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Búsqueda de un ideario ético

Antropos

Existe un sentimiento sordo o expresivo de las y los guatemaltecos para  encontrar un camino hacia  un ideario ético que  pueda dar sustento de vigorosidad a una ciudadanía plena.

Entiendo al escuchar tantas voces de descontendo, que la sociedad está harta porque en términos generales todo se ha empeorado. Esto genera que haya mermado su capacidad ciudadana para resolver problemas coyunturales y estructurales. Es así que para levantar los ánimos resulta  necesario acudir al fortalecimiento de la confianza y la credibilidad como principios que faciliten incrementar el desempeño económico,  estabilidad política, superación de la corrupción y la promoción de vida digna de sus habitantes.

Efectivamente, en condiciones de escepticismo, individualismo, hipocresía, insensibilidad, corrupción, agresividad, violencia, habrá que exigir la necesaria postura, compromiso, responsabilidad ciudadana,  y a su vez,  exigencia para que el Estado asuma su papel   para encontrar salidas a estos padecimientos sociales.

Nos parece que los principios de igualdad, justicia, lealtad, equidad y no discriminación,  resultan ser  importantes para trascender hacia una sociedad en la que las personas vivan con dignidad, pero dea deveras. Asimismo, se impone ahora más que nunca,  la necesaria construcción  de una democracia moral que permita generar altos niveles de satisfacción y felicidad.

Sabemos de sobra que una persona insatisfecha y deprimida es una bomba de tiempo que explotará en cualquier momento. Es un individuo que bajo estas circunstancias seguramente no ofrece lo mejor de sí a la vida social. En términos generales, no aporta nada para la convivencia humana. Lo peor de todo, es que en nuestra sociedad abundan estos casos, lo cual llega hasta patologías de carácter colectivas, lo que nos hace pensar que nos enfrentamos, a una relación social  enfermiza.

Obviamente aspiramos a convivir con seres humanos realizados, alegres, satisfechos, lo cual  contagiará su  entusiasmo y  ganas de vivir, a los convivientes. Claro está, que lo más complejo y difícil es lograr que nuestra sociedad sea feliz, justa y solidaria, porque en el fondo lo que existe, es una conducta en la que unos medran de los otros de manera desproporcionada y terriblemente agresiva.

Desde esta perspectiva, nos parece que es necesario trabajar en torno a la democracia moral, descubriendo a trasvés de la participación ciudadana, valores que amarren un ideario ético para la sociedad guatemalteca.

Ciertamente están frente a nuestras narices, los problemas serios de inseguridad social y económica, la nueva escalada de terror provocada por una violencia desenfrenadamente loca y cínica, la insistencia de la corrupción, la incapacidad de los gobernantes de turno para definir orientaciones concretas para la satisfacción y dignidad de la persona humana, la ausencia y vacío de un sistema educativo que no logra materializar una práctica mínima de servicio social, un sistema de salud colapsado hace décadas, falta de empleos, y otros etcéteras. Lo cual nos muestra una  realidad opaca, silenciosa, brumosa, muy lejana a un sol brillante en donde se destaque el respeto y la tolerancia ciudadana.

De tal suerte que frente a este escenario, se impone la participación de las personas para construir un ideario ético que viabilice una conducta moral pertinente a nuestra propia humanidad.

Se trata de alumbrar los nubarrones que cubren la vida cotidiana de las y los guatemaltecos, porque, dichosamente aún existe  un espíritu de voluntad para encontrar formas de organización en las que se puedan analizar, debatir, pensar e imaginar diversas maneras dignas de convivencia social.

Estoy seguro, que este despertar  de nuestra conciencia ciudadana, puede dar luces a diversos caminos, veredas y  salidas de nuestros problemas, cuya explicación la descubrimos en la sociedad como una necesidad insoslayable para no hundirse en el pantano de la desidia humana. Cada persona debe convertirse de acuerdo a su conducta, en un referente moral de la otra. Obviamente, no se trata de rasgarse las vestiduras, ni de hacer imputaciones indiscriminadas, sino de romper como ciudadanía para abrir los ojos del letargo y círculo vicioso que hoy nos ahoga. La ruta es encontrar los valores que sustenten el sentido humano de la sociedad guatemalteca, como fundamento real de nuestro ideario ético de nación.

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