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EDUCARE: viejos y nuevos retos educativos

Antropos

Guatemala es un país que no sólo tiene deudas pendientes del siglo pasado en el ámbito de la educación en todos los niveles, sino también las del presente. Existe un déficit de atención a la columna vertebral del país y hasta hoy, sólo existen intentos fragmentarios en torno al proceso educativo.

Si revisamos la segunda mitad del siglo veinte, en el ámbito educativo, vamos a descubrir aciertos y desaciertos. Sin embargo, con la firma de los Acuerdos de Paz, se elaboró y suscribió un Acuerdo Nacional sobre la Educación, todo orientado a mejorar ámbitos importantes, como lo es la educación bilingüe intercultural, la cobertura con pertinencia. Se colocó el ojo en el mejoramiento de la calidad y para ello se llevaron a cabo una serie de programas, tales como la capacitación y la formación de docentes en servicio.

En este camino, las autoridades ministeriales suprimieron las centenarias Escuelas Normales, por un programa de Formación Inicial Docente, llevado a cabo por la Universidad de San Carlos de Guatemala, previo a que los estudiantes aprobaran a nivel medio, un bachillerato en educación.

Evidentemente hay otras acciones que han tenido la duración de un período gubernamental de cuatro años, lo que genera dispersión e improvisación, porque en el fondo, a excepción de los programas de capacitación y formación docente, no hay otros que hayan perdurado más de los cuatro años.

Hoy, están pendientes los graves problemas de la calidad educativa, abultados por las falencias en Matemáticas y Lenguaje. La pandemia y la falta de imaginación de salir al paso con metodologías adecuadas para el momento que vivimos, profundiza el enorme bache de la calidad en todo el sistema de la educación nacional.

Aunado a esto, vemos que la cobertura ha disminuido. Que la desnutrición infantil aumenta. Que la educación bilingüe intercultural no ha dado los frutos que se plantearon en los Acuerdos de Paz. Que los jóvenes tienen escasas opciones educacionales y a su vez, que fracasan en las pruebas de ingreso a las Universidades del país. Complementariamente, estudiantes y docentes, tienen poca formación en los instrumentos de las tecnologías de la información y bajo nivel en el conocimiento de un segundo idioma internacional.

A todas estas deudas del siglo pasado, habrá que agregar la débil formación respecto a los derechos y responsabilidades ciudadanas, escaso conocimiento de la historia nacional y muy por debajo, el cultivo de las virtudes universales de la humanidad.

O sea, hay retos hoy día en el campo de la educación, tanto de lo viejo y obviamente de lo nuevo. Habrá que superar el rezago histórico. Rescatar en la vida cotidiana del sistema educativo, lo que realmente es educación y de manera paralela, lo que se debe conocer.

El apremio al que se enfrenta la sociedad, es el hecho que la pandemia del COVID-19, es el parteaguas educativo. De aquí para adelante, los que no entiendan que el mundo cambió esencialmente, no deberían de llamarse educadores. La información y los conocimientos están ante los ojos de los que viven diariamente el proceso educativo, a través de los teléfonos inteligentes y otros instrumentos propios de esta era de las tecnologías y la comunicación.

La presencialidad como la conocimos, ya no será real, incluso aunque no exista pandemia. De ahí, que el momento debe servirnos para apropiarnos de lo que ya existe como avanzadas científico-tecnológicas para viabilizar adecuadamente los nuevos procesos de aprendizaje. Estos son algunos de los viejos y nuevos retos educativos. 

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