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¿Es realmente el hombre pacífico?

Ventana Cultural

¿Realmente el hombre es pacífico por naturaleza? ¿Dónde encuentro argumentos para sostener tal idea? Hace unos días, escuché a alguien decir que la humanidad no es violenta por naturaleza. El mismo Jean Jaques Rousseau declaraba que el hombre es bueno por naturaleza y que la sociedad es quien la corrompe.

No dudo que hay gente que piensa igual. Si vemos a los filósofos contemporáneos, Marx también afirmaba que la forma de pensar y de actuar del hombre estaba determinada por factores externos, factores de la sociedad que determinaban la conciencia de las personas. Y, en este sentido, muchos pensarían así.

Pero veamos, más cuando hay cientos de estudios científicos serios, que confirman todo lo contrario. Por ejemplo, América Latina ha vivido en eterna paz, es asquerosamente pacífico desde sus orígenes. Algunos pueblos tenían guerras y disputas con otros, eso nos lo cuenta la historia y la arqueología y se sabe. Civilizaciones como la Mexica o la Tolteca, los Incas, o los Mayas, por mencionar a las grandes culturas de que habitaron América o el Abya Ayala como se le conocía antes, y sus variantes que estuvieron en otros países, tenían sus guerras y conflictos.

Aunque cada país ha tenido sus choques armados internos o guerras civiles, no han vivido las mayores disputas que asolaron a Europa y Asia como son la Primera y Segunda Guerras Mundiales, que cada una ha dejado un saldo de millones de muertos. Muchos de estos países necesitaron ser empujados, de una u otra forma, a ser las potencias que son ahora. Japón no sería lo que es si no fuera por las dos bombas atómicas que casi los extermina.

Lo que conocemos como Latinoamérica, nunca luchó por su independencia como tal, la historia nos cuenta de San Martín y Bolívar en Sudamérica, así como Porfirio Díaz en México o los gritos de independencia en El Salvador y la firma del acta de esta en Guatemala, pero no fue una lucha a conciencia que todos se esforzaran para eso.

Esa paz que tanto predican, es lo que aletarga las conciencias y las mentes de los hombres. Los atrofian para la resolución de conflictos. El hombre latinoamericano no sabe resolver sus problemas y salir avante. Recuerdo una vez, una maestra nos dijo que “nos metiéramos en problemas,” no lo entendía en ese entonces, pero ahora comprendo que el conflicto es la chispa que hace a hombres fuertes.

Pero desde la historia se ha visto al hombre usar la violencia para subsistir, alimentarse, cazar y defenderse.

El polígrafo Marco Aurelio Denegri en su libro “De Esto Y De Aquello” nos da un esbozo de sus investigaciones sobre el tema. Veamos qué nos dice al respecto:

Uno de los detalles que menciona es al científico Austríaco Niko Tinbergen que dice “que el hombre es un asesino desorganizado, ya que indica que el ser humano carece de barreras naturales instintivas que impiden al animal matar a sus congéneres.”

Junto con Konrad Lorenz, analizaron el comportamiento animal, detecta que, como el hombre no tiene control de sus acciones se debió al uso de las primeras armas, que permitieron al ser humano actuar con rapidez. Conforme fueron perfeccionándose, el hombre pudo matar a distancia y, además, sin ser visto por el enemigo, agregando que lo hace con impunidad emocional.

No es lo mismo matar, atrapando a la presa, degollarla o descuartizarla con sus manos para sentir, y vivir profundamente el hecho de matar que hacerlo a una distancia de cien metros con un rifle o escopeta en la mano, no se siente nada en este último caso comparado al primero.

Existe un instinto natural para matar, es este control, como dice Tinbergen, que poseen los demás animales. El ser humano pertenece al reino animal, al perder este control natural que impide matar al contrincante indefenso, surge la posibilidad de matarlo innecesariamente, sin piedad. El hombre mata por gusto y se complace en ello. Es el único animal que se ensaña, se deleita causando el mayor daño y dolor posibles a quienes no están en condiciones de defenderse. Rolf Denker destaca que el hombre no puede comportarse como un animal, sino con mayor bestialidad que cualquier animal.

