Yo soy mi mensaje
Liderazgo
Usted es un mensaje. ¿Coincide el que quiere ser con el que los demás perciben? Lo invito a autoevaluarse usando las premisas que propone esta columna. Respetuosamente,
Los demás no nos tratan por lo que somos, sino basados en la interpretación que hacen sobre qué y cómo somos. Cada persona tiene en su mente un «archivo», en este hay una «carpeta» con nuestro nombre. En la interacción, nuestro interlocutor la recupera, accede a lo que registró en ella con sus propios códigos: eso determinará la forma en que interactuará con nosotros.
Jamás tendremos el control sobre las interpretaciones de nuestros semejantes en una empresa, equipo o relación. No obstante, sí podemos ser conscientes del «mensaje» que transmitimos por medio de nuestra manera de pensar, sentir, opinar o actuar sobre temas de mutua importancia. Incluso, si nos esforzamos por conocer a las personas, podríamos predecir sus interpretaciones.
Así, el liderazgo y la influencia que cosechamos depende, sobremanera, del mensaje que somos. Seleccione mediante una «X» los que considere que le son afines; la lista es ilimitada. Mi aporte superior o propósito de vida («ikigai») es claro para los demás ( ). Me autolidero y tengo alto estándar de desempeño ( ); actúo con apego a mis principios y a los de la empresa ( ).
Continuemos: siempre estoy al servicio de los demás ( ); impulso a otros a lograr sus metas, soy su socio en eso ( ); reto, infundo coraje y valentía para tomar decisiones difíciles ( ). Con mis ideas innovadoras inspiro a otros ( ); diseño rutas, empodero al equipo para que las transite ( ); siembro esperanza y fe en el futuro ( ). Soy incluyente, respeto las creencias y orientaciones ( ).
Adicionemos: atraigo a personas de alta calidad humana y profesional, les otorgo el mérito por sus logros ( ); cuido a las personas, ya sea mi jefe o no, soy solidario ( ). Lidero con mi ejemplo, no con mis órdenes ( ); propicio el consenso para elevar el sentido de pertenencia al equipo ( ).
Prosigamos: soy resiliente; dinamizo los recursos y talentos del equipo para llevarlo al destino insospechado ( ). Denoto convicción y claridad en mi propuesta de visión ( ); la nutro sumando perspectivas ajenas; soy receptivo, incluso frente a las discrepancias ( ). Mi sentido fino del humor y mi disposición para aprender de los errores propios y ajenos son mi sello personal ( ).
Completemos: la sencillez me permite tener una conexión especial, estar realmente presente en las conversaciones con mis semejantes ( ); la gente no me ve como líder o gran jefe, percibe que soy una buena persona; ¿de qué manera puedo colaborar?: esa es la pregunta que formulo ( ).
Sume sus propios mensajes a estos veinte. No existen líderes perfectos ni definiciones infalibles. Cada miembro de la organización es un mensaje en sí mismo que le da valor a su «marca». Resuma su mensaje en, máximo, una línea. Ahora léalo con objetividad. ¿Cómo lo enriquecería?
Recuerde: al contradecir su afirmación con conductas visibles, se debilita el impacto y la posibilidad de crear un legado, una huella trascendente. Le sugiero que, después de autoevaluarse, solicite retroalimentación a su equipo. Pídales que seleccionen los «mensajes que usted es», (según ellos). Compare los resultados: ¿son congruentes? ¿Qué ajustes lo ayudarán a alcanzar mayor autenticidad entre el «mensaje» que usted cree ser y el que «leen» los demás?

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