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A mitad de la ruta gubernamental 2020-2024, si yo fuera Abinader

Pluma Invitada

El próximo 16 de agosto, la República Dominicana arriba al segundo año de gobierno de Luis Abinader y del Partido Revolucionario Moderno (PRM). Sin lugar a dudas, han sido dos años de grandes retos y cumplimiento de promesas de campaña, pero sobre todo, de ejecutar maniobras por mantener a flote un barco que definitivamente, lleva muchos marineros que no ayudan al capitán. Resulta muy cómodo ver el barco desde la orilla, lo que no es fácil es conducirlo de manera segura, como tampoco lo es, gobernar en la era de las redes sociales, desde esta poderosa herramienta se han organizado grandes manifestaciones en legítimo reclamo, logrando el efecto deseado; tampoco lo es, en la era del gobierno abierto, del gobierno electrónico y la participación ciudadana, pilares de la buena gobernanza, lo que ha logrado que la ciudadanía esté empoderada, atenta y al tanto de los acontecimientos. A este gobierno le ha tocado navegar con el viento en contra y con una tripulación que apuesta al hundimiento de la nave.

No se puede negar que el gobierno enfrenta situaciones difíciles, y entiendo que el principal escenario viene dado por la expectación exagerada que generaron en campaña y posteriormente, al tomar posesión, ya que se pintaron como los impolutos de la política, firmando un código de ética, declaraciones juradas y una serie de cuestiones, al momento de ser juramentados en sus nuevas funciones gubernamentales, dando señales claras de alejarse de sus antecesores. Esto le duró poco y al acercarse su segundo año de gestión, una gran parte de sus marineros no han entendido el mensaje de su capitán, algunos dejando el barco, por voluntad o inducidos, y otros bajados por el propio capitán. Entiendo que la prudencia debe ser el arte de gobernar y actuar, el momento en el cual llegó el PRM al gobierno demandaba sabiduría en el modo de gestionar el Estado, y aún debería estar en esas condiciones. Al parecer, el mensaje no se ha entendido. ¿O será que el PRM es su propia oposición? 

Indudablemente, las críticas negativas desde la orilla sobre los procesos de la Administración Pública no son saludables para ningún gobierno. Sin embargo, hay momentos, y definitivamente, todos estos años arropados por actos de corrupción, la más reciente bajo una pandemia y luego los efectos de la misma, llama a los funcionarios a leer entre líneas los mensajes de la población. Dice un refrán muy popular, ‘’cuando el río suena, agua trae’’, si se escucha algo desfavorable, el gobierno está llamado a analizarlo, no a rebatir sin argumentos de forma inmediata, lo cual lo deja a la defensiva y los hace lucir en una posición inferior o de improvisación en el manejo de crisis o peor aún, indica que el gobierno no tiene su propia narrativa.

Si buscamos, el gobierno del cambio puede mostrar ejecutorias de impacto, señalar el crecimiento sostenido de la  economía, que de acuerdo a los datos del Banco Central se mantiene en progresión a pesar de los efectos post pandemia y la crisis a nivel mundial, con un 5,6% en el primer semestre del presente año, el turismo cada vez se recupera de forma exponencial, alcanzando meses con cifras extraordinarias en cantidad de turistas que visitan el país; y una serie de políticas de corte social que impactan vidas. El presidente está lleno de buena voluntad, pero se gobierna con decisiones, no con intenciones.

No podemos desconocer que hay una realidad que debemos apuntar, el pueblo despertó en 2020, y no está dispuesto a tolerar acciones que vayan en detrimento de la mayoría, acciones que no estén acorde a las promesas de campaña y a combatir las necesidades y la demanda ciudadana, el pueblo no está en tolerancia, el presidente debe prestar atención a los reclamos, esto sin perder el foco. De tal manera, que cada una de las personas que aceptó ser parte de esta tripulación, debe someterse a las reglas, de lo contrario, abandonar el barco de manera voluntaria.

Si yo fuera Abinader, remuevo la mata, y si hay que estrenar un nuevo gabinete, se busca un buen albañil. La reputación e imagen no debe estar en juego, gente realmente honorable y depurada deben ir a los puestos públicos. En esta circunstancias, se debe resarcir al pueblo escogiendo bien, no por intelecto o estudio, pues estos no son suficientes, para servir en el Estado se requiere pasión, compromiso y vocación de servicio. Enfocarse en cómo quiere que finalice este cuatrienio, es fundamental; se hablará y se medirá el gobierno encabezado por el presidente permisivo, no por el manejo de un funcionario en específico. Es esencial asegurar que el mandato termine bien, ese debe ser el mayor objetivo, un buen final ayuda a olvidar malas decisiones tomadas en un momento determinado, se requiere de tomar decisiones contundentes y separar al presidente del candidato.

Luis Abinader tiene la oportunidad de casarse con la gloria y salir airoso de esta travesía en el 2024, ha dado señales categóricas de que no tolerará indelicadezas en su gobierno, y sin importar la cercanía, recientemente ha realizado cambios en el tren gubernamental, aplaudido por muchos y criticado por algunos, pero son acciones que en otros gobiernos no se veían y se deben resaltar.

Presidente, no espere que le griten “se hunde el barco mi querido capitán”, para ponerlo en puerto seguro. Es fundamental revisar la ruta, calcular el tiempo, adaptar el plan de navegación a las expectativas generadas en campaña, si es necesario bajar a los marineros que no estén en sintonía con el plan de navegación, no olvidar que una buena  planificación es el secreto del éxito.

Adelante presidente, cuando hay voluntad firme y compromiso, definidamente se pueden lograr grandes cosas.

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