Friedrich Hacker escribió un libro llamado Agresión donde analiza el comportamiento animal y lo compara con el humano. Destacamos algunas ideas sobre este tema:

“Definimos la agresión como la disposición y energía humanas inmanentes que se expresan en las más diversas formas individuales y colectivas de autoafirmación aprendidas y transmitidas socialmente, y que pueden llegar a la crueldad.”

“La violencia no se identifica con la agresión; la violencia es la manifestación abierta, manifiesta, desnuda, casi siempre física, de la agresión”.

“Es muy dudoso que el principio de la no violencia pueda tener eficacia sin la personalidad carismática de un guía y, sobre todo, sin la previa traslación de los antagonismos a un terreno de “caballerosidad”; un Estado totalitario no habría tolerado las privaciones que se impuso Gandhi ni les habría dado publicidad.”

También dice Hacker que la brutalidad parece ser el lema de nuestro tiempo. Tanto la aplicación crudelísima de la violencia brutal cuanto la habituación indiferente a la brutalidad como suceso diario, son cada vez más frecuentes.

No por gusto dicen que la violencia genera más violencia, porque esta no puede ser combatida con más exabruptos, esta se combate con la identificación y el conocimiento de las circunstancias y condiciones que engendran la violencia y por la eliminación de ellas.  

Podemos describir al hombre de la siguiente manera para clasificarlo: miembro del reino animal, del filum de los cordados, subfilum de los vertebrados, la clase de los mamíferos, de la subclase de los euterios, del grupo de los placentarios, del orden de los primates, del suborden de los pitecoides, del infraorden de los catarrinos, de la familia de los hominoides, de la subfamilia de los homínidos, del género homo y de la especie stupidus. Ya que, de acuerdo a Séneca, es propio del hombre equivocarse, pero es diabólico permanecer en el error, ya que es una de las características más detestables del ser humano y una de las más peligrosas.

Ese mecanismo innato de control que los animales poseen, que se mencionó unos párrafos arriba, se trata del instinto y lo define como un mecanismo nervioso jerárquicamente organizado que reacciona ante estímulos advertidores, desencadenadores y directores, tanto endógenos cuanto exógenos, y que responde por encadenamientos motores bien coordinados que están al servicio del mantenimiento de la vida del individuo y de la especie. –de acuerdo al diccionario etológico-.

El instinto, a diferencia de la inteligencia, es seguro, no falla, pero también es rígido y automático; la inteligencia, no.

El hombre no es un animal instintivo, ni tampoco una máquina. Por tanto, la comisión de errores es inevitable, y la perseverancia en el error llega a ser y es frecuentísima.

La inteligencia, la razón y la voluntad son facultades muy lentas e inefectivas para la corrección de errores. A ello obedece el hecho de que la perseverancia en el error prevalezca y se haya convertido en una de las características más peligrosas y detestables del ser humano.

Un último detalle que menciona Denegri es un extracto de la obra de Richard Leakey, Los Orígenes del Hombre que dice: “Quizá la especie humana no sea más que un espantoso error biológico que se ha desarrollado hasta traspasar un punto en que ya no puede prosperar en armonía consigo misma ni con el mundo que la rodea”.

Entonces, según lo destacado en este escrito ¿Qué piensan? ¿Somos los humanos violentos por naturaleza o no? Si la respuesta es no, quisiera saber cuáles son los datos científicos que lo avalan. Existen más pruebas de esto. Ya que, con el paso del tiempo, se ha ido estudiando al hombre y su comportamiento por miles de años. Desde antropólogos, etólogos, historiadores, psiquiatras, etc., han dado su aporte para conocer, de primera mano, los rasgos característicos de la conducta humana, que, como nos muestran sus resultados, no son nada alentadores.

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Claudia Alexandra Figueroa Oberlin

El arte siempre lo llevé de la mano con la literatura, me dediqué al teatro, a la danza por más de quince años, y a las artes marciales, ahora soy miembro de diferentes asociaciones y academias de poesía: Asociación Actuales Voces de la Poesía Latinoamericana, donde participo con crítica literaria, Academia Nacional e Internacional de Poesía de la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, América Madre, Unidos por las Artes, Movimiento Literario de Centroamérica, y locutora de la radio el barco del romance con el programa Una Ventana al Mundo, donde hablo de los viajes, la historia y la cultura, recito poemas y leo cuentos o fragmentos de otros autores y propios.

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