancia en la economía hasta el momento presente. El mundo y más Europa ven horrorizados que estos dos países son son exportadoras importantes de materias primas como petróleo, gas, granos básicos, metales e insumos (para la región centroamericana de gran interés como fertilizantes).

Las respuestas de occidente son ambivalentes, las sanciones quiebran los caminos productivos y comerciales, y generan desconfianza e inestabilidad. Ya hemos comentado que las crisis financieras y económicas entre las potencias generan tendencias de luchar por el control de los mercados, colonias y semicolonias, en primer momento con medidas financieras y comerciales, para finalmente buscar el aumento del rendimiento del capital y control de las colonias por la vía de la confrontación militar. En guerras directas directas entre las potencias en disputa, que suceden cada vez más esporádicamente, y en la mayoría de ocasiones en guerras tercerizadas, en que los centroamericanos somos expertos y víctimas, las potencias nos han puesto, muchas veces a pelear entre nosotros en su nombre.

En realidad, en la guerra de Ucrania, en el medio oriente, en África, y en cualquier lado ambos lados beligerantes, en el presente la OTAN y Rusia, desarrollan las acciones militares como guerra imperialista. Las cuatro o cinco potencias de la OTAN y Rusia desarrollan una guerra de conquista, de apropiación de los recursos de Ucrania y otras regiones, lo que están desarrollando es un nuevo reparto del mundo en favor de cualquiera de los contendientes (Rusia, Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia, Israel y Japón). Todos luchan, directa o indirectamente, financiado a los contendientes, o financiando las industrias de armamentos y tecnología, todos luchan por un nuevo reparto del mundo, por la repartición de las colonias y semicolonias, por asegurar esferas de influencia a sus capitales financieros, militares y de lavado.

En ese sentido, aparecen informaciones en organismos internacionales, que afirman, basados en el seguimiento de datos estadísticos que el malestar social está aumentando.

La gente vuelve a las calles, después de la pausa de la pandemia, y se encuentran con un mundo amenazado por la inflación, el desempleo, la crisis financiera de los grandes bancos del mundo y el riesgo de una guerra desesperada. La población se ve afectada en primer impacto por la inflación, el deterioro del ingreso, el no poder pagar ni la comida y el auge de los combustibles.

De acuerdo con datos del FMI, este año se han producido manifestaciones y luchas callejeras aún en países aparentemente tranquilos como Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda.

Medir el malestar social de manera consistente es difícil.

Lo que los datos dicen es que los grandes problemas, coyunturales o históricos, están provocando el malestar en el mundo. El siguiente gráfico del FMI, nos muestra los picos de luchas callejeras de población en el mundo, y que vienen retomando niveles de gran riesgo para la estabilidad y tranquilidad en todos los países.

Los riesgos que nos amenazan

La salida lenta e insegura de la pandemia, presenta los antiguos problemas aumentados. Lo que puede provocar protestas de amplios sectores de la población. Está aumentando la frustración pública con el aumento de los precios de los alimentos y los combustibles. Alimentos y transporte son dos elementos que afectan fuertemente la calidad de vida de la población.

Los gobiernos se encuentran amarrados. No pueden usar el gasto público para generar empleo ni inversión pública en un momento de angustia fiscal, en que los déficit fiscales están tan altos los gobiernos no pueden gastar. No pueden ni siquiera financiar sus elevadas deudas. La productividad es baja y problemas acumulados como la concentración de la tierra en pequeños grupos de terratenientes obstaculizan el reinicio de la economía. No queda ni la política monetaria; los bancos centrales no pueden emitir dinero ni para los bancos comerciales, ni para financiar a los gobiernos. La inflación obliga al banco central a frenar la economía, en un momento que ya está paralizada.

El capitalismo está en crisis como siempre, saldrá de la crisis como acostumbra. Sustituirlo es una visión generalizada, el problema es que nadie sabe con qué se puede sustituir un sistema que es eficiente, competitivo y en momentos de tranquilidad aumenta el bienestar, más que ningún otro.

Los datos muestran que la problemática se puede profundizar. Lo responsable es encontrar caminos de unidad de la nación o del país. La confrontación social solamente dejará nuevas heridas y dolor en las familias. El llamado es a encontrar caminos de acuerdo entre los distintos sectores que componen el país. Algunos datos muestran que la inflación se presentará con fuerza durante los siguientes 9 o 12 meses. El siguiente gráfico señala las tendencias del precio del petróleo, cuyos derivados influyen en procesos inflacionarios acelerados.

El sistema capitalista ha creado en todos lados relaciones entre economía, política, sociedad y naturaleza relaciones complejas y contradictorias. En su mejor versión, o como les gusta a otros, en su versión menos dañina, el capitalismo democrático es la sociedad a la que podemos aspirar. No las versiones de capitalismo feudal, semifeudal, de Estado o de dictadura, en que el capitalismo se presenta cuando le conviene. No olvidemos que el sistema capitalista democrático no puede existir sino a condición de revolucionar eternamente la tecnología, los instrumentos de producción y los modos de comunicaciones, transporte, vivienda y trabajo.

Hay que romper con ideologías pasadas. Hay que construir una nueva cultura social, solidaria socialmente y respetuosa de la naturaleza y el resto de especies.


Lea más del autor: La universidad en su laberinto

Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

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