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Tan difícil, pero al final… se obtiene lo esperado

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En el artículo anterior (Algo necesario que debe retomar mucha fuerza: el trabajo en equipo. Parte II) -tal vez a modo de introducción– valoramos la complejidad de la sociedad en cuanto al aislamiento de las personas (niños, jóvenes, adultos), ante el comportamiento individual de escudarse en un recurso tecnológico que supera ampliamente el entretenimiento infructuoso ante la comunicación, para lo cual posiblemente fue concebido inicialmente: Lo básico, conversar y ser escuchado, habiendo evolucionado a través del intercambio de textos (que incluye variantes tales como: mensajes de voz, oraciones llenas de ideas entrecortadas, nuevos vocablos no aceptados por la RAE y que solo los entienden los usuarios acorde al argot empleado), imágenes, videos, etc.

Todo este comportamiento atenta significativamente a la conducta del individuo que se “separa” en el mejor de los casos de la familia y en el peor de los casos si los miembros de la familia también se encuentran ensimismados en el empleo de ¿un celular?, en un momento tan crucial como puede ser sentarse a almorzar, donde para colmo la mamá le envía a uno de sus hijos el siguiente mensaje”: hijo, puedes traer de la cocina dos cubiertos que se me quedaron, ¿porfi?”

La respuesta del menor, no es tan elocuente, ni inmediata, sencillamente su rostro se encuentra direccionado hacia el teclado luminoso donde con sus dedos pulgares presiona una y otra vez siendo testigo de ello el sonar de las vibraciones táctiles, para responder a la solicitante: “mamá no puedo, déjame terminar esto”

¿Resultado? Cero solidaridades, apoyo, colaboración, diría de una tecnología que se encarga de dividir, cayendo en el campo de la antítesis (la palabra antítesis se origina del griego αντίθεσις o antíthesis que significa “contraposición” u “oposición”, y está compuesta por las raíces anti-, que expresa “contra”, y thesis, que significa “colocación o posicionamiento”).

Obviamente soluciones tecnológicas existen para contrarrestar el individualismo, así como la obsesión que raya en el vicio y corresponde a los juegos o actividades lúdicas (ejemplo: Kahoot) que compromete al logro de lo que se desee alcanzar (diferentes niveles, recompensas, etc.), guiadas y orientadas por el docente para temas específicos que requieren de una organización previa, además de una adecuada planificación plasmada en el plan clase o planeamiento didáctico.

Otra herramienta válida resulta el estudio de idiomas (ejemplo: Duolingo) que, si bien la participación es individual, te permite competir con otros usuarios, lo cual estimula tu aprendizaje, además del valor añadido de aprender aplicando, traducir textos – oraciones pequeñas – donde de cometer errores estos te son señalados; repetir oraciones del idioma los cuales te son evaluados.

Sí debo aclarar que muchas de estas aplicaciones son útiles en función de un aprendizaje: consolidación de contenidos, un nuevo idioma y otros, unos son gratuitos y otros pagados, con la limitante que si deseas pasar a un nivel superior la propia aplicación te reorienta a la que has de pagar, quedando en manos bien de la institución o del usuario hacer la compra.

No queda duda y es un hecho la realidad de la tecnología y lo que se puede lograr con ella, para bien de un adecuado aprendizaje, sumando voluntades, acciones y decisiones consensuadas y compartidas.

El individualismo, sus logros no han de ser tan relevantes, a pesar de determinadas experiencias donde se resalta a la persona, “edulcorándola” cuando realmente detrás de todo ello muchos han sido los “anónimos” que pusieron su granito de arena, luego ¿lo real?: ¡El trabajo en equipo!

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Lea más del autor: Algo necesario que debe retomar mucha fuerza: El trabajo en equipo Parte II

Ernesto González Valdés

Nació en la ciudad de La Habana, Cuba y es nacionalizado Nicaragüense tiene estudios superiores de Licenciatura en Pedagogía y posgrados en Química Orgánica y elaboración de materiales didácticos.

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