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Lo que aprendí en mi viaje por mi subconsciente

Desde la ventana de mi alma

«Cuando tus hijos están dormidos a media noche, susurra en sus oídos palabras maravillosas de aliento, de amor, de sabiduría profunda y verdades simples.»

Algunas ocasiones hemos tenido un momento único y especial, aparte de nuestras relaciones de amistad o de pareja siempre hay un momento de escape a buscar la soledad. Ese momento en que surgen las respuestas a las inquietudes cotidianas. Es un instante de revelación trascendental que viene desde el subconsciente.

Es como cada noche al acostarnos, evaluamos nuestro día, buscamos y encontramos nuestras fallas y las reacciones negativas que hemos tenido y de forma sincera pedimos ayuda a la fuente de luz para transformar esos rasgos que sabemos nos quitan la paz interna. Entonces concluimos que callar es mejor cuando desesperadamente queremos decir lo que pensamos, porque será el reflejo de nuestra conciencia detrás de nuestras acciones. Aunque es algo que no todos entienden, y realmente es complicado hablar o enseñar a alguien una sabiduría espiritual, si primero no sentimos amor y cariño por ellos.

Y si alguien nos critica porque nos ama o porque está enojado, es mejor callar, y entender que siempre hay un mensaje, como respuesta a nuestras oraciones, y aunque creemos que no sabemos orar adecuadamente, podemos estar seguros que si nos conectamos con la fuente de luz desde el alma o derramamos una lágrima hacia los cielos suplicando por otros, nuestra oración será contestada.

Las lágrimas que derramamos en nombre de otros, estas lágrimas abren las puertas del cielo de par en par, pero las lágrimas que derramamos por nosotros mismos, por todo lo que no tenemos, estas lágrimas mantienen cerradas las puertas del cielo.

Para Dios cuentan las acciones que con amor y sin condiciones ejecutamos en bien de nuestro prójimo y hasta de un pequeño animal, pues con esta aparente simple acción ponemos una sonrisa en la cara de Dios.
El orar es un medio para un fin, ese fin es la bondad.

Qué profundo es poder evaluar nuestro grado de inteligencia a través del discernimiento, pero inteligencia no es conciencia, porque la inteligencia se refiere a la cantidad de información que poseemos. La conciencia se refiere a la calidad del alma, de nuestra pureza y habilidad de amar a otros sin condiciones.

Podemos ser brillantes intelectualmente y poseer un nivel extremadamente bajo de conciencia. Y viceversa.

Nuestra energía debe estar enfocada en hacer florecer relaciones auténticas basada en un cimiento espiritual que incluya tiempo para contribuir a nuestros talentos y dones para mejorar el mundo.

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Angie Lu

Lcda. en Ciencias de la Educación. Universidad Estatal.Guayaquil. Lcda. en Filosofía y Letras. Universidad Central del Ecuador. Columnista Periódico "EL SOL" Cartagena- COLOMBIA. Columnista Diario. La TRIBUNA. México. Articulista: Revista TOP MAGAZINE. Orlando-Florida Articulista Diario EXTRA. San José. Costa Rica. Articulista periódico Canarias Opina. Telde, Islas Canarias. ESPAÑA. Escribo por vocación para comunicar y por necesidad vital, creo que la palabra escrita es inmortal y es el acto libertario mas poderoso que existe y más aún podemos crear sinergia colectiva a través de la lectura. Escribo para divulgar mis emociones recogiendo metáforas simples o complejas, que me permitan meditar para existir y coexistir buscando la armonía con mis congéneres, y para celebrar con la palabra la belleza de la vida y el universo